La simple firma de un correo electrónico puede encerrar una filosofía de vida. Algo así apunta Elena Navarro cuando estamos terminando la entrevista –a veces conviene empezar por el final– y nos habla sobre la idea de ser siempre eternos aprendices, de saber que ignoramos mucho más de lo que sabemos. “En las firmas de los correos hay mucha gente que enseguida se pone ‘no sé cuántos sénior’. Y yo digo: ay, qué triste. Para mí una persona sénior es la que tiene más que enseñar que aprender. Yo no me lo voy a poner nunca […], siempre tienes algo que aprender, y vas a aprender de todo el mundo. Y a lo mejor hay algo en lo que eres experto y puedes enseñar, pero ¿de verdad eres sénior ya?”.
Esa perspectiva, en cierta forma, es lo que mejor define su idea de la innovación: preguntar y cuestionar siempre. No dar nada por sentado, ni por sabido. Porque, hablando de títulos y firmas de correos, el de Elena es Digital Business Development & Smart Society Manager, pero se podría sintetizar como “Innovadora”. Aunque, eso sí, con los pies en la tierra.
Ella no concibe la tecnología más que como una herramienta para hacer la vida más fácil: a los equipos en ACCIONA que construyen, operan y mantienen puentes, edificios, aerogeneradores o plantas desalinizadoras, sí; pero también a los usuarios finales: los que encienden la luz, circulan en un vehículo eléctrico o abren el grifo. Y eso por la sencilla razón de que, antes de nada y por encima de todo, es ingeniera de caminos.
Ahora sí, empecemos por el principio
Imagina una niña que juega con Lego, esas piezas cúbicas que han costado más de una pisada dolorosa a un progenitor despistado. Sin embargo, no construye castillos ni barcos piratas: lo suyo es más bien diseñar vistas sobre plano de edificios con sus respectivas estancias. Esa niña se llama Elena, nació en Alicante y aún lleva grabado el olor de las hogueras de San Juan y el salitre del mar, aunque se siente más de Hellín, de donde es oriunda su familia.
Su padre es un médico albaceteño, pero un día la pequeña Elena acude a la guardería y su compañera le dice que el suyo es ingeniero de caminos, canales y puertos. Qué profesión más peculiar. Por supuesto, pregunta en qué consiste –lo suyo, no lo olvidemos, es preguntar– y su amiga se lo explica con sencillez párvula.
No tarda en tenerlo claro: eso es lo que va a ser de mayor. Años después, no ha cambiado de opinión: “Me he dado cuenta de que no me equivoqué. Me encanta. Soy una admiradora de las infraestructuras, y dentro de las ingenierías creo que la de caminos es la que más te permite acercarte al mundo real. Es decir, todos vemos una carretera, nos acercamos a un puerto y hemos cogido aviones y vemos las pistas de los aeropuertos”.
“‘Ingeniero’, cuando se escribe en inglés se asocia a motores, pero en español cobra fuerza la vinculación con ingenio; tienes que ser capaz de resolver verdaderos retos que te plantea el entorno”
Aun hoy, siente esa deformación profesional de preguntarse de qué manera se han construido las infraestructuras con las que se va topando y que la mayoría damos por sentadas, como si fueran un mero telón de fondo para nuestros quehaceres cotidianos. Le pasó también al visitar el Guggenheim por primera vez y pensar en los constructores que habían tenido que resolver todo ese jeroglífico curvilíneo. “Ahora que no construyo personalmente, me sigo acercando un poco a las obras como los jubilados, viéndolas desde fuera para disfrutarlas”, explica con una sonrisa.
El arte de construir (y de preguntar)
Antes de llegar a ACCIONA, Elena sí que se fogueó como “ingeniera practicante”. De hecho, apenas había completado la carrera en Valencia, dio el salto a Menorca en 2005 como parte de una beca y, posteriormente, en calidad de jefa de obra. Explica que tuvo suerte y no vivió ninguna discriminación significativa, ni por novata ni por mujer. En gran parte, fue porque se rodeó de un gran equipo, de personas que tenían mayor experiencia, pero respetaban sus conocimientos. Y claro, vuelve a aflorar el arte de preguntar: “Es verdad que yo siempre, y es algo que mantengo, yo pregunto mucho. No me las doy de que lo sé todo, sino que lo que no sé lo pregunto, intento acompañarme”. El liderazgo bien entendido, viene a decirnos a lo largo de la entrevista, es saber aprender y no tener miedo a mostrarlo. O lo que es lo mismo: saber mostrarse vulnerable.
