En un proceso comunicativo, sólo un pequeño porcentaje de la información que se transmite se realiza mediante el lenguaje verbal.  Concretamente, y según los expertos, hasta un 80% de lo que transmitimos lo hacemos por la vía no verbal, mientras que el otro 20% se relaciona directamente con nuestras palabras. El antropólogo Albert Mehrabian va más allá y afirma que tan sólo un 7% de la comunicación entre dos personas se realiza a través de vocablos, un 38% mediante la voz, siendo el 55% restante el que representa el lenguaje corporal y gestual.

Sin apenas darnos cuenta, y de una forma casi inconsciente, nuestro cuerpo trasmite constantemente información sobre nuestras intenciones, emociones y personalidad. Los gestos, las expresiones faciales, la postura corporal, el tono de voz y la fluidez del habla, así como la apariencia personal hablan por nosotros y facilitan numerosas señales al interlocutor que tenemos enfrente.  

Entender el significado de los mensajes que trasladamos mediante la conducta no verbal, es clave para comunicarnos de manera exitosa, no sólo en nuestras conversaciones del día a día, sino también a la hora de llevar a cabo presentaciones o exposiciones en público o durante las, tan temidas, entrevistas de trabajo.

Conociendo mejor esos elementos no verbales, y aplicando unos sencillos pasos, podremos salir más que satisfechos de cualquier entrevista de trabajo.

Por lo pronto, intentar controlar nuestra propia gestualidad sería como tratar de dominar nuestra propia naturaleza. Labor, harto complicada. Sin embargo, debemos ser cuidadosos con nuestra gestualidad, puesto que puede acentuar, sustituir o contradecir lo que expresamos mediante las palabras, que son la esencia de lo que queremos transmitir. De hecho, no lograríamos entender su verdadero significado si nuestras palabras no fuesen de la mano del lenguaje corporal y el tono de voz que utilizamos.

 width=La cara, el espejo del alma

Para empezar, tenemos que ser conocedores de que nuestras expresiones faciales son el indicador emocional más delator que tenemos. Con ellas podemos expresar emociones básicas como alegría, miedo, ira, tristeza, asco, desprecio y sorpresa. Y, aunque es cierto que en ocasiones podemos camuflarlas, es prácticamente imposible controlar todos los músculos de la cara de una forma consciente. Por eso, es inevitable pensar que nuestra cara es el espejo más fidedigno de lo que pensamos. Nuestra sonrisa será la mejor carta de presentación. Nos hace parecer afables, simpáticos y seguros de nosotros mismos. De hecho, una sonrisa sincera puede ser la clave para obtener la oportunidad laboral a la que aspiramos.

En cuanto a nuestras extremidades, numerosas investigaciones avalan que, cuanto más lejos del sistema nervioso se encuentra una parte del cuerpo, menos control consciente podemos ejercer sobre ellas. Realizar gestos con los brazos, las manos y el torso ayudan a enfatizar, acompañar o complementar nuestro discurso, para transmitir entusiasmo, vitalidad y confianza, pero si gesticulamos en demasía, mantenemos las manos en los bolsillos, apretamos los puños o cruzamos los brazos en posición de defensa, puede llevar a nuestro interlocutor a pensar que no tenemos las cosas claras y estamos nerviosos. Sería aconsejable no llevarnos las manos a la boca de forma persistente y mantenerlas siempre por debajo del nivel de la barbilla.

En el caso de las piernas y los pies, que curiosamente suelen apuntar hacia aquello que nos interesa, sería recomendable evitar cambiarlas de posición de forma continua, moverlos sistemáticamente o arrastrar los pies, pues denota intranquilidad, preocupación o desinterés.

Establecer contacto visual con el entrevistador, nunca por encima de la altura de los ojos, es un síntoma de transparencia y respeto. No mirar directamente a los ojos puede indicar excesiva timidez o falta de confianza en uno mismo.

A la hora de estrechar la mano del entrevistador hay que tratar de transmitir convicción, fortaleza y seguridad, por lo que hay que apretarla firmemente, sin dejarla muerta o demasiado débil o hacerlo excesivamente fuerte.

 

Tres en uno: postura, voz y apariencia

Nuestra postura corporal debe trasmitir solidez y entusiasmo. Debemos mantenernos con una postura erguida, con los hombros en línea recta con la espalda, no demasiado arqueados, pero tampoco excesivamente relajados. Al sentarnos, tenemos que inclinar ligeramente la espalda hacia delante, en posición de escucha activa. Si la entrevista se realiza de pie, debemos movernos con naturalidad y respetar el espacio de la persona con la que hablamos, para no resultar invasivos. Asimismo, debemos evitar tocar a nuestro interlocutor de forma injustificada y no darle nunca la espalda.

En cuanto a la voz, sería recomendable evitar emplear un volumen muy bajo, pues damos a entender falta de seguridad y timidez. Tampoco sería aconsejable superar el volumen de voz de la persona que nos entrevista, para no resultar intimidatorio, prepotente o dominante.

Otros aspectos que pueden ser objeto de análisis son los tics gestuales a los que recurrimos cuando estamos ansiosos o nerviosos, ya sea tocándonos los ojos, las orejas, la boca o el pelo de forma sistemática o mover un bolígrafo, un anillo o unas gafas impacientemente.

Debemos prestar especial atención a nuestra apariencia y llevar una indumentaria adecuada. Una imagen agradable siempre transmite una buena impresión. Utilizar líneas sencillas de colores claros y neutros, complementos discretos, maquillaje y peinado naturales y zapatos cerrados y limpios. La higiene es un asunto básico, además de perfumarse discretamente.

Desde luego, lo que está claro es que no se pueden sacar conclusiones de un solo gesto por separado, pero un interlocutor avezado sabrá interpretar si nuestro discurso es sincero o estamos intentando ocultar algo. Y ya se sabe que es bastante complicado, por no decir imposible, dar una segunda oportunidad a una primera impresión. Por eso es importante mostrarse como un lienzo en blanco y, ante todo, debe primar la tranquilidad y nuestra expresividad natural.

 

Fuentes: Forbes, Hays, Albert Mehrabian

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