Antes de su estancia en Estados Unidos y ese giro inesperado de los acontecimientos, Anton Ricafort estudió en tres escuelas primarias distintas en Filipinas. Sus padres se mudaban con frecuencia dentro del país por razones laborales, lo que le llevó a criarse en diversas ciudades y regiones. Los desastres naturales también desempeñaron un papel en esa infancia nómada. “En los años 90, estuve cerca de la erupción volcánica del Monte Pinatubo… Fue una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia reciente. En 1991, mi escuela quedó cubierta por un flujo de lahar volcánico [lodo y cenizas], así que tuve que mudarme a Manila”, recuerda.
Crecer en ese estado de cambio constante marcó su carácter para siempre. “Durante esos años estuve moviéndome de un lado para otro. Así que creo que eso me ayudó a centrarme más en estudiar, en el deporte y en alcanzar metas, en lugar de tratar de encajar socialmente. Como no me quedaba demasiado tiempo en ninguna parte, aprendí a quedarme con las cosas importantes”.
El cemento Portland es el más utilizado en el mundo de la construcción; el nombre le viene dado por su similitud con la piedra extraída de la isla homónima en el Reino Unido. Así que no deja de ser apropiado que un futuro ingeniero civil se mudase junto con su familia a Portland, aunque en este caso se trató de la ciudad estadounidense. Allí, completó sus estudios de secundaria y obtuvo una licenciatura en Ingeniería Civil en la Universidad Estatal de Oregón en Corvallis. “Durante esos años, me centré en convertirme en un ingeniero estructural, cursando numerosas asignaturas en ese campo. Una de mis clases favoritas era la ingeniería estructural de madera. Al estar en el noroeste del Pacífico hay madera en abundancia, y creo que esa es una de las especialidades de esa escuela de ingeniería”, señala.