Para quienes lideran equipos, la reflexión quizás vaya más allá. ¿Cómo influyen sus propias dinámicas en el resto? Cuando el jefe siempre habla primero, ¿qué señales envía al equipo sobre los participantes con las ideas que más importan? ¿Y si la primera voz que escucháramos no fuera la más habitual, sino aquella que rara vez tiene el foco?
Para impulsar un ambiente laboral inclusivo, los líderes organizacionales, por su parte, afrontan preguntas que tocan la esencia misma de la cultura empresarial. ¿Cómo de explícita es la visión de inclusión que se transmite? ¿Existen espacios reales para evaluar si todos los integrantes de los equipos perciben que tienen un lugar en la mesa? Más aún, ¿cuándo fue la última vez que se cuestionaron los patrones establecidos para identificar si hay personas que sistemáticamente quedan fuera?
Crear microinclusiones va, sobre todo, de cambiar la manera en que observamos nuestro entorno laboral. Las acciones pequeñas, tan simples como una palabra de apoyo o un reconocimiento oportuno, tienen el potencial de transformar las dinámicas de poder, participación y pertenencia. ¿Estamos dispuestos a cuestionar las maneras en que actuamos y lideramos hoy en día para impulsar un ambiente laboral más inclusivo?
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