Adoptar una solución de marcador de posición.
El siguiente momento clave para evitar el pensamiento de grupo es cuando un miembro reacciona al desencadenante proponiendo ideas liminales. Las ideas liminales se refieren a los pensamientos, conceptos o perspectivas que existen en los márgenes, en los límites o en el umbral entre dos diferentes estados o condiciones. El término “liminal” proviene de la palabra latina “limen”, que significa “umbral”. En un contexto cultural o sociológico, las ideas liminales a menudo se exploran en situaciones de cambio, transición o incertidumbre, donde los viejos sistemas de creencias o estructuras pueden ser cuestionados o desafiados.
A menudo, la presión para hacer un análisis acertado o tomar una decisión correcta, puede resultar paralizante. Tratar las nuevas ideas como liminales (en lugar de literales) permitía a los miembros aliviar algo de esta presión y entrar en un espacio de transición en el que se fomentaba el juego y la experimentación.
Esto ayuda a desafiar las normas establecidas e invita a explorar nuevas posibilidades. Si bien puede no ser la solución final, permite al grupo pensar tanto de manera concreta (es decir, profundizar en cómo podría funcionar la idea) como de manera abstracta (es decir, desarrollar un acuerdo en torno al principio más amplio en cuestión).
Celebrar los avances hacia el acuerdo final.
Cuando antes se alcanza un acuerdo, mejor para todos, ¿no? Eso querrá decir que el proceso ha sido eficiente, que todo el mundo está satisfecho con el objetivo obtenido y, además, nos ahorra tener más reuniones. La falta de consenso y la falta de progreso, impacta en la pérdida de tiempo del grupo, que hace que, para evitar emplear tiempo sin resultados óptimos, se acepte la propuesta mayoritaria, sin plantear inconvenientes o disconformidad.
Para evitar quedarnos con la primera decisión que medio convence a los miembros del equipo solo para obtener esa falsa sensación de eficiencia, los expertos de HBR recomiendan celebrar los pequeños pasos que avancemos en el consenso común, aunque eso implique diferir y señalar los desacuerdos con los demás. Pese a la falta de acuerdo final, reconocer los momentos de progreso puede ayudar a mantener la moral y el impulso del equipo.
En conclusión, el pensamiento grupal es un fenómeno que puede afectar negativamente a la toma de decisiones, ya que se basa en la presión social y la conformidad en lugar de considerar diferentes perspectivas y opciones. Para evitarlo, es importante fomentar un ambiente donde se promueva la discusión abierta, el debate constructivo y se desafíe el statu quo. Al mantener un enfoque abierto y no conformista, podemos evitar sus efectos negativos y tomar decisiones más informadas y racionales.
Fuentes: