¿Por qué trabajamos? La pregunta sobre el sentido del trabajo ha sido analizada, cuestionada desde tiempos inmemorables. Actualmente, la reflexión sobre el trabajo, y especialmente, el trabajo “con sentido” (meaningful work) sigue generado un enorme interés.

El trabajo ha gozado de dos visiones, a menudo, contrapuestas. Por un lado, se ha interpretado el trabajo como una obligación, como una carga, como una necesidad para cubrir las necesidades básicas, para sobrevivir: el trabajo como medio. Seguramente sigue siendo la realidad única para muchos trabajadores contemporáneos.

Por otro lado, existen una segunda visión del trabajo, que lo interpreta como una oportunidad de desarrollo personal, como una vocación, como el lugar en el que poder contribuir a mejorar nuestro entorno: el trabajo como fin. Esta segunda visión del trabajo, que podríamos definir como el trabajo “con sentido”, tienen muchas implicaciones positivas para el propio trabajador, su organización, así como para su entorno más inmediato (Duffy & Sedlacek, 2007).

 

Vocación y trabajo: de la Edad Media a la actualidad

Encontramos los orígenes de esta segunda visión del trabajo en la cultura occidental y en sus tradiciones religiosas, especialmente en la reforma protestante. Martin Lutero ofrece un giro al sentido del trabajo, y lo presenta como la posibilidad de encontrar en cualquier posición de la cadena productiva (en cualquier trabajo y su fiel ejecución), un sentido, y con éste, la oportunidad de contribuir al bienestar general. Estas concepciones de trabajo con sentido, de vocación, se han secularizado e incorporado en el mundo corporativo. Hoy en día, hablamos en nuestras organizaciones de “sentido”, “vocación”, “misión”.

No obstante, hay unas diferencias claras entre a definición clásica del trabajo como vocación en la Edad Media, y la definición de trabajo como vocación contemporánea. En la Edad Media, el trabajo vocacional se explicaba por una suerte del destino, era la vocación quién elegia la persona, y esta vocación, este trabajo con sentido implicaba importantes sacrificios. La definición de trabajo como vocación contemporánea es distinta. La persona es quién elige la vocación, en cierta manera es un auto-destino, y está lo hacer pensando en sus pasiones, sus habilidades, en cierta manera buscando su felicidad y la de su entorno. Por lo tanto, hemos pasado de la vocación que elige a la persona a la persona que elige la vocación, de la fuerza del destino al auto-destino, y de los sacrificios al bienestar y felicidad.

¿Puede un zoo representar el concepto de vocación y trabajo?

Dos investigadores, Bunderson y Thompson, quisieron profundizar más en la noción contemporánea del trabajo como vocación, y para ello escogieron un colectivo sumamente interesantes: los cuidadores de animales en los zoológicos (Bunderson & Thompson, 2009). Este colectivo es interesante ya que por un lado están capacitados con muy altos niveles educativos (el 82% disponen de una carrera universitaria) pero a la vez, perciben unos salarios muy bajos, disponen de muy pocas oportunidades de promoción, y sus trabajos se pueden considerar físicos, y hasta “sucios”.

Entre sus tareas están la de limpiar heces, fregar recintos, sanear jaulas, y alimentar animales. No obstante, este colectivo altamente cualificado, con salario bajo, con pocas oportunidades de promoción, son capaces de hacer meses y años de voluntariado para conseguir “su” posición. Para los investigadores, entender este colectivo, es una oportunidad hermosa para entender el concepto de trabajo vocacional contemporáneo.

