• 1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño
  • 2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley
  • 3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley

 

Las Tres Leyes de la Robótica, ideadas por Isaac Asimov hace 75 años, ponían de manifiesto un latente temor de la humanidad a un futuro distópico en el que las máquinas podrían tomar conciencia de sí mismas y poner en peligro la supervivencia de su creador. Asimov no fue el primero en anticipar este miedo a ser desplazados por las máquinas, y de ello dejaron constancia Charles Chaplin (Tiempos modernos, 1936) y, en cierta medida, Fritz Lang (Metrópolis, 1927).

Con mayor o menor parecido a aquellas obras de ciencia ficción, esos tiempos modernos han llegado. Nos encontramos ante una era en la que, si bien la robótica no desafía directamente nuestras vidas, la automatización de muchos procesos es tomada como una inquietante amenaza para millones de puestos de trabajo.

Es justo, por lo tanto, preguntarse si debemos ver un colaborador o un enemigo en ese frío brazo mecánico de acero inoxidable que pretende apartar la mano de carne y hueso del trabajador. ¿Hay motivos para oponer resistencia a la robotización del trabajo? ¿O por el contrario es un bien necesario que elevará las condiciones de seguridad y bienestar del empleado?

No hay razón para temer…

Mano robóticaSegún explica en un informe del BBVA Innovation Center el experto en robótica Luis Moreno, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, los robots no van a sustituir a las personas en el trabajo diario. “Los países más robotizados son los países más ricos y los que más empleo tienen. Japón, Corea, Estados Unidos o Alemania no utilizan los robots para sustituir a las personas, no tiene ningún interés hacer eso. Un robot es caro, carísimo, y se aprovecha para mejorar la calidad de los productos. La industria de coches no se robotizó para sustituir a las personas pues posiblemente era mucho más caro el robot, lo que ocurre es que el robot realiza las soldaduras con la máxima precisión”.

… ¿O un futuro con más rivales que aliados?

Sin embargo, según un estudio publicado el pasado año en Alemania por ING, y que contó con la participación de alrededor de dos mil expertos tecnológicos, científicos y académicos, sí existen motivos para que ciertos sectores teman por su futuro laboral. Y es que este informe afirma que durante las próximas décadas el empleo de máquinas y de software informático va a ir reemplazando paulatinamente a la mano de obra hasta que “dentro de 20 años los robots habrán sustituido a 18 millones de personas sólo en Alemania”, un nada desdeñable 59% de la población activa actual en el país germano.

Una industria que tendrá mucho que decir en este proceso será la automovilística, por lo que la opinión de Carlos Ghosn, CEO de Nissan-Renault, es esperanzadora para quienes temen ser desplazados por las automatismos:

Sea como sea, lo que parece seguro que es hombre y máquina estarán condenados a entenderse para construir una simbiosis productiva que nos adentre con garantías de éxito en el siglo XXII.