Cada año se publican en todo el mundo rankings que son de gran interés para aquellas personas que dan un gran valor a su futuro profesional, bien porque están finalizando su formación académica y van a afrontar en pocos meses su salto al mercado laboral, bien porque quieren dar un nuevo paso en su carrera que, tras una profunda reflexión, pasa por poner su talento a disposición de otra organización.
Al final, y en plena era de la globalización, los nombres de quienes ocupan las primeras posiciones de este tipo de clasificaciones se repiten en casi todos los países. Son compañías que destacan no tanto por sus exorbitantes cifras de resultados, sino, sobre todo, por su gestión del capital humano en sus distintas facetas: el clima laboral, la cultura empresarial, los procesos de selección y contratación o la política retributiva.
A partir de algunos rankings de gran prestigio, como Best Places to Work o Best Workplaces España, el trabajo de investigadores expertos en la cultura empresarial, y la experiencia de destacados personajes del mundo de los negocios es posible identificar los rasgos comunes que, desde el punto de vista de los recursos humanos, definen a las que podrían ser perfectamente calificadas como “empresas extraordinarias”.
Uno de ellos es dar un valor estratégico a la comunicación como uno de los pilares fundamentales de la política de recursos humanos, niveles en los que también juega un desempeño fundamental el liderazgo. Y es que, un valor añadido en la gestión de los recursos humanos es contar con un líder fuerte y con credibilidad, que sea capaz de transmitir a los empleados a dónde quiere llegar la organización y por qué es una buena idea la meta fijada.
Por otra parte, las empresas extraordinarias transforman, y no por medios coercitivos, sino motivacionales, la forma de pensar de sus empleados y, por ende, sus capacidades y resultados.
Otro elemento diferencial que dota de excelencia a las organizaciones es que se preocupan por identificar, alimentar y premiar el talento de los trabajadores. Esto último es perfectamente compatible con una cultura de disciplina que, combinada con una ética de empresariado da lugar, tal y como señala Jim Collins, un conocido consultor de negocios estadounidense, a “ una química mágica de alto rendimiento”.
Tampoco conviene perder de vista que la cultura empresarial de las compañías que ocupan mejores posiciones en los rankings apuesta por crear equipos en los que se mezclan experiencia y juventud, así como aquellas que hace una gestión inteligente del ciclo de vida de los trabajadores, que requieren calidad en los objetivos por puestos que incrementen su motivación.
Las empresas extraordinarias también tienen en su ‘ADN’ el gen de la innovación, puesto que las ideas son, al final, el mejor activo con el que cuenta una organización.
A modo de coda, también pueden considerarse como otros rasgos que dan un carácter extraordinario a una compañía, dos breves reflexiones: la primera, de Vala Afshar, el evangelista digital de Salesforce, que señala que “la confianza tiene que ser el valor central de cualquier empresa”; la segunda, del primer ejecutivo de Great Place to Work for All, Michael C. Bush. Este último apunta que “si vamos a llamar a una empresa ‘excelente’ tiene que ser buena para todos”. Esto es, también para sus trabajadores.
Fuentes: Forbes, Great Place to Work, Best Workplaces España, Jim Collins, El Español