El concepto coworking se creó en 1999, pero fue en 2005 cuando Brad Neuberg creó el primer espacio de colaboración en San Francisco: un loft donde trabajaban tres freelances. Hoy, se calcula que existen más de 2.000 centros de coworking en todo el mundo.
Estos locales están preparados para acoger a profesionales de cualquier sector siempre y cuando desarrollen su actividad en un entorno y con un material de oficina al uso. Por norma, el local facilita el mobiliario –mesas, sillas, armarios, archivadores…-, conexión a internet, impresora y sala de reuniones. A cambio, el profesional desembolsará una cantidad en función de si necesitará hacer uso del espacio de coworking de manera puntual, durante un determinado período de tiempo o de manera indefinida. En cualquier caso, las tarifas siempre serán mucho menores que las correspondientes al alquiler tradicional de una oficina.
Ventajas del coworking
Según el portal Infojobs, tal y como recoge El Economista, el principal beneficio es precisamente el ahorro económico en alquiler, equipo, conexión a internet, consumo de agua y de electricidad… Ya que los gastos, al estar repartidos entre varios trabajadores, son mucho menores.
Pero no se trata de la única ventaja, ya que las relaciones que se generan dentro de estos espacios de colaboración pueden resultar fructuosas. Profesionales de distintos sectores entran en contacto directo y es posible establecer negociaciones y compartir información laboral de utilidad para ambas partes.
También tiene su parte negativa
Lógicamente, el coworking también tiene una vertiente negativa. Para Infojobs, el primordial inconveniente es que los horarios son sagrados, ya que al cumplirse nuestro tiempo, otro usuario podría estar esperando para comenzar su labor. Así que, al contrario que en una oficina propia, no es posible alargar un poquito la jornada o terminar ese último proyecto antes de finalizar el día.
Además, también hay una falta de privacidad en comparación con el trabajo en un local en propiedad o el teletrabajo, a lo que se unen la posibilidad de existir un ruido –o silencio- excesivo.