En esa etapa también disfrutó de la oportunidad de gestionar todos los procesos de forma global: “Al ser un sitio tan pequeño […] tenías que llevar todo el equipo, desde la relación con el cliente, la propia ejecución, tu equipo de obra”. Y añade: “Fue de los momentos mejores, en el sentido de que puedes desarrollar el proyecto completo, te dan los planos y el pliego y te dicen: ‘Y ahora esto se construye’. Y empiezas a verlo crecer, a ver que primero excavan, que luego va emergiendo y va pareciendo algo. Al final la obra civil es muy imponente. Cuando terminas una obra, pues ha quedado algo, has hecho algo y la gente lo puede ver […]. Un poco que tus hijos digan: ‘Mamá ha construido ese puente’”.
Ingenio e ingeniería
Pero ¿qué tienen en común esas primeras carreteras y puentes que construyó con su actual puesto, más cercano a la robótica, la inteligencia artificial y el metaverso? Ella misma nos da la clave: “‘Ingeniero’, cuando se escribe en inglés, se asocia a motores [engine=engineer], pero en español cobra fuerza la vinculación con ingenio; tienes que ser capaz de adaptarte, tomar decisiones que afectan a la correcta ejecución y resolver verdaderos retos que te plantea el entorno”. Es ahí, en la resolución de retos desde una mirada innovadora, marcada también por la sostenibilidad, donde ha logrado capitalizar ese ingenio.
La resolución de retos a través de la innovación sería también el detonante del giro inicial en su carrera como ingeniera. A principios de la década de 2010 una crisis inmobiliaria sin precedentes sacudió la mayor parte de las economías mundiales. Elena y su marido no fueron ajenos a ella. Decidieron mudarse a Madrid y explorar las posibilidades de alejarse de la obra y abrir nuevos caminos en la misma empresa, pero orientándose a las nuevas tecnologías: “Aproveché todo el conocimiento que tenía del mundo de las infraestructuras para pensar cómo la tecnología podía cambiar la forma en que se hacían las cosas, desde drones a realidad aumentada, robótica, impresión 3D, vehículos autónomos […]. Me di cuenta de que lo que vas andando en tu carrera profesional te va dando recursos para seguir avanzando y reformularte; dije adiós a lo físico y me adentré en el mundo digital”. También estaba sentando los cimientos –esta vez metafóricos– para su salto a ACCIONA.
“Aproveché todo el conocimiento que tenía del mundo de las infraestructuras para pensar cómo la tecnología podía cambiar la forma en que se hacían las cosas”
Hace cuatro años se cruzó en su vida un departamento de reciente creación en su empresa actual: Digital Hub. En esa reunión le plantearon una pregunta que sonaba a cheque en blanco: “¿Cómo quieres tú que sea el área de las Smart Cities de ACCIONA?”. Elena apostó por la nueva etapa profesional sin vacilar. Esta vez se trataba de construir, pero más bien un departamento y una filosofía de innovación. Apenas eran una decena de personas, pero en estos cuatro años la plantilla se ha triplicado. También han dejado de hablar de Smart Cities para poner el foco en la Smart Society. ¿Cómo y por qué puede una empresa tener un impacto a tan gran escala? Nos lo explica a renglón seguido.
Hoy he estado en el futuro
“Al final, una compañía como la nuestra tiene la ventaja de que somos el escenario perfecto para hacer pruebas en Smart Cities: tenemos alumbrados, tenemos limpiezas, tenemos un montón de soluciones de movilidad que se están utilizando en un contexto ACCIONA. Y esa era una muy buena ventaja para buscar tecnología que cambiase el día a día de las ciudades”. Eso se traduce en numerosas iniciativas en las que se ayuda a cada área, ya sea Energía, Infraestructuras o Agua, a afrontar sus retos con una perspectiva innovadora.
Un ejemplo básico sería un proyecto de rehabilitación integral que ACCIONA ha acometido en un edificio en Sevilla. Allí, sus compañeros han planteado la creación de un banco impreso en 3D para el patio central: una pieza única y fabricada a medida sin el corsé de los encofrados estándar.
