Durante décadas, la narrativa de la creatividad ha girado en torno al arquetipo del genio solitario. Ese individuo brillante que se aísla mientras gestiona sus tormentas internas. Pensemos en Don Draper, el protagonista de la aclamada serie Mad Men. Draper representaba al creativo por excelencia: testarudo, dominante y hermético. Su despacho, con las puertas cerradas, se convertía en el santuario donde gestaba ideas brillantes y campañas inolvidables.
Pero ese despacho también era una barrera. Draper, encerrado en sí mismo y sus pensamientos, simbolizaba ese modelo de creatividad que excluye, que obliga al resto a esperar resultados en lugar de contribuir al proceso. Con este ejemplo paradigmático, Albert Morillo arranca su libro Diseño de procesos creativos, una obra en la que sienta las bases de su metodología de cocreación en el ámbito creativo.Y es que el modelo individualista que ejercía Don Draper ha ido evolucionando a lo largo del tiempo y han surgido nuevas formas de generación de ideas. Una de ellas se basa en la diversidad de pensamiento gracias a la involucración de los equipos. En este caso, la creatividad cero hace de un ejercicio de introspección, sino es el resultado de la conexión entre personas con perspectivas diferentes. Es aquí donde la cocreación irrumpe como un nuevo enfoque.
¿Qué voy a leer en este artículo?
El poder de la cocreación
La cocreación cambia las reglas al abrir el proceso creativo a un equipo, donde cada integrante aporta un pedazo de su experiencia y conocimiento. Es un modelo que no distingue entre profesionales “creativos” y “no creativos”. Cualquiera puede participar, porque las ideas innovadoras nacen precisamente de esa intersección entre disciplinas que parecen, a primera vista, incompatibles.
Además, fomenta una cultura de confianza, respeto e innovación dentro de su equipo. Al valorar las diferentes opiniones y alentar los comentarios constructivos, crea un entorno en el que los miembros de su equipo pueden aprender unos de otros, probar nuevas ideas y superar desafíos juntos.
Por supuesto, adoptar la cocreación como modelo predominante no significa la ausencia de retos. Sin orden ni herramientas, puede que los debates no lleguen a buen puerto. ¿Cómo encontrar un equilibrio eficaz entre creatividad, estructura y colaboración?
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Metodología y herramientas para cocrear con eficacia
Como explica Albert Morillo en su libro, estructurar el proceso creativo en etapas claras y accesibles es clave para fomentar la colaboración. Según el autor, estas metodologías permiten que los equipos trabajen en la misma hoja de ruta, maximizando el potencial colectivo sin perder el rumbo. Además, un proceso bien diseñado asegura que todas las voces sean escuchadas, algo esencial para fomentar la inclusión de todas las personas implicadas.
Estas son algunas recomendaciones para implementar con éxito la cocreación en tus equipos.
1. Establecer qué se quiere conseguir o solucionar
Antes de lanzar cualquier iniciativa de cocreación, es crucial tener claro qué problema se quiere resolver o qué oportunidad se desea explorar. Esto asegura que todas las personas implicadas trabajen alineadas desde el principio.
Herramientas útiles:
- Planteamiento de problema: redacta el problema en formato pregunta. Por ejemplo, “¿Cómo podemos reducir los tiempos de entrega en nuestros procesos?”.
- Mapa de empatía: ayuda a entender las necesidades de los usuarios finales visualizando lo que piensan, sienten, dicen y hacen.
- Mapa de partes interesadas: identifica quiénes están implicados directa o indirectamente, clasificándolos según su grado de influencia y relevancia.
Por ejemplo, si una empresa busca mejorar la experiencia de atención al cliente, podría usar un mapa de empatía para comprender realmente cómo viven los usuarios sus interacciones actuales y, a partir de ahí, diseñar soluciones enfocadas.
2. Contar con los perfiles correctos
Para un proceso de cocreación es esencial invitar a personas que puedan aportar valor a la conversación. Es importante buscar la diversidad en perspectivas diferentes, más allá de los equipos internos habituales.
Puntos a tener en cuenta:
- Diversidad de roles: conviene incluir voces distintas, como diseñadores, técnicos, ingenieros…
- Experiencia y motivación: es preciso asegurarse de que tienen el interés y el conocimiento necesario.
- Capacidad de participación: hay que verificar que disponen de tiempo y recursos para sumarse al proceso.
Por ejemplo, si se trabaja en una solución tecnológica, no se debe convocar únicamente a desarrolladores. Si añadimos a alguien del entorno de atención al cliente o incluso a un usuario habitual, obtendremos perspectivas más completas sobre lo que puede funcionar.
3. Definir las normas fundamentales
Para que una sesión de cocreación sea fructífera, todos los participantes deben sentirse cómodos, seguros y escuchados. Por eso necesitas establecer normas claras desde el inicio.
Reglas sugeridas:
- Respetar todas las ideas, incluso las que parezcan heterodoxas.
- Escuchar activamente sin interrumpir.
- Proponer críticas constructivas, dejando de lado la actitud de mero juicio.
4. Usar las tácticas más útiles
La cocreación requiere recursos prácticos que faciliten el intercambio de ideas y el trabajo en equipo. Elegir las herramientas adecuadas marcará la diferencia entre el éxito y la frustración.
5. Prueba y error
La cocreación no es un proceso que empieza y termina en una única sesión. Es importante probar, recibir comentarios, ajustar y volver a probar.
Cómo hacerlo:
- Antes de finalizar una idea, pruébala internamente o con una muestra de usuarios clave.
- Recoge sus impresiones, tanto positivas como negativas, y úsalas para mejorar la propuesta.
- Analiza qué aspectos de la solución están funcionando bien y qué elementos necesitan ajustes.
La cocreación no solo transforma la manera en que trabajamos, sino que también refuerza los lazos dentro de los equipos y mejora los resultados finales. Al seguir estos pasos —definir el problema, implicar a las personas correctas, establecer reglas claras, usar herramientas adecuadas, y perfeccionar las ideas propuestas—, podremos implementar procesos cocreativos efectivos y sostenibles. Esta metodología no solo abre la puerta a mejores soluciones, sino que también fomenta un entorno donde todos sienten que sus contribuciones importan.
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