Los triunfos profesionales suelen estar sustentados por mucho más trabajo y esfuerzo de lo que a primera vista podemos ver. ¿Dónde se esconden las claves de esos logros?
Si intentáramos definir qué es el éxito, casi podríamos concluir que hay tantas definiciones como personas. Cada uno tenemos, o deberíamos tener, una meta personal que no siempre encaja con lo que los demás esperan o proyectan de sí mismos en nosotros. El éxito profesional depende de nuestras aspiraciones particulares, alineadas con dos aspectos: nuestros valores y nuestras expectativas laborales.
Conseguir ese éxito, el propio, no es tarea fácil, pero hay unas máximas comunes a todos los que lo logran. Veamos.
La metáfora del iceberg como imagen del éxito
Un iceberg es una masa de hielo flotante de la que normalmente solo podemos ver un tercio de su totalidad, ya que el resto permanece oculto sumergido en el agua. Este fenómeno físico se ha convertido en clásico para ilustrar aspectos de muchas disciplinas.
Hemingway lo usó como metáfora para su estilo de escritura, en la que defendía que lo más importante de una narración, su significado, residía debajo de la superficie del relato, que debía ser algo subyacente. Freud también recurrió al iceberg para hablar del inconsciente, la parte sumergida de nuestro aparato psíquico y mucho más profunda que la mente consciente.
Si pensamos en el terreno profesional y en el concepto de éxito, también la figura del hielo nos sirve de paradigma perfecto. Y es que tendemos a señalar los logros de aquellas personas que consideramos que los han alcanzado, identificamos claramente sus triunfos, pero no siempre nos damos cuenta de todo lo que hay debajo de ellos cimentándolos. En esta infografía podemos entenderlo muy bien:
Metas y objetivos escalables
José María Peinado habla en el su libro “Desempeño 3.0” de qué podemos hacer para que coincida en nuestra vida profesional el “dónde estamos” con el “dónde queremos estar”. Esta meta debe estar marcada por objetivos basados en estrategias revisables y adaptables a cada circunstancia y a la realidad que se va imponiendo. Además, si esos objetivos que nos proponemos son concretos y escalables, será más fácil mantener la motivación y llegar a alcanzarlos.
Una vez claros y definidos, los expertos en coaching y motivación profesional hablan de varios pilares que ayudan a lograr esos objetivos:
- Conocer nuestras fortalezas y debilidades: decía Kurt Cobain que “querer ser alguien diferente es desperdiciar quién eres en realidad”. Debemos atrevernos a ser, para ello es vital identificar nuestras cualidades e intentar ponerlas en valor. A veces nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, ya que boicoteamos nuestros propósitos pensando que no llegaremos a ellos. Por eso es importante evitar lo que llaman “creencias limitadoras”.
- Tener una dirección: si no sabes dónde vas, nunca llegarás allí, dice un aforismo que nos viene muy bien para condensar este punto. Ya hemos hablado de los objetivos escalables. Ten paciencia y sigue esos propósitos concretos.
- Un poco de riesgo siempre es necesario: una de las claves del éxito casi siempre es que quien lo alcanza se atreve a apostar por lo que quiere aceptando que la incertidumbre será un compañero de viaje. Si esperas a tener todo claro, es probable que nunca empieces nada.
- Ser flexible al cambio: el mercado laboral es altamente competitivo y no es suficiente la formación y la experiencia acumulada. Enchúfate a la realidad y no pierdas de vista qué está pasando en tu entorno profesional, en la innovación y en las nuevas tecnologías para no quedarte desactualizado.
Fuente: Desempeño 3.0, José María Peinado, Wikipedia