“Ernesto”, “Jared”, “Eddy”, “Diego”, “la señorita Jessica”, “Byron”, “Claudia”, “Sandra”, “el Migue”… Son nombres que van aflorando una y otra vez en nuestras conversaciones con Danny y Evelyn. Así se llaman los compañeros y las compañeras de ambos en ACCIONA, a los que han ido conociendo a través de su labor en el aeropuerto como lobby agents y, en su etapa más reciente, apoyando en el área de Recursos Humanos en la sede de la empresa en Santiago de Chile. Danny y Evelyn los mencionan desbordantes de afecto, como parte del bagaje emocional y profesional que han acumulado en estos años de trabajo. En ese tiempo han superado grandes retos profesionales, una pandemia y, sobre todo, muchos prejuicios.
La primera de nuestras conversaciones con ellos tuvo lugar en el Día Mundial del Síndrome de Down, una fecha que, como tantas otras celebraciones del calendario, a veces se queda en un gesto. Sin embargo, ambos encarnan este compromiso en el día a día y demuestran toda la riqueza humana que pueden aportar a una organización. Este artículo, confeccionado a partir de varias conversaciones con ellos y la participación de Víctor Andrés Silva, su responsable de Recursos Humanos, es una forma de conocerlos más de cerca.
Una experiencia en el mundo real
“Ahí llegamos el año 19, ahí estuvimos”, rememora Evelyn, la más extrovertida de los dos, cuando nos habla de sus comienzos en ACCIONA. “¿Vinieron con miedo, con alguna clase de duda?”, les pregunta Víctor. “Yo nunca siento miedo, ni si viene un temblor, bueno eso igual un poquito de miedo”, añade la entrevistada. “A mí no me daba miedo”, dice Danny. “Y yo menos”, remacha Evelyn.
Ella y su compañero comenzaron en la contrata de la empresa con la aerolínea JetSmart, en el aeropuerto de Santiago de Chile. Desde el principio, el departamento de Recursos Humanos tuvo claro que lo idóneo era un trabajo de cara al público. “Es crear mucha independencia y autonomía, no es un trabajo en el que estén pegados al lado mío todo el día”, señala Víctor. El objetivo era que estuviesen presentes en la empresa, pero también en la sociedad.
“Ahí estaba atendiendo a la gente, a dónde están viajando…”, nos dice Evelyn, y añade: “Algunos pasan [por las filas] de a uno, otros de tres y de cuatro”. “Yo atiendo a la gente, dónde van… Hago de asistente a pasajeros”, le secunda Danny. “Llevar a una señora con la silla de ruedas que no puede… Viajan a Lima, a Colombia, a Argentina…”, especifica su compañera.
Y así van desgranando sus tareas iniciales, distribuyendo pasajeros en las diversas filas y dando las explicaciones necesarias acerca las puertas de embarque de cada vuelo y destino. Y hablan de pasajeros amables, pero también de algunos “enojados”. En resumidas cuentas, el mundo real, con situaciones de estrés y retos cotidianos.
“Yo atiendo a la gente, dónde van… Hago de asistente a pasajeros” (Danny)
“A la Scarlett yo la quiero mucho”, comenta Evelyn cuando habla de una de sus responsables de planificación, encargada de prepararles las planillas con los datos de los vuelos. Trabajar con la diferencia exige encontrar nuevos caminos para alcanzar la misma meta. Un ejemplo es el enfoque que adoptaron para que Danny llevase a cabo sus funciones a pesar de que no sepa leer. “Teníamos que adecuar una planilla para los vuelos que teníamos, pero visualmente hablando. O sea, un avión iba a Calama y le explicábamos qué era Calama. Entonces, cuando alguien le decía que iba a Calama, él miraba su plantilla y decía: ‘A las 3:15’”, apunta Víctor. Y así, por medio de dibujos representativos de la ciudad destino de los pasajeros, Danny pudo cumplir con su trabajo diario.
El comienzo de todo
Antes de seguir, una mirada retrospectiva. Tanto Evelyn como Danny se criaron en familias afectuosas y con la costumbre de ayudar en casa. “Yo con mami bien, la quiero mucho… En casa yo soy buena para barrer, para doblar ropa. Cocinar, no”, matiza Evelyn, que se crio en el barrio de Maipú, aunque también viaja a menudo a Chillán, donde tienen una casa en el campo, “a ver a algunas de mis tías. Vamos caminando, mirando cosas…”. “Yo a barrer no, me cansa barrer; hago la cama, seco la loza, pongo la mesa para el almuerzo, los servicios, las cucharas, tenedores, cuchillos… Y me gusta la música, me encanta bailar”, añade Danny. “Parece que lo de bailar te lo pegó Evelyn”, apunta Víctor.
Y de pronto la conversación, movida por el entusiasmo, vira hacia los cantantes favoritos de Evelyn: “Yo en la casa también bailo. ¡Bailo toda la tarde! Pongo a Sebastián Yatra, a la Carol G, sí, me pongo a la Princesa Alba… Zumba igual voy, con todos mis compañeros de zumba”. “Yo también bailo zumba”, le dice Danny. “Es que el Danny baila cualquier cosa con Rodrigo Díaz”, le interrumpe Evelyn, en referencia a un conocido maestro de danza de la academia a la que acuden en su tiempo libre.
“Yo en la casa también bailo. ¡Bailo toda la tarde!” (Evelyn)
Pero, volviendo al mundo profesional, ambos tuvieron sendas experiencias laborales previas. En el caso de Evelyn, la compatibilizó con sus estudios escolares: “Yo trabajaba en el Ciel de París en el Portal Ñuñoa [un centro comercial de Santiago], ordenaba ropa, doblando pantalones, los bluyines, esas cosas. Iba con los compañeros del colegio”. Por su parte, Danny se muestra categórico: “A mí no me gustaba el colegio. Me gusta trabajar”. Explica que estuvo trabajando en una tienda de zapatos, pero los compañeros no lo trataban muy bien.
A pesar de la alegría que desbordan en su conversación, a veces se cuelan esos nubarrones, retazos de insensibilidad a los que se han enfrentado en su entorno profesional. Es inevitable pensar que la sociedad chilena, como tantas otras, se encuentra inmersa en un proceso de aprendizaje, una normalización de la presencia de personas como Danny y Evelyn en todas las esferas de la vida. Pero volvamos a su situación actual. “Yo acá me encanta estar aquí, yo me siento cómoda acá”, interviene ella con su locuacidad característica.
Nuevas voces en el seno de la empresa
Ese “acá” es una etapa diferente en ACCIONA con un nuevo cometido. Concluido el contrato con JetSmart y su trabajo en el aeropuerto, las opciones de continuidad de Danny y Evelyn se complicaron. “Hablamos con diferentes líneas aéreas internacionales con las que trabajamos para ver la posibilidad de hacer lo mismo, de conseguirlo para ellos y nos han dilatado un poco el proceso”, explica Víctor. Pero no, ese no podía ser el final del camino. “Entonces yo dije: no lo vamos a dilatar más. Vamos a trabajar en Recursos Humanos con los chiquillos, vamos a buscar tareas, vamos a hacer una bitácora de responsabilidades. Ellos están capacitados al 100% para hacer muchas cosas así”, añade. Y los resultados no se han hecho esperar.
“Me gusta el trabajo más acá que en el aeropuerto… Colocando sillas, ayudando con los volantes…”, apunta Danny. “¡Claro, eres el rey de los volantes!”, le señala Víctor. Y es que, en su nuevo función, Danny y Evelyn han pasado de ser la cara visible ante los pasajeros a la voz de la empresa entre los empleados.
Así, se encargan de repartir los vouchers de comida, ofrecer información, entregar los regalos de Navidad y Semana Santa, y funcionar como enlace entre el departamento de Recursos Humanos y el personal. “Acá abajo tenemos una terraza grande; interactúan con cuarenta o cincuenta personas de entre los trabajadores, y eso les gusta mucho. Vuelven a casa con mucha energía”, comenta Víctor.
“Tenemos una terraza grande; [Danny y Evelyn] interactúan con cuarenta o cincuenta personas de entre los trabajadores, y eso les gusta mucho. Vuelven a casa con mucha energía” (Víctor)
¿Y cuál es su momento favorito en el trabajo? “Yo acá, bien bien, cuando ordenamos las cosas, las sillas…”, explica ella. “Claro, es que ustedes son super organizados”, asiente Víctor. Y es que, además de encargarse del mobiliario, ayudan en la organización del material de oficina, la fotocopiadora y otras tareas cotidianas.
Aunque claro, no todo es de color de rosa, también tienen sus roces. “Mira, yo con Danny en el aeropuerto nos peleábamos. Es que el Danny se enoja conmigo…”, dice su compañera con franqueza. “¡No estaba enojado!”, responde él. “¡Es que Danny me pone nerviosa y no puedo atender a la gente!”, sigue Evelyn. Y Danny rompe a reír.
A pesar de esos pequeños desencuentros cotidianos, Víctor subraya la importancia de las sinergias entre ambos y les dice: “Ya llevan harto tiempo trabajando juntos… Se han acostumbrado, ya son un equipo y se dan cuenta que obviamente juntos se potencian y ofrecen un tremendo valor, una tremenda ayuda”.
“[Danny y Evelyn] ya son un equipo… Se potencian y ofrecen un tremendo valor, una tremenda ayuda” (Víctor)
Es difícil transmitir todo el afecto y la conexión que se respira en las charlas entre Evelyn, Danny y Víctor. Tanto entre ellos como hacia otros compañeros que no están presentes. “Estoy bien acompañada acá. Alguna de la gente me quiere… Yo quiero a todos, a toda la quiero. Yo te quiero a ti, Víctor, con mucho cariño. Como siempre, te voy a querer a ti, a la Mailén, a la Camela Muñoz también la quiero harto”, dice Evelyn apilando nombres propios, uno tras otro. “Yo también te quiero mucho”, le dice Víctor. “Y a Pablo también”, concluye Evelyn para no dejarse a nadie en el tintero.
Compartir mucho más que trabajo
Al final, estos años juntos han supuesto estrechar lazos de una forma que trasciende el entorno laboral. Aquí es cuando Víctor menciona un momento memorable que vivió con ambos: “¿Recuerdas cuando me invitaste a tu cumpleaños, Danny? ¿Cómo te sentiste?”. “Ah, ¿cuándo tú llegaste? Me hizo a lo hondo, me siento feliz, contento, sonriente”. “¡Yo también fui al cumpleaños de Danny!”, reivindica Evelyn, y sigue: “También invitó a los chicos del aeropuerto”. Y Danny hace recuento: “Invité al Toño, a la Nicole, a la Evelyn…”.
“[Cuando viniste a mi cumpleaños] me sentí feliz, contento, sonriente” (Danny)
“Yo la pasé bien, bailé, había pura cumbia”, se queja Evelyn, que prefiere el reguetón. “¡Es que Danny es más cumbiero!”, exclama Víctor entre risas. “Mi madre también estuvo sacando fotos”, recuerda ella. Así, aquel cumpleaños fue también una oportunidad para intercambiar experiencias e impresiones entre los compañeros de trabajo de ACCIONA y las familias. Estas últimas han ido presenciando el crecimiento personal y profesional de los protagonistas de este artículo a lo largo de estos últimos años.
La importancia de la complicidad familiar
El reto del ingreso del mundo laboral de personas como Danny y Evelyn no es solo para ellos. Existen incertidumbres y miedos comprensibles entre los familiares. ¿Podrían desenvolverse sus hijos en un trabajo público, en un lugar tan grande y expuesto como un aeropuerto? Al final todos dieron ese salto de fe y el tiempo les ha dado la razón.
Víctor sintetiza la forma en que han estrechado lazos también con las familias: “Cuando hicimos una celebración grande de cumpleaños [en la oficina] invité también a un papá, para que viera dónde trabajaban todos los chicos. Esto fue como al primer año más o menos trabajando y ahí conoció al equipo… Ahora conocen el trabajo que hacen sus hijos, conocen lo importante que son los chicos y el trabajo protagónico que tienen diariamente”.
Al final, esa confianza se ha reforzado de tal forma que la madre de Danny acostumbra a mandarle a Víctor urritas, un plato típico chileno, a la oficina. Danny también le regaló un gato japonés de la fortuna, de esos que mueven el brazo, “para que lo proteja”. Y eso nos lleva, inevitablemente, al siguiente punto.
“Ahora conocen el trabajo que hacen sus hijos, conocen lo importante que son los chicos y el trabajo protagónico que tienen diariamente” (Víctor)
“Con mi sueldo”
El afecto y la confianza que se han ido forjando en estos años son uno de los beneficios de su trabajo, pero es igualmente importante el hecho de contar con un salario que les ha permitido contribuir a sus familias y contar con recursos para sus gastos personales y hacer regalos como ese gato que hemos mencionado.
“Yo me compro pantalón, camisa, piyama… Tengo tarjeta… Compro hartas cosas”, explica Danny cuando le preguntamos a lo que dedica sus gastos, también adquirió un reloj con GPS que le permite estar localizable para sus padres. “Con mi sueldo”, recalca. Más allá de la compra de estos bienes materiales, queda de manifiesto que ese salario les ha ayudado a ser conscientes de su propia valía.
El camino por delante
Antes de concluir el proceso de entrevistas, Víctor sintetiza estos años de experiencia compartida con estas palabras de agradecimiento: “Les quiero agradecer que siempre están con disposición a poder ayudar. Quiero agradecer el tiempo que pasan conmigo. Siento que han tenido una evolución supergrande con nosotros, que han aprendido y han crecido también con nosotros. Así que por eso hicimos esta entrevista, para que se puedan dar a conocer, porque llevan harto tiempo con nosotros. Son parte muy importante de la empresa”.
“Les quiero agradecer que siempre están con disposición a poder ayudar. Quiero agradecer el tiempo que pasan conmigo. Han tenido una evolución supergrande con nosotros.” (Víctor)
En cuanto al futuro, hay planes de que vuelvan a trabajar en el aeropuerto, compatibilizando la atención al público con sus labores actuales en el edificio corporativo, una vez que se recupere la gestión de vuelos matutinos. No obstante es indudable que Danny y Evelyn, ya trabajen en el aeropuerto o en las oficinas de ACCIONA, seguirán aportando su entusiasmo, y llevando de vuelta a sus hogares toda la energía y las vivencias que les reporta el mundo del trabajo.
Es posible que el mejor resumen de todo esto, el más claro y sencillo, proceda de boca de Danny, al hilo del parón que sufrieron en medio de la pandemia, cuando tuvieron que interrumpir de forma momentánea su trabajo en el aeropuerto: “A mí me gusta trabajar. Yo no quiero quedarme en casa, me aburro”.
En ACCIONA queremos contar con los mejores profesionales, personas que desean invertir su talento en generar un impacto positivo en el planeta. ¿Quieres unirte a este propósito?