En Esta casa es una ruina, la comedia de 1986, el personaje de Tom Hanks acude al banco para solicitar una hipoteca, a lo que el banquero le responde que primero necesita una casa para poder usarla como garantía. Y algo parecido sucede a veces en el mundo laboral con las posibilidades de obtener experiencia en puestos que, a su vez, requieren experiencia para llegar a ellos.

“Mientras llevaba a cabo mi trabajo de fin de carrera, me postulé para diversos trabajos, pero me rechazaban una y otra vez por falta de experiencia”, recuerda Amal. “Se suponía que tenías que trabajar para obtener experiencia, pero era un poco difícil conseguir el trabajo sin tenerla previamente”.

En esta entrevista hablamos con Amal de muchas cosas, pero se reducen a una muy importante: contar con alguien que te dé una oportunidad y la posibilidad de aprender sin que importe los años que llevas en el sector o si eres hombre o mujer. Y, sin más prolegómenos, comenzamos.

 

Mucho más que química

Aunque dudó al principio entre ser doctora o ingeniera, o incluso desarrollar su carrera como arquitecta en vista de que se le daba bien dibujar, al final se decantó por la ingeniería química, que cursó en la Universidad Nacional de Qatar. “Pensé que, en vista de que se me daba bien la química, investigaría las carreras donde esa disciplina estuviese presente. Y así es como me decidí por la ingeniería química”.

Pronto, aquella carrera que había elegido simplemente por su habilidad para manejar fórmulas en el instituto empezó a mostrarle otras cosas. “Tras cursar la carrera, comprendí que la ingeniería química es mucho más que química: es matemáticas, física, procesos, termodinámica; son muchas cosas”.

Amal Khalid - trabajadora ACCIONA en las instalaciones con casco y gafas

“Entre el segundo y tercer año en ingeniería me enamoré del control y diseño de procesos”.

Cuando estaba a mitad de la carrera hizo otro descubrimiento. “Entre el segundo y tercer año hice un curso de control y diseño de procesos. Fue entonces cuando comprendí que me encantaba lo que estaba haciendo y lo que había elegido estudiar, ya que durante el primer año eran asignaturas generales. Se puede decir que me enamoré del control y diseño de procesos”.

Tres lecciones

Antes de terminar la carrera, Amal hizo unas prácticas en una empresa petroquímica, en el sector de aditivos del petróleo. Así que estaba trabajando para el enemigo, le decimos bromeando. “Sí, puede decirse que era el enemigo”, responde riendo. “Como ingenieros químicos, al haber estudiado el proceso de diseño de una refinería, teníamos la esperanza de conseguir un contrato como ingeniero nada más terminar la carrera y trabajar como ingeniero químico en un campo petrolífero”.

“Así que hicimos una beca en una empresa local, y ese año fue cuando me llevé una verdadera sorpresa con la ingeniería química. Cuando llegué allí, tuve mi primera experiencia en un entorno netamente masculino. No había ninguna chica. Solo estábamos las cuatro becarias; me hico entender la clase de dinámicas culturales y desafíos profesionales a los que se enfrentan las mujeres en un entorno técnico”. Ella venía del mundo universitario donde había “muchas mujeres, aunque no fuese una universidad mixta”. Así que esa fue su primera lección.

“Queríamos ver los equipos y la planta, pero nos dijeron que no era apropiado, que no era seguro”.

En esa compañía, superado el impacto inