La felicidad es, seguramente, el bien más preciado. Aristóteles decía que es el bien supremo. Encontramos la palabra felicidad en las librerías, en los anuncios de refrescos y vacaciones, en las escuelas, en talleres y seminarios, y más recientemente en las organizaciones. Queremos ser felices, y en la medida de lo posible, hacer felices a otros. No obstante, no hay un consenso claro sobre lo que es la felicidad. ¿Qué es realmente la felicidad?

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Qué relación hay entre ‘Human Flourishing’ y la felicidad

Para Aristóteles la felicidad no es el placer. Con todo el respeto, no es la ducha caliente en invierno, ni el aroma de café por la mañana (ambos irrepetibles y necesarios), pero no son felicidad.

Tampoco es el honor, y el reconocimiento. Ser CEO, Founder of XYZ, Catedrática o instagramer… Tampoco lo es la fortuna. Ni menos el satisfacer apetitos.

Para el pensador griego, la felicidad es una acción. Una acción del ánima, de acuerdo con la razón, con el fin de conseguir lo mejor que hay en nosotros. Es ser lo mejor que puedes llegar a ser. Es desplegarse. Desplegarse con todo el potencial. Completarse. En otras palabras, florecer. Este es su sentido: florecer. En los últimos años, el concepto Human Flourishing (florecimiento humano) se ha expandido para ir más allá de la felicidad o la satisfacción con la vida, que pueden ser confundidos con bienestar o placer.

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“La felicidad es una acción que nos lleva a conseguir lo mejor que hay en nosotros”

 

La felicidad según VanderWeele

El profesor Tyler J. VanderWeele, Director del Programa de Florecimiento Humano y Co- Director de la Iniciativa sobre Salud, Religión y Espiritualidad de la Universidad de Harvard, se preguntó que hay más allá del bienestar y la satisfacción. ¿Qué explica el florecimiento? Su artículo publicado acerca de esta cuestión repasa qué conceptos clave deberían incorporarse en la noción de Human Flourishing, y además propone una escala de 0 a 10 para facilitar su operacionalización  (VanderWeele, 2017):

* La felicidad y la satisfacción con la vida. Esta dimensión mide el nivel de satisfacción y felicidad percibida por el propio participante, usando preguntas como: ¿cómo de satisfecho está con su vida en estos días?

* La salud, física y mental. Esta dimensión examina el grado percibido de salud física y mental, a partir de cuestiones como: En general, ¿cómo calificaría usted su salud mental?

* El sentido y el propósito en la vida. Esta tercera dimensión analiza si los participantes perciben que su vida y sus acciones tienen un sentido. Un ejemplo de pregunta en esta dimensión es: En general, ¿en qué medida siente que las cosas que hace en su vida valen la pena?

* El carácter y la virtud. Esta dimensión examina aspectos relativos al carácter como la fortaleza o el autocontrol, a partir de variables como: “Siempre soy capaz de renunciar a algo de felicidad ahora por una mayor felicidad más tarde”.

* Las relaciones sociales . Esta quinta dimensión mide el nivel de calidad relacional, usando variables como “Estoy contento/a con mis amistades y relaciones”

* Una mínima estabilidad financiera y material. Finalmente, la última dimensión asume que es necesario un mínimo de estabilidad financiera para florecer. Para entender su peso, usa preguntas como “¿con qué frecuencia se preocupa usted por poder cumplir con los gastos de subsistencia mensuales normales?”

Tyler J. VanderWeele y su equipo está inmerso en el “Global Fourishing Study”, un estudio que va a involucrar a 240.000 personas de 22 países. Las conclusiones a las que lleguen serán muy interesantes para reflexionar sobre el concepto desde el punto de vista profesional y personal.

La felicidad según Carol Ryff

Carol Ryff, años antes, trabajó en una propuesta en la misma línea, basándose en los grandes clásicos de mitades del siglo pasado, resultando también en un modelo con seis dimensiones que serían los ingredientes para una vida floreciente (Ryff, 1989). Estos son:

  • Tener un propósito en la vida y sentido de dirección (propósito)
  • Actitud positiva de uno mismo, aceptando las cualidades de uno mismo, así como su pasado (autoaceptación)
  • Tener la sensación de desarrollo continuado (crecimiento personal)
  • Tener la habilidad de resistir presiones sociales y actuar (autonomía),
  • Gozar de relaciones de calidad, con afecto y que generen confianza (relaciones positivas).
  • Sentido de dominio y competencia en gestionar el entorno en el que uno viva, trabaja, actúa (gestión del entorno).

Claves para alcanzar el Human Flourishing

Entre los dos modelos de Human Flourishing, observamos interesantes similitudes. Por ejemplo, la necesidad de disponer de relaciones de alta calidad, como ya examinamos en otro artículo. También la de tener un propósito, y ser resiliente. Ambos autores también nos invitan a pensar sobre el rol que el trabajo y la familia tiene en nuestro florecimiento. Son palabras mayores.

En ambos casos, las evidencias indican que una involucración auténtica en ambos roles está ligada a un mayor Human Flourishing. También el hecho de gozar del apoyo de los compañeros, y de las parejas y otros familiares.

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En contra, la inseguridad en el trabajo, las largas jornadas, el estrés, o la falta de autonomía son grandes enemigas del Human Flourishing.

 

“La inseguridad en el trabajo, las largas jornadas, el estrés, o la falta de autonomía son grandes enemigas del Human Flourishing”

 

Por lo tanto, ante este escenario, donde observamos que el florecimiento humano, no es algo únicamente personal, sino también ambiental, es decir el entorno inmediato puede ser un facilitador o una piedra en el camino, ¿qué pueden hacer las organizaciones para fomentar o facilitar el Human Flourishing de sus empleados?

Belinda Carreira, miembro del Grupo Asesor de Salud y Bienestar del Instituto Sudafricano de Contadores Públicos y cofundadora de #SustainableSA, en un interesante artículo sobre qué pueden hacer las organizaciones ante este nuevo reto, nos sugiere tres importantes pasos:

* Mitigar el miedo a la idea de que la inteligencia artificial (IA) nos hace a los humanos más redundantes. A veces dejamos, seguramente de forma inconsciente, que algunos mensajes circulen con más facilidad que otros. Uno es el futuro de la IA y los empleos. Las organizaciones, como actores sociales clave en la sociedad del s. XXI, contribuirían al florecimiento de sus empleados reforzando el mensaje de que las personas seguirán siendo siempre el activo principal de ellas mismas y la IA un buen complemento, y no a la inversa. Ofrecer seguridad al empleado y reducir sus incertidumbres es un paso para el Human Flourishing.

* Reflexionar y articular todos aquellos beneficios que puedan contribuir al florecimiento personal, y que no necesariamente deben tener un coste, o al menos un coste desorbitado. Podrían ser el apoyo en planificar trayectorias profesionales, ofrecer espacios de silencios, formación mindfulness, ayuda en la gestión del tiempo, formación sobre el cuidado del cuerpo, la mente, así como nuevas avenidas y espacios para la creatividad individual y colectiva.

* Reducir el estrés y la carga excesiva del trabajo. Tal y como mostraron tanto los modelos de Ryff como VanderWeele, el estrés laboral, las largas jornadas laborales y la carga de trabajo en general son unas grandes enemigas del florecimiento humano. En cierta manera, lo ahogan. El estrés provoca enfermedades.. En Japón incluso existe un vocablo para definir la muerte por exceso de trabajo, Las organizaciones pueden hacer un esfuerzo para repensar la carga laboral y el estrés generado de cada persona que la componen. También ofrecer contratos dignos, y espacios en los que fomentar relaciones de calidad.

Las organizaciones no tienen la solución, ni la responsabilidad última, pero como actores sociales clave, pueden ser unos buenos facilitadores del Human Flourishing. Son pequeños pasos de calidad para una sociedad más floreciente.

 

Referencias

Ryff, C. D. (1989). Happiness is everything, or is it? Explorations on the meaning of psychological well-being. Journal of Personality and Social Psychology, 57(6), 1069–1081. Retrieved from https://psycnet.apa.org/buy/1990-12288-001

VanderWeele, T. J. (2017). On the promotion of human flourishing. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America, 114(31), 8148–8156. https://doi.org/10.1073/pnas.1702996114