El mercado laboral ha sufrido durante los últimos años diversos cambios significativos. Entre ellos, cabe destacar la relación que mantienen las empresas que requieren nuevos profesionales con los candidatos a los puestos ofertados.

Si hace una década eran los empleadores quienes controlaban, de comienzo a fin, los procesos de selección, en la actualidad la situación ha dado un giro de casi 180 grados. MRINetwork, una de las organizaciones más prestigiosas del mundo en el campo del reclutamiento, concluyó en 2015, tras entrevistar a 600 responsables de Recursos Humanos de todo el mundo, que el 90% de los procesos de selección dependen ya de las preferencias de los postulantes. Con este dato se podría decir que estamos en la era del empoderamiento de los candidatos.

“Esto significa que ya no eliges talento. El talento te escoge a ti”, sostiene Cristina Martic, Directora de Marketing y Employer Branding en TalentLyft, una compañía especialista en la generación de software de reclutamiento.

Las organizaciones que más innovan en el ámbito del capital humano y el desarrollo profesional han sabido adaptarse a este nuevo paradigma. Muchas de ellas han utilizado diversas prácticas entre las que se encuentra el Employee Value Proposition (EVP), o Propuesta de Valor para el Empleado.

El principal propósito del EVP es actuar como un imán para atraer al mejor talento. Para ello, según el estudio de Linkedin Global Recruiting Trends 2017, los factores decisivos que hacen que un candidato acepte su incorporación a una compañía son: cómo esta última puede afectar a su carrera profesional y lo estimulante que es el puesto ofrecido, tanto en términos económicos como intelectuales.

Así, un EVP debe destacar las fortalezas del empleo ofertado, de manera que un candidato pueda compararlo con otras posiciones dentro de la misma compañía y/o con empleos similares en otras organizaciones. En este sentido, el Employee Value Proposition debería dar una respuesta clara a las siguientes preguntas de los profesionales: ¿por qué tendría que solicitar este trabajo? ¿por qué he de elegir esta empresa en lugar de otras? ¿qué hay en ella para mí que no pueda encontrar en otras organizaciones? ¿por qué esta compañía es un buen lugar para desarrollar mi carrera profesional?

Claves del EVP para un óptimo desarrollo profesional
El primero de los elementos claves que debe contener un Employee Value Proposition es el conjunto de recompensas tangibles del puesto ofertado: salario y otro tipo de retribuciones, vacaciones pagadas, seguros médicos o equipamientos para el desempeño de su labor en la empresa.

En segundo lugar, debe permitir al postulante visualizar cómo será su trayectoria en la organización. De esta forma, es muy importante que se haga referencia a la estabilidad y a las oportunidades de desarrollo profesional, así como al Plan de Formación.

Las mejores estrategias de EVP incluyen también un apartado centrado en la organización. Peter K. Murdock, miembro del consejo de expertos en Recursos Humanos de Forbes, asegura que, “la gente quiere trabajar para empresas de las que pueda sentirse orgullosa. Resaltar los logros, el historial y los planes futuros ayuda a captar talento”. También habría que incluir en este punto todo lo referente a la cultura empresarial, esto es, misión, visión y valores.

Por último, un buen EVP no debe olvidarse de tratar el ambiente laboral, incluyendo el estilo de liderazgo que existe en la empresa y una descripción lo más detallada posible del trabajo en sí, ya que son aspectos primordiales para un adecuado desarrollo profesional.

Procedimiento del Employee Value Proposition
La primera tarea para generar una Propuesta de Valor para el Empleado con garantías de éxito es identificar y analizar las condiciones de trabajo en la compañía. Para ello es imprescindible contar con la colaboración del equipo de trabajo conociendo sus percepciones y necesidades. Durante esta fase de análisis también es conveniente estudiar a otras empresas de la competencia.

Tras la fase del diseño del EVP, viene la implementación en el conjunto de la organización. Esto correspondería a la cuarta fase, la de difusión: un buen plan de comunicación servirá para transmitir la Propuesta de Valor para el Empleado en todos los niveles de la empresa y para generar, en el mercado laboral, una buena imagen de marca. El último paso consiste en hacer un seguimiento de la propuesta, pues sus resultados son mensurables en términos de cantidad y calidad del talento que se incorpora a la organización.

Como vemos, implementar una buena estrategia de EVP en la compañía no solo potenciará el desarrollo profesional de los trabajadores, sino que, además, incrementará el compromiso de estos con la empresa, evitando la fuga de cerebros de los mejores profesionales.

Fuentes: Forbes, Recruiter Sentiment Study y TalentLyft

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