Le preguntamos cuáles son las tecnologías más disruptivas en este momento y se decanta, inicialmente, por el metaverso. Y no por la tecnología per se, sino por su aplicación práctica y el enfoque colaborativo que les brinda. “Lo estamos utilizando para reuniones remotas, de equipos que tienen que trabajar en conjunto […] para trainings de operarios que se tienen que enfrentar a situaciones con maquinaria en las que normalmente no se pueden entrenar y que el hecho de hacerlo virtual es lo más próximo a una experiencia real”. Añade que esa conjunción de lo colaborativo y lo inmersivo permite tener a un “profesor delante que te está guiando […], alguien que sabe te está corrigiendo en el momento”.
Otro de los puntales que están desarrollando en el metaverso son los gemelos digitales, esto es, las recreaciones fidedignas de entornos físicos que permiten modelizar el funcionamiento de una instalación e, incluso, intervenir en su funcionamiento. En ese sentido, están desarrollando gemelos digitales de tuneladoras que permitan a los equipos visualizar su comportamiento conjuntamente desde diversas ubicaciones.
“A los jóvenes que vienen les diría que no dejen que les pongan barreras ni se las pongan y que siempre quieran aprender, que pregunten, que busquen respuestas.”
Una de las experiencias que más le han marcado en términos de innovación tecnológica es el uso de los primeros dispositivos de realidad aumentada. “Recuerdo perfectamente el primer día que me probé las primeras HoloLens de Microsoft […]. Recuerdo que nos hicieron una demo en la que veías como si fuera un controlador aéreo: los vuelos, el origen, destino, por dónde estaban en cada momento […]. Yo recuerdo que ese día dije: hoy sí he estado en el futuro”.
Y nos habla, por supuesto, de cómo la inteligencia artificial les está ayudando a analizar millones de datos en su día a día, a extraer conclusiones en las que antes recurrían exclusivamente a la experiencia. Desde las licitaciones y los pliegos técnicos hasta la parte de ejecución de proyectos, la IA ya es el presente: “En esas conclusiones muy rápidas hay un avance real; la inteligencia artificial está ayudando ya a agilizar todos esos procesos”, nos dice.
Si el análisis por medio de IA es importante, no lo es menos la dimensión predictiva. Concretamente, están utilizando inteligencia artificial para predecir factores meteorológicos y su impacto en las carreteras. Por ejemplo, de qué forma puede afectar una nevada a un tramo vial y cómo anticipar el uso de fundentes y máquinas quitanieves.
Un mensaje para los que vienen
La entrevista concluye con una reflexión, nuevamente, acerca de esa intersección entre la innovación conceptual y tecnológica y el mundo físico. De ver crecer las cosas ante tus propios ojos y comprobar el impacto de lo que haces en el mundo real. Dice Elena que ve a informáticos y desarrolladores que se lanzan a trabajar en grandes empresas digitales sin comprender que serán una pieza más del engranaje, un dígito perdido en un mar de bits. “Aquí vas a hacer proyectos reales. Y encima te dejan ponerlos en negocio, y el de negocio se involucra y te cuenta cuál es su casuística; y entonces le preparas un desarrollo y lo estás haciendo con él y lo y lo pruebas y lo ves […]. Es un poco como la obra, que lo ves terminar”.
Hoy sus tres hijos, aún en el colegio, poco a poco empiezan a imaginar su propio futuro profesional. Recuerda que en sus primeros tiempos en Menorca tuvo que pasar largas jornadas a pie de obra y necesitó ayuda para atender a su familia mientras sacaba adelante aquellos proyectos de infraestructuras. Ahora su principal preocupación es ayudarles en sus estudios junto con su marido, transmitirles conocimiento y las ganas de aprender. Esa visión entronca con su última reflexión, esta vez con respecto a ACCIONA y las nuevas generaciones.
A esos, a los más jóvenes, a los recién llegados al mundo laboral, les dedica estas palabras: “Que no dejen que les pongan barreras ni se las pongan y que siempre quieran aprender, que pregunten, que busquen respuestas, que cuestionen las cosas, que no siempre se tienen que hacer así. Eso sí, las ganas de aprender significan que uno no lo sabe todo y hay que escuchar”.
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Afortunadísima mujer que nunca encontró barreras por serlo.
Ojalá todas igual.