Más de 900 cuidadores de animales de 157 zoológicos y acuarios de Estados Unidos y Canadá participaron en el estudio. La primera cuestión que los investigadores quisieron comprender es porque escogieron esta profesión. Y entre las razones, surgieron dos grandes narrativas. Por un lado, los cuidadores expusieron que han tenido siempre una predisposición “natural” hacia este trabajo, siempre les ha gustado el trabajo con los animales, y además han sentido que disponen de las habilidades, talentos y capacidades para cumplir con exceso sus responsabilidades. Una segunda narrativa es que el trabajo en cierta manera les había descubierto a ellos, se había revelado, se había desvelado. En definitiva, el trabajo les empujaba a ellos, asemejándose más a la tradición clásica de vocación y trabajo que a la noción moderna.

Para Bunderson y Thompson el estudio no terminaba aquí. Querían comprender también las implicaciones percibidas de gozar de un trabajo vocacional. Observaron que el trabajo vocacional de los cuidadores no solo generaba implicaciones positivas, sino también de negativas. Era una espada de doble filo. Por un lado, sus resultados mostraron que ciertamente su trabajo vocacional les aportaba un alto sentido de pertinencia (identificación ocupacional) que a la vez explicaba su percepción de tener un lugar en el mundo. Ellos mismos contaban que lo que les gusta no era limpiar las jaulas, sino saber que limpiando jaulas estaban aportando su contribución a la sociedad. Y es en este “saber que limpiando aportan” donde radica el quid de la cuestión. Son conscientes que con sus tareas diarias (limpiado, saneando, alimentando, cuidando) preservan la fauna, conciencian al público, en definitiva, mejoran el mundo.

 

Sacrificio y vocación, ¿de la mano?

Sin embargo, hay otra cara de la moneda. Los cuidadores perciben que su responsabilidad moral les impone sacrificios profesionales y personales importantes. Destacan tres: 1) los sacrificios monetarios, debidos a los bajos salarios, 2) los sacrificios laborales relacionas con el realizar un trabajo físico, exigente, y peligroso, y el 3) los sacrificios familiares que supone la disponibilidad total, que va más allá de las horas establecidas (por ejemplo, al tener que acudir debido a la enfermedad o nacimiento de un animal). En cierta manera, nunca minimizan su deber, su responsabilidad moral siempre se impone, implicando importantes sacrificios.

Para Bunderson y Thompson la gran contribución del estudio, es que, aunque existe una nueva concepción del trabajo vocacional, como aquel trabajo que es escogido para la persona, basado en sus pasiones, sus habilidades, y relacionado con la felicidad y el bienestar, sus evidencias sugieren que los cuidadores parecen estar más cercanos a la noción clásica de trabajo vocacional que a la noción contemporánea. Los autores la definen como una visión neoclásica más que contemporánea, donde el trabajo se revela en cierta manera, donde la responsabilidad moral se impone, y donde la narrativa del sacrificio sigue teniendo peso.

Podemos pensar que es un simple trabajo más, con un colectivo muy específico. No obstante, es interesante aplicar el trabajo de Bunderston y Thompson a tantos otros campos: maestros, trabajadores sociales, profesionales de la salud. ¿Qué porcentaje de nuestra población goza de un trabajo con sentido? ¿Para cuantos de nuestros empleados el trabajo es solo un medio? ¿Para cuantos es un fin? ¿Cuáles son las implicaciones positivas y negativas del trabajo vocacional para la persona?  ¿y la propia organización, hay implicaciones negativas del trabajo vocacional? Es una necesidad perentoria comprender con mucho más detalle el trabajo con sentido, y todas sus implicaciones. Bunderston y Thompson nos han contestado algunas preguntas, pero sobre todo lo que han hecho, es abrir muchas más.

Fuentes:

Bunderson, J. S., & Thompson, J. A. (2009). The Call of the Wild: Zookeepers, Callings, and the Double-edged Sword of Deeply Meaningful Work. Administrative Science Quarterly, 54(1), 32–57.

Duffy, R. D., & Sedlacek, W. E. (2007). The presence of and search for a calling: Connections to career development. Journal of Vocational Behavio, 70, 590–601. https://doi.org/10.1016/j.jvb.2007.03.007