Hasta hace unos años los médicos presumían de ser los únicos profesionales que no podían permitirse el lujo de dejar nunca de estudiar, ya que la medicina avanzaba tan deprisa que hasta el más avezado de sus practicantes debía preocuparse de estar permanentemente actualizado en las nuevas técnicas y los últimos tratamientos si aspiraba a desempeñar su oficio con solvencia. Hoy los galenos han dejado de tener esa prerrogativa en exclusiva, hasta el punto de que se puede afirmar que la necesidad de seguir formándose más allá de la carrera o del máster es ya una realidad ineludible para prácticamente cualquier disciplina. Y es que los entornos laborales cambian a tal velocidad que ninguna fórmula de empleabilidad permanece vigente demasiado tiempo. Fuera lo que fuera aquello que nos procuró el éxito profesional en el pasado, es casi seguro que es insuficiente en el presente y que será inservible en el futuro. La obsolescencia de los perfiles está garantizada en unos entornos dinámicos y en los que la única certeza es el cambio.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Qué es el Upskilling y el Reskilling

Según el Informe sobre el Futuro del Trabajo 2025 del Foro Económico Mundial, alrededor del 39% de las habilidades clave de los trabajadores cambiarán o quedarán obsoletas antes del 2030. En ese contexto, la formación continua, ya sea en forma de upskilling (formación para desempeñar el trabajo que ya se venía haciendo, pero de una forma mejor o renovada) o reskilling (capacitación destinada a cambiar de especialidad profesional) es innegociable si se quiere seguir resultando atractivo para el mercado.

Esa necesidad de formarse a lo largo de toda la vida que imponen los mercados y la revolución tecnológica puede verse como una condena o como una bendición. Condena en la medida en que nos obliga a un sobreesfuerzo de reciclaje profesional que parece no tener fin. Bendición, exactamente por la misma razón. «La educación no es preparación para la vida; es la vida en sí misma» decía el filósofo estadounidense John Dewey.

Y es que entrar en la rueda de la formación continua nos brinda la oportunidad de reinventarnos una y otra vez, de estimular nuestra curiosidad hacia nuevos territorios profesionales y de seguir creciendo laboral y personalmente gracias a esa inquietud de exploración y descubrimiento. El aprendizaje hace, sencillamente, la vida mucho más interesante.

 

El miedo volver a empezar

Una de las principales barreras que afrontan quienes se enfrentan al reto de seguir formándose tras una larga trayectoria profesional es el pavor a la casilla de salida, el vértigo de tener que volver a empezar de cero en una nueva especialidad distinta de aquella para la que se prepararon en su momento. Bajo esa perspectiva, la nueva etapa parece un paso atrás, y esas sesiones de formación, una montaña alta y escarpada casi imposible de escalar. Pero lo cierto es que raramente es así. La reinvención total no ocurre casi nunca, y cuando lo hace suele responder más a una elección personal de su protagonista, que decide romper con su pasado, que a una caprichosa e inasumible imposición del mercado. Lo normal, y lo sensato, es que el profesional ya cuente con una sólida base de conocimientos técnicos y habilidades que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera, y que le será perfectamente aprovechable también en su nueva etapa. De esta forma, lo único que deberá hacer será construir sobre esos cimientos para actualizarse, cubrir ciertas carencias e incorporar elementos específicos de su nuevo trabajo.

 

“Lo normal, y lo sensato, es que el profesional ya cuente con una sólida base de conocimientos técnicos y habilidades que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera, y que le será perfectamente aprovechable también en su nueva etapa”.

 

Un ejemplo: muchos de los trabajadores que perdieron su empleo tras desinflarse el bum de la construcción de hace unos años se están reciclando con éxito en las nuevas profesiones asociadas a la instalación de equipos e infraestructuras de energías renovables. Visto bajo ese prisma, la montaña comienza a suavizar sus perfiles y a tornarse colina; y el esfuerzo titánico que prometía su ascensión, en un impulso a una excitante nueva carrera repleta de posibilidades.

 

Nueva orientación: filosofía del learning by doing y de formación de última milla

Pero, ¿cómo es esa nueva capacitación que demandan las empresas? El ’reskilling’ supone un cambio profundo en el propio sentido de la enseñanza. Es una formación de carácter eminentemente práctico, muy pegada a la realidad del empleo y con transferencia casi inmediata al desempeño en el puesto de trabajo. Esta filosofía del learning by doing y de formación de última milla favorece que sus niveles de adquisición y recuerdo sean muy elevados, y que los trabajadores ajusten el aprendizaje a través de sus propias experiencias.

Reskilling profesional

Son cursos, además, cortos y muy operativos, lo que favorece la actualización de contenidos mucho más allá de las posibilidades que permiten los programas reglados de larga duración como un postgrado y, no digamos, una carrera universitaria. Unas micro-titulaciones y certificaciones que con frecuencia son modulares, acumulativas y complementarias, lo que posibilita la ultra-personalización de los perfiles profesionales.

 

“Esta filosofía del learning by doing y de formación de última milla favorece que sus niveles de adquisición y recuerdo sean muy elevados, y que los trabajadores ajusten el aprendizaje a través de sus propias experiencias.”

 

Cambian también los formatos, o mejor, dicho, se expanden y se mezclan: cursos presenciales conviven con sesiones online; webinars, videos y podcast con la lectura de libros convencionales; charlas de expertos con hackatones, gemelos digitales, realidad aumentada o plataformas de aprendizaje basadas en IA generativa; mentoring y shadowing con una sesión de trabajo con colegas alrededor de pizza y unos refrescos. Pura flexibilidad, sin líneas rojas ni ideas preconcebidas.

Una de esas tendencias al alza que es paradigmática del universo reskilling son los llamados bootcamps. Se trata de programas de alta intensidad cuyo objetivo es facilitar el aprendizaje acelerado de determinadas habilidades y conocimientos muy focalizados en áreas con alta demanda laboral, como energías renovables, marketing digital o IA. En ellos, se prioriza la práctica y los estudiantes tienen la oportunidad testar sus conocimientos en proyectos reales, de tal manera que se difuminan las fronteras entre aprendizaje e innovación.

 

La formación transversal

La transversalidad es otro de los rasgos definitorios de la renovación de habilidades. La tan temida brecha digital pierde sentido cuando se interioriza que la tecnología está ya presente en todos los órdenes de la vida y del trabajo, y que, en consecuencia, también debe estar integrada de forma orgánica en la formación laboral. Ya se trate de una capacitación de temática puramente tech, como la IA, o de cualquier otra disciplina, desde cocina hasta nuevas narrativas periodísticas, la digitalización va estar, de un modo u otro, muy presente en esos programas.

 

“Sea lo que sea lo que salga por la puerta del futuro, la formación será nuestra mejor baza para enfrentarnos a ello con confianza en nuestras posibilidades”.

 

La tecnología no es el único rasgo que impregna la nueva formación corporativa. La sostenibilidad, entendida en su dimensión más amplia (ambiental, social, económica y ética) también marca claramente el signo de los planes más recientes, dándoles una orientación más solidaria, responsable, inclusiva y diversa. Eso por no mencionar la formación en habilidades blandas como la comunicación, las capacidades organizativas, la tolerancia a la presión, el liderazgo, la influencia social, el pensamiento crítico, la orientación al cliente, el trabajo en equipo o la resiliencia, herramientas, todas ellas, fundamentales para ganar en empleabilidad en cualquier campo. De hecho, según un informe de TestGorila, el 81% de las contrataciones ya se están dirimiendo por criterios que priman las habilidades blandas a los títulos o los conocimientos técnicos.

Eso, por lo que se refiere al hoy. ¿Qué nos deparará el mañana? Quién sabe. Lo que es seguro es, que sea lo que sea lo que salga por la puerta del futuro, la formación será nuestra mejor baza para enfrentarnos a ello con confianza en nuestras posibilidades. Para transformar cualquier potencial amenaza en una ilusionante oportunidad.