Si Simone de Beauvoir pudiera observar nuestra manera de construir una carrera profesional, probablemente comenzaría por desmontar la idea de que existe un único camino válido hacia el éxito. No le interesarían los currículums perfectos ni los ascensos como única medida de valía, pues para ella, la vida y por tanto, también la trayectoria laboral, es un proyecto en constante construcción que apuesta por la libertad, la responsabilidad y la trascendencia. No nacemos con una identidad desarrollada, y por tanto, tampoco con una trayectoria laboral «predestinada», sino que la vamos tejiendo, corrigiendo y, sobre todo, cuestionando.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- El trabajo como proyecto vital
- Identidad profesional en transformación
- Mujeres, carrera profesional y libertad
Simone de Beauvoir y el trabajo como proyecto vital
En la mirada de Beauvoir, enmarcada dentro de la corriente del existencialismo, la libertad no es un estado, sino un acto constante. Ante nosotros se despliegan millones de opciones, cada una con una desembocadura diferente, y es nuestro privilegio y nuestra condena poder elegir y hacernos responsables de esas elecciones. Desde esta perspectiva, el trabajo no es solo una fuente de ingresos ni una manera de ocupar el tiempo. Es, o puede ser, una forma de desplegar nuestro proyecto vital. Un modo de materializar aquello que queremos aportar al mundo. Eso no significa que este camino esté libre de piedras u obstáculos, sino que debemos entender que incluso dentro de las posibles complicaciones hay decisiones que podemos tomar para mejorar nuestro rumbo.
“No nacemos con una identidad desarrollada, y por tanto, tampoco con una trayectoria laboral «predestinada», sino que la vamos tejiendo, corrigiendo y, sobre todo, cuestionando”.
Una de las grandes aportaciones al pensamiento de Simone de Beauvoir y de los existencialistas fue romper con la idea de que la identidad está dada de antemano. Para esta corriente filosófica, ser persona es una tarea, no un punto de partida. En el plano profesional, esto se traduce en dejar de definirnos por etiquetas cerradas y empezar a vernos como sujetos en transformación. El desarrollo profesional no debería ser una escalera rígida, sino un mapa en expansión. En este sentido, preguntarse «¿quién quiero ser en el trabajo?» puede ser más revelador que «¿qué quiero ser?».
Esa pregunta abre espacio a lo inesperado y permite combinar disciplinas, reinventarse, tomar pausas y empezar de nuevo. Aquí es donde el pensamiento de Simone de Beauvoir cobra plena vigencia para iluminar el desarrollo profesional como una experiencia existencial. La filósofa sostenía que el ser humano no es una esencia fija, sino existencia, proyecto, trascendencia, autonomía y libertad. Una afirmación que adquiere una relevancia radical cuando hablamos de trabajo pues no se trata solo de subir peldaños o de cumplir expectativas externas, sino de decidir hacia dónde queremos ir y por qué.
Trascender es dejar una huella en el mundo y si se aplica al trabajo, esto puede traducirse en crear algo valioso, inspirar a otras personas, mejorar un sistema o construir comunidad. No importa tanto el cargo como la intención pues se trata de contribuir, desde nuestro lugar, a una realidad más beneficiosa para todos. Conocer lo que queremos en nuestro desarrollo profesional y las circunstancias para alcanzarlo son claves fundamentales para poder llegar a la famosa autorrealización, que no tiene que ver con un sueldo alto ni con una posición de poder, sino con estar donde queremos estar.
“Trascender es dejar una huella en el mundo y si se aplica al trabajo, esto puede traducirse en crear algo valioso, inspirar a otras personas, mejorar un sistema o construir comunidad”.
Mujeres, libertad y carrera profesional: una mirada necesaria
En su obra El segundo sexo, Simone de Beauvoir desarrolló las circunstancias que dificultan el tránsito vital de las mujeres, que encuentran esas «piedras en el camino» en todas las etapas de su vida solo por el hecho de pertenecer al género femenino. En este punto, su pensamiento nos recuerda que el desarrollo profesional de la mujer no se limita a «llegar a puestos altos», sino a poder elegir con libertad cómo quieren vivir su vida laboral. Requiere condiciones materiales, pero también culturales con modelos diversos, espacios seguros y políticas de corresponsabilidad. En palabras de la escritora Elvira Navarro, según de Beauvoir y los existencialistas: «solo conquistamos nuestra entidad si somos capaces de ir más allá de nuestros condicionamientos biológicos y sociales afirmando nuestra libertad a través de los proyectos que decidimos acometer». Una noción que se puede aplicar a todos los aspectos de nuestra vida: las relaciones, la creación… Y el trabajo.
Así, preguntarse qué diría Simone de Beauvoir sobre tu desarrollo profesional no es una curiosidad intelectual, sino una invitación a pensar tu carrera no como un camino preestablecido, sino como una posibilidad abierta. A elegir con conciencia, a actuar con responsabilidad, a redefinir el éxito, y a construir una identidad profesional que no responda a los moldes ajenos, sino a la libertad más profunda.