En los años 70 del siglo pasado, el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger realizó una valiosa aportación a la medicina del trabajo al descubrir, tras un experimento con voluntarios, un síndrome cuyos síntomas eran, entre otros, un estado de ánimo depresivo, la desmotivación y la pérdida de energía en el trabajo. Lo que Freudenberger bautizó como “desgaste profesional” (burnout), y cuya vigencia sigue estando presente, no solo tiene efectos adversos para el empleado, hasta el punto de poner en riesgo su salud.

Su alcance va más allá y puede tener consecuencias desfavorables en el conjunto de la organización, al aumentar la tasa de absentismo laboral, comprometer la productividad de los equipos, generar conflictos internos en la plantilla o reducir la excelencia de la organización debido a la fuga de valioso capital humano.

Es necesario que las compañías aborden esta realidad con amplia perspectiva, a nivel organizacional, y no exclusivamente, de manera individualizada, con cada uno de los empleados afectados.

 

Causas principales del desgaste de talento

Eric Garton, socio responsable global de la Práctica de Organización de Bain -una de las multinacionales líderes en consultoría estratégica-, habla de tres causas principales para el desgaste del talento:

  • El exceso de colaboración (en buena parte, debido a las nuevas tecnologías digitales).
  • Una ineficiente disciplina de gestión del tiempo.
  • La propensión a sobrecargar de tareas a los profesionales más capacitados.

 

Medidas para reducir el desgaste de talento

En el libro “Time, Talent, Energy: Overcome Organizational Drag and Unleash Your Team’s Productive Power”, del que Eric Garton es coautor, se ofrecen algunas medidas que las empresas pueden poner en marcha para mejorar el burnout.

En cuanto al exceso de colaboración, una de las recomendaciones consiste en racionalizar la práctica de las reuniones de trabajo. Las organizaciones deben preguntarse cuáles son realmente necesarias, cuál debe ser su periodicidad y duración y qué profesionales son indispensables para las mismas. Para gestionar el tiempo de trabajo de manera eficiente, la tecnología ha traído consigo herramientas que resultan muy valiosas para los empleados, tanto a nivel individual como para el conjunto de la organización.

Son aplicaciones informáticas que permiten medir cómo se distribuye ese tiempo y su impacto en términos de desgaste del talento y de la productividad. Así se podrán tomar las medidas necesarias que permitan, por ejemplo, proporcionar a los profesionales una mayor sensación de autonomía y, por lo tanto, más motivación.

Programas de medición del tiempo de trabajo

También ayudan a hacer frente a la sobrecarga laboral de los más capaces, mediante el rediseño de flujos de trabajo que eviten el desgaste. No hay que olvidar que un profesional con exceso de trabajo corre el riesgo de reducir su rendimiento en términos cuantitativos y cualitativos.

Otros expertos apuntan que, para prevenir el desgaste laboral, hay que mejorar los canales de comunicación entre empleados y managers, de modo que los segundos sepan de primera mano si los segundos, por ejemplo, cuentan con Recursos Humanos y materiales suficientes para realizar su labor.

Asimismo, conviene abrir el círculo de la toma de decisiones: tiene efectos muy positivos, porque el mero hecho de escuchar favorece el sentido de pertenencia de los profesionales hacia la empresa.

Otra medida que las compañías pueden poner en práctica es generar un clima que potencie las buenas relaciones en el seno de la plantilla, de manera que se incremente en los empleados la confianza y seguridad en la empresa y se estreche la vinculación con los objetivos de la organización.

Mejorar la formación y capacitación de la plantilla también es un arma poderosa contra el desgaste del talento porque, además de mejorar la productividad, mejora el estado de ánimo de los miembros de los equipos.

Desde los departamentos de Recursos Humanos también se pueden impulsar actividades de ocio (culturales o deportivas) que contribuyan a prevenir el estrés laboral que, a la larga, deriva en el desgaste del talento.

Fuentes: Harvard Business Review, Forbes, y Workplaces Issues.