Piensa en la plaza de cualquier barrio. ¿Cómo crees que era hace cincuenta años? Un lugar sencillo, rodeado de adoquines y farolas, donde los vecinos se reunían para conversar y los comerciantes ofrecían sus productos en los días de mercado. Ahora piensa en esa misma plaza hoy. Probablemente sea un espacio mucho más dinámico, con cafeterías al aire libre, eventos culturales y una mezcla de personas de distintas edades, orígenes y culturas.
Lo que antes era un punto de encuentro local es ahora un nodo de interacción global, lleno de nuevas historias y significados. La plaza cambió, sí, pero lo hizo en respuesta a las necesidades y transformaciones de su entorno.
Las organizaciones funcionan de forma parecida. Según la teoría de sistemas abiertos, planteada por el biólogo Ludwing von Bertalanffy, cualquier sistema –ya sea una plaza, un ecosistema o una empresa– evoluciona en interacción con su entorno. Las organizaciones, lejos de ser entes rígidos o aislados, son estructuras vivas que dependen de lo que pasa a su alrededor para mantener su relevancia, responder a desafíos y prosperar.
La gran pregunta es cómo lograr ese equilibrio entre la necesidad de adaptarse al cambio y mantener una identidad propia. En ese juego de fuerzas, entender las empresas como sistemas abiertos quizá sea la clave para imaginar modelos más dinámicos y preparados para enfrentar el futuro.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- El origen de la teoría: de la biología a la empresa
- Adaptarse al cambio
- Equipos multidisciplinares
- Factores externos
El origen de la teoría: de la biología a la empresa
A mediados del siglo XX, Ludwing von Bertalanffy, científico de origen austríaco, planteó que los organismos vivos no podían ser entendidos como entidades aisladas, sino como sistemas abiertos. En otras palabras, describió cómo los seres vivos interactúan de manera constante con su entorno, intercambiando materia, energía e información para mantenerse vivos y adaptarse a los cambios.
Esta idea rompía con la visión mecanicista tradicional, que veía a los organismos como máquinas cerradas y autónomas. Según Bertalanffy, la supervivencia de cualquier sistema se basaba en su capacidad para adaptarse continuamente a un entorno en transformación. La clave no estaba solo en lo que ocurría dentro, sino en cómo respondía a las influencias externas.
“La supervivencia de cualquier sistema se basaba en su capacidad para adaptarse continuamente a un entorno en transformación”.
Con el tiempo, esta teoría trascendió los límites de la biología y empezó a aplicarse en otras disciplinas, como la sociología y la psicología. Sin embargo, fue en el campo de la gestión empresarial donde encontró un terreno especialmente fértil.
Las organizaciones, al igual que los seres vivos, operan en entornos cambiantes y necesitan adaptarse para sobrevivir y prosperar. Desde esta perspectiva, no son estructuras rígidas sino sistemas dinámicos que dependen de su interacción con factores externos como el mercado, la tecnología y los cambios sociales.
Este enfoque marcó un cambio crucial en cómo se gestionan las empresas. En lugar de buscar estructuras completamente cerradas y predecibles, la teoría de sistemas abiertos destacó la importancia de la flexibilidad, la innovación y la capacidad de respuesta en tiempo real. ¿Cómo se consigue esto? Aquí va una explicación.
La flexibilidad como pilar de los sistemas abiertos
En la naturaleza, los organismos que no logran adaptarse a los cambios de su entorno están condenados a la extinción. Lo mismo ocurre con las organizaciones.
Las empresas afrontan desafíos que van desde la digitalización hasta la sostenibilidad ambiental, y hacerlo con un enfoque de sistema abierto puede marcar la diferencia. Esto implica no solo adaptarse a los cambios, sino también participar activamente en ellos, definiendo nuevas tendencias y contribuyendo a transformaciones positivas en su entorno.

Equipos multidisciplinares: el motor de la innovación
En un mundo cada vez más interconectado, donde los desafíos son complejos y las soluciones simples ya no bastan, los equipos multidisciplinares se han convertido en un motor clave para el cambio y la innovación dentro de las organizaciones. Según la perspectiva de los sistemas abiertos, las organizaciones necesitan integrar diferentes perspectivas y conocimientos para adaptarse a los continuos cambios de su entorno. Los equipos multidisciplinares encarnan esta idea al unir habilidades y experiencias diversas para afrontar retos desde ángulos nuevos.
Además, trabajar en este tipo de equipos rompe con los silos tradicionales dentro de las empresas, fomentando un flujo de ideas más libre y enriquecedor. Esto no solo permite resolver problemas existentes, sino también anticiparse a futuras necesidades, algo vital en un mercado donde la velocidad de cambio no da tregua. En el marco de las organizaciones como sistemas abiertos, los equipos multidisciplinares no son solo una suma de expertos, son la chispa que enciende la innovación.
“Los equipos multidisciplinarios encarnan esta idea al unir habilidades y experiencias diversas para afrontar retos desde ángulos nuevos”
Factores externos: la diversidad cultural como oportunidad
En el entorno actual, las organizaciones no son islas, sino que están conectadas con los factores externos que moldean su manera de operar y evolucionar. Entre estos elementos, destacan la diversidad cultural, las tendencias globales y las necesidades de los clientes como piezas fundamentales para impulsar la inclusión efectiva y el desarrollo dinámico.
La diversidad cultural es un recurso inagotable de ideas y perspectivas que puede enriquecer cualquier organización. Más allá de cumplir con estándares de diversidad, abrazar las diferencias culturales permite a las empresas adaptarse mejor a los contextos en los que operan.
¿Cuántas empresas conoces que operan en decenas de países y que han tenido éxito en cada uno de ellos porque han aprovechado la riqueza cultural de cada lugar para enriquecer su oferta? Restaurantes de comida rápida, cafeterías, etc.
Por otro lado, las tendencias globales, desde la digitalización hasta la sostenibilidad, influyen directamente en las expectativas y comportamientos de los clientes. Adoptar un enfoque de sistema abierto implica no solo seguir estas corrientes, sino participar activamente en su definición.
Tras tomar en consideración todos estos factores, la cuestión que nos queda por dilucidar es de qué forma se aplica en nuestros propios entornos. ¿Estamos abordando los cambios con agilidad? ¿Fomentamos la colaboración entre perspectivas diferentes? ¿Vemos la diversidad como una oportunidad? Invitar a la reflexión es el primer paso para transformar cualquier desafío en una puerta hacia el futuro.
Fuentes: