El mayor de los saltos
A pesar de su éxito deportivo, la familia de Blythe le había inculcado la importancia de una carrera académica paralela a la rutina de entrenamientos, por lo que mientras tanto había cursado estudios en Comunicación en EE. UU. Después de un año buscándose a sí misma en el sudeste asiático, llegó el comienzo de una nueva etapa en la que tocaba dejar atrás los laureles deportivos. “De pronto, te despiertas un buen día y todo eso ha desaparecido. Gran parte de tu identidad está vinculada a lo que hacías y a lo que lograste, y ahora tienes que forjarte un nuevo propósito y una nueva identidad”.
“Tras los Juegos Olímpicos, me dedicaba a archivar documentos en un cuarto y alguien me reconoció. Me preguntaron: ¿Qué haces tú en un sitio como este?”
Tocaba empezar desde cero, y recuerda ese momento con una anécdota: “Creo que la gente que ve los Juegos Olímpicos recordaba mi historia, y me había visto compitiendo y demás. Así que empecé con un nuevo puesto de trabajo en el que me dedicaba a archivar documentos en un cuarto y alguien me reconoció. Me preguntaron: ¿Qué haces tú en un sitio como este?” Tras unos meses en aquel trabajo, surgió la oportunidad de empezar a trabajar en el departamento de RR. HH. de una empresa que hoy se antoja radicalmente distinta de la actual: una petrolera canadiense.
Y el mayor paso adelante
Allí Blythe creció profesionalmente, de becaria a mánager, durante once años. También tuvo dos hijos. Aquella etapa, sin embargo, también tocó a su fin. Con la pandemia, decidieron mudarse a Australia, país de origen de su pareja. Y otra vez vuelta a empezar. Aquí el impacto tuvo que ver más con mudarse a una ciudad de provincias como Mackay tras vivir en grandes núcleos urbanos en Canadá. Por fin, tras entrevistas muy variopintas, retomó su labor en el área de Recursos Humanos, esta vez en la industria de la construcción.
“Aprendí todo lo que pude [acerca de ACCIONA], pero todo lo que había oído antes de comenzar el proceso de entrevistas era francamente positivo”.
“Mi trabajo en el sector de la construcción era muy a pie de obra, casi se podría decir que en la trinchera”, rememora. Y, aunque era una gran oportunidad para aprender, aquí destaca por primera vez la dificultad de ser mujer en un entorno semejante: “Diría que una de las cosas más difíciles de trabajar a pie de obra fue que había cerca de quinientas personas en el proyecto y una compañera y yo éramos las dos únicas madres trabajadoras”.
Y un día llegó una nueva oportunidad. Después de que una compañera suya pasase a trabajar en ACCIONA, la empresa entró en su radar: “Aprendí todo lo que pude [acerca de la compañía], pero todo lo que había oído antes de comenzar el proceso de entrevistas era francamente positivo”.