Fue Kurt Lewin, el psicólogo alemán, el responsable de acuñar el término feedback o retroalimentación en los años 40 del siglo XX. Lo utilizó para estudiar procesos grupales y como herramienta para modificar los comportamientos. Sin embargo, el término no procede de la sociología, sino del flujo de información en sistemas automáticos como los cohetes de la Segunda Guerra Mundial. Gracias a esa información, los cohetes podían rectificar su rumbo en tiempo real.

Hoy, para algunos el feedback puede evocar temor o incomodidad. Pero puede convertirse en una oportunidad para mejorar y crecer.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Puedes descarar la infografía en PDF aquí. 

El desafío de dar y recibir feedback

La cultura del feedback es, por naturaleza, algo complejo. Aunque pueda parecer una simple interacción, en realidad roza aquellas fibras sensibles de nuestro instinto humano. ¿Por qué nos cuesta tanto darlo o recibirlo? Las barreras que lo dificultan no solo son prácticas, sino profundamente psicológicas y emocionales.

Miedo al conflicto

Una de las razones más comunes para evitar el feedback es el miedo a lo desconocido. A menudo, imaginar las posibles reacciones de la otra persona evita que hablemos con sinceridad. La idea de provocar un enfrentamiento o herir sensibilidades puede ser suficiente para que muchos prefieran guardar silencio.

Deseo de aceptación

Como seres sociales, nuestro instinto de pertenencia es poderoso. La aceptación por parte de nuestro entorno asegura nuestra supervivencia en términos emocionales. Criticar, o incluso aceptar críticas, puede percibirse como una amenaza a nuestras conexiones con los demás, de ahí que evitemos arriesgarnos a incomodar.

Mentalidad cortoplacista

Mantener la armonía superficial muchas veces pesa más que abordar problemas reales. Pensamos en las ventajas inmediatas de evitar un posible conflicto, ignorando que a largo plazo esta decisión puede limitar el crecimiento personal o colectivo.

 

La paradoja de la cultura del feedback

Autores como Sheila Heen y Douglas Stone han explorado esta resistencia al feedback desde una perspectiva distinta. En su libro Thanks for the Feedback, describen una paradoja que define esta lucha interna.

 

infografia-People-aprender-pedir-feedback-Castellano

Por un lado, valoramos los comentarios que nos ofrecen nuevas perspectivas y nos ayudan a crecer. Queremos mejorar, ser la mejor versión de nosotros mismos. Pero, por el otro, anhelamos sentir que somos aceptados tal y como somos, con nuestras fortalezas y debilidades.

Superar estas barreras comienza con un cambio en la forma en que vemos el feedback. En lugar de verlo como una amenaza, podemos aprender a considerarlo una herramienta que puede impulsar tanto nuestro desarrollo como nuestras relaciones con los demás. Reconocer que el crecimiento personal y profesional no existe sin incomodidad nos ayuda a aceptar la cultura del feedback.

 

“Reconocer que el crecimiento personal y profesional no existe sin incomodidad nos ayuda a aceptar la cultura del feedback”.

 

La Ventana de Johari y la cultura del feedback

El autoconocimiento es uno de los pilares fundamentales para crecer tanto personal como profesionalmente. Sin embargo, entendernos completamente puede ser un desafío. Aquí es donde entra en juego la Ventana de Johari, un modelo desarrollado por los psicólogos Joseph Luft y Harrington Ingham en los años 50, que nos ayuda a comprender cómo percibimos y somos percibidos por los demás.

Los cuatro cuadrantes de la Ventana de Johari

Este modelo se divide en cuatro áreas o “ventanas”, cada una representando distintos aspectos de nuestra personalidad y comportamiento:

  1. Área libre (open area): Es la parte de nuestra identidad conocida tanto por nosotros mismos como por los demás. Incluye información, habilidades y comportamientos que son visibles y fáciles de reconocer. Este cuadrante es el ideal para expandir, ya que promueve la transparencia y la confianza en nuestras relaciones.
  2. Área oculta (hidden area): Aquí reside todo lo que sabemos de nosotros mismos, pero preferimos no compartir con los demás, ya sea por miedo, vergüenza o deseo de privacidad. Reducir este espacio puede ayudar a generar conexión auténtica y honestidad con quienes nos rodean.
  3. Área ciega (blind area): Este es el espacio donde se encuentran nuestras “zonas ciegas”, aspectos de nosotros mismos que los demás notan, pero de los que no somos conscientes. Es aquí donde la cultura del feedback juega un rol crucial, brindándonos la oportunidad de descubrir aquello que no podemos ver por nuestra cuenta.
  4. Área desconocida (unknown area): Representa lo que ni nosotros ni los demás saben sobre nosotros mismos. Es un territorio inexplorado que puede revelarse a través de experiencias nuevas, reflexión profunda o incluso retroalimentación inesperada.

El papel del feedback en la expansión de la ventana

La retroalimentación se convierte en una herramienta clave para ampliar el área libre al disminuir el área ciega. Por ejemplo, cuando un colega nos señala cómo nuestro tono de voz afecta la dinámica de las reuniones, nos brinda información de la que antes no éramos conscientes. Esta revelación, aunque a veces incómoda, nos permite ajustar nuestro comportamiento y mejorar nuestras interacciones.

De igual forma, cuando compartimos aspectos de nuestra área oculta con otros, promovemos la transparencia y enriquecemos nuestras relaciones, lo que incrementa la confianza mutua.

cultura del feedback

Esto no solo fortalece la conexión personal, sino que también permite a los equipos y organizaciones trabajar de manera más efectiva y cohesiva.

 

Fomentar el autoconocimiento para crecer

La Ventana de Johari nos recuerda que no podemos navegar este viaje solos. La cultura del feedback, junto con la voluntad de explorar nuestras zonas desconocidas, nos acerca al ideal de una vida más consciente y plena. Reflejar sobre lo que aprendemos de los demás nos pone en un camino continuo de crecimiento y descubrimiento propio.

Trabajar conscientemente en expandir nuestra área libre es mucho más que un ejercicio de introspección; es un compromiso con nuestro desarrollo. Al reducir las áreas ciegas y ocultas, nos posicionamos mejor para enfrentar desafíos, construir relaciones auténticas y alcanzar nuestra mejor versión.

Recibir y dar feedback no es tarea fácil, pero los beneficios que ofrece superan ampliamente los retos. Desde enfrentar las barreras emocionales y psicológicas hasta reconocer el inmenso valor que aporta en nuestro desarrollo, la retroalimentación es una herramienta poderosa para crecer. Más que una crítica, el feedback es el puente hacia un futuro de constante mejora.