La jornada partida que retrasa la hora de apagar el ordenador, la internalización de las empresas que conlleva el ajuste entre husos horarios diferentes, o el alargamiento del horario de trabajo -con las horas extra normalizadas para algo más del 5% de la población activa-, han contribuido a que el conjunto del ejercicio laboral supere el tercio de las 24 horas que tiene el día. Sumándole las 8 horas de media dedicadas al descanso y los trayectos de casa al trabajo… Apenas queda un cuarto del día para tener vida personal y sociabilizar fuera del entorno profesional. De ahí que el ‘afterwork’ haya gozado de tanto predicamento en la última década, habilitando una nueva dimensión donde suplir con interacciones endógenas las carencias socioculturales exógenas.
Sin embargo, la pandemia ha dinamitado todo tipo de contacto social. Lo ha confinado durante estos últimos 12 meses y amenaza con racionalizarlo a corto y medio plazo. Dosificar las relaciones personales ha sido un imperativo sociosanitario y, aunque el ser humano ya da muestras de hastío, el trabajo a distancia básicamente se quedará igual. Los descansos o las pausas para el café te pillarán en el despacho habilitado en tu casa, de camino a la cocina para poner tú mismo la cafetera en marcha o esperando a que arranque la videollamada de turno. ¿Hemos destapado la importancia del trabajo en la vida social? Parece que sí.
Nuevas dinámicas para socializar en el trabajo
Una parte importante de la vida social en el trabajo se llevaba a cabo en dinámicas de grupo. Ejercicios que se han perdido por el camino. Buena parte se solventarán, principalmente, mediante videollamadas. Y, parcialmente, con reuniones quincenales o mensuales en espacios alquilados con los que combatir la monotonía herciana. Eso, siempre que se trate de equipos afincados en una misma ciudad. Porque aquello de las convenciones y los ‘summit’ quedarán reducidos a la mínima expresión por la complicación y el encarecimiento de la intendencia logística y sanitaria.
La importancia de la vida social en el trabajo, estructurando la jornada correctamente
Y aquí viene el problema. No todas las mentes aceptan por igual los cambios ni el ostracismo sanitario. Por lo que conviene establecer un punto de arranque para ayudar a esas personas a compatibilizar su vida laboral y personal. Promoviendo la asertividad en su entorno, entendiendo que hay muchas maneras, y velocidades, de afrontar la pandemia.