La pandemia y las medidas para prevenir su propagación están provocando un aumento desproporcionado de la tasa de desempleo de las mujeres (en comparación con los hombres), así como reduciendo su cantidad total de horas de trabajo. De hecho, según la estimación de la ONU, en este 2021 la crisis del coronavirus hará que 47 millones de mujeres y niñas caigan en la pobreza. Además, el teletrabajo, los cierres de los centros escolares y los aislamientos domiciliarios decretados han supuesto que “la desigual distribución de las tareas de cuidados en el ámbito del hogar preexistente haya tenido un impacto asimétrico afectando, sobre todo, a las mujeres”.
Y es que el coronavirus “puede hacernos retroceder 25 años en igualdad para las mujeres” —así lo ha señalado la especialista Anita Bhatia—. Pero para que eso no ocurra, es necesario que el sector económico y sus empresas, públicas y privadas, sigamos fomentando la diversidad y la igualdad en el trabajo, recogiendo también los numerosos beneficios que trae consigo la equidad de género, en la empresa y en la vida. No en vano, el liderazgo femenino podría ser el rival más eficaz contra el COVID-19.
Beneficios de la igualdad de género en el trabajo y en la ocupación de altos cargos
Un dato revelador: un 60% de las personas licenciadas en Europa son mujeres, pero representan poco más de un 13% en los puestos de dirección. ¿Por qué siendo tantas las trabajadoras cualificadas llegan tan pocas a los altos cargos? La Comisión Europea define el techo de cristal como una “barrera invisible resultante de un complejo entramado de estructuras en organizaciones dominadas por varones, que impide que las mujeres accedan a puestos importantes”.