En la era de la hiperconectividad, paradójicamente, crece el sentimiento de soledad. Según un informe reciente, el 11% de los participantes sufren soledad grave. Este porcentaje se ha duplicado desde la irrupción de la pandemia. A menudo, pensamos que la soledad afecta solo a la gente mayor, y que implica, estar solo. Las evidencias nos indican que no tienen por qué ser cierta ni una cosa, ni la otra.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Estar rodeado de gente, pero sentirse solo

El mismo informe publicado por la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia Comillas, nos revela que son los jóvenes quiénes precisamente se han sentido más solos. Mientras un 18% entre los participantes de entre 30 y 60 años y un 14.7% de los mayores de 60 reportan sentirse solos, en el caso de los menores de 30 años el porcentaje aumenta hasta un 31%.

 

“El 31 % de los menores de 30 años se sienten solos”

 

En segundo lugar, la soledad puede suceder, contraintuitivamente, rodeada de gente. Algunos indicios, como el clásico trabajo de Georg Simmel, La Metrópolis y la vida mental, nos sugieren que hay más posibilidades de sentirse solo en una ciudad como Nueva York, que en un pueblo de 300 habitantes. El anonimato, las prisas, lleva a la indiferencia urbana, y esta al sentimiento de soledad.

La soledad, que aún no está claro si es un sentimiento, un proceso sensorial, o una representación mental, es al menos una manifestación de que alguna forma de nuestra vida es insatisfactoria (Wright & Silard, 2021).

Hay insatisfacción en el modo en que nos relacionamos. Por lo tanto, no necesariamente implica una falta de relaciones, sino que estas relaciones nos pueden hacer sentir solos. En este sentido, el actor Robin Williams afirmaba que: “Pensaba que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo era. La peor cosa en la vida es terminar con personas que te hacen sentir solo”.

“Es más probable sentirse solo en una ciudad como Nueva York, que en un pueblo de 300 habitantes”

 

El Ministerio de la Soledad

No obstante, ante los tristes datos crecientes, la soledad sigue estando estigmatizada, trivializada e ignorada. Han sido, sin embargo, dos gobiernos los que han querido poner hilo a la aguja en este tema. El Gobierno británico de Theresa May en 2018, creando el primer Ministerio de la Soledad, y más recientemente Japón, quién siguió sus pasos y los creó en febrero de 2021.

Según el gobierno inglés, 9 millones de ingleses pueden estar sufriendo niveles altos de soledad, y 200.000 personas pueden pasar un mes sin conversar con nadie. Estos dos datos, pusieron al gobierno británico en acción, quien calculó que la soledad puede tener un coste de 2,5 billones de libras al año en forma de rotación de empleados, falta de productividad, enfermedades, necesidades de cuidados y otras consecuencias, lo que supone un coste de casi 10.000 libras por persona y año.

En el caso japonés, la principal razón para afrontar la creación de un Ministerio de la Soledad ha sido el incremento de suicidios. Según su Ministro, Tesushi Sakamoto, la soledad es la nueva lacra del siglo XXI, afirmando que los lazos sociales se han debilitado en Japón, siendo ya más letales que la COVID-19.

En ambos casos, los dos gobiernos tienen claro que, para gozar de una sociedad sana, es vital que sus ciudadanos tengan relaciones de calidad. Por lo tanto, el centro de su política es aumentar la calidad relacional. Y en este punto, el trabajo tiene una importancia cabal. El trabajo puede ayudar a los trabajadores a abordar la soledad y construir conexiones sociales.

 

“Para gozar de una sociedad sana, es vital que sus ciudadanos tengan relaciones de calidad”

 

Los efectos de la soledad en el trabajo

Es cierto que tener un trabajo reduce el riesgo de soledad, pero según el informe del gobierno inglés, no es una garantía suficiente, ya que hay una triple relación entre el trabajo y la soledad:

1) Los sentimientos de soledad no relacionados con el trabajo se pueden dar en el trabajo.

2) Las condiciones en el trabajo pueden aumentar el sentimiento de soledad.

3) El impacto del trabajo, como estrés o largas jornadas laborales, nos pueden invitar a aislarlos de los otros.

Por lo tanto, hay una nueva necesidad de fomentar las conexiones sociales en el trabajo. ¿Cómo pueden las empresas ayudar a los empleados a abordar la soledad y construir conexiones sociales?

Siguiendo algunas de las sugerencias del informe Employers and Loneliness, y, resumiendo su contribución, podríamos destacar tres grandes áreas con medidas en concreto

A) Cultura e infraestructura

Incorporar la conexión con los otros como un valor corporativo. Valores como la competitividad entre compañeros llevan a un aumento de la soledad, valores como la cooperación a una reducción de ésta.

* Identificar de qué manera les gustaría a los empleados conectar con los otros. Es necesario realizar encuestas, así como estudios cualitativos, para conocer cómo poder fomentar una mejor conexión.

* Acompañar en las transiciones. Las evidencias sugieren que un factor de riesgo en la soledad son las “transiciones”, por ejemplo, a una promoción, a otro departamento o una nueva empresa, ya que hay más riesgo de sentirse solo. Por lo tanto, es también necesario pensar cómo acompañar organizativamente en tales transiciones.

* Identificar a una “champion”. El informe propone que en la empresa exista una persona referente en este tema, fomente la reflexión, diseñe programas e iniciativas y promueva el diálogo sobre una cuestión que, culturalmente, tiende a llevarse en silencio.

B) Gestión

* Hacer de la gestión de la soledad una parte de la gestión de los managers. Sería bueno por parte de los managers capacitarse en este sentido y saber cómo fomentar el aumento de conexión con las personas de su equipo, y tener la habilidad de hablar sobre la soledad cuando sea necesario.

* Facilitar el apoyo para manejar conversaciones difíciles. Nunca es fácil hablar de un tema tan íntimo como sentirse solo. Los managers pueden fomentar las conversaciones con tiempo, privacidad, y total confidencialidad. Pero, sobre todo, con su tiempo.

* Mostrar dónde están las fuentes de apoyo. El manager puede también ser un canalizador e informar dónde sus empleados pueden encontrar el apoyo necesario, en caso de que no sean ellos.

C) En la dinámica del propio trabajo

* Crear oportunidades de tiempo y espacio para la conexión. Es necesario buscar nuevos espacios de encuentro, sobre todo, ante la irrupción del trabajo remoto, y los espacios de mesas calientes. Sería bueno fomentar momentos de encuentro físico semanal o mensual. Tiempo y espacio son los ingredientes de la calidad relacional.

* Facilitar una red para los que trabajan en remoto. Para aquellos que trabajen de forma más aislada, es necesario reconocer su trabajo a distancia, y generar una red de apoyo, personas con las que contar en la organización.

Si la soledad es de las grandes lacras del s. XXI, todos los actores sociales deben hacer lo que está en sus manos. ¿Nos sumamos?

 

Referencias

Holt-Lunstad, J. (2018). Fostering social connection in the workplace. American Journal of Health Promotion, 32(5), 1307–1312. https://doi.org/10.1177/0890117118776735a

Wright, S., & Silard, A. (2021). Unravelling the antecedents of loneliness in the workplace. Human Relations, 74(7), 1060–1081. https://doi.org/10.1177/0018726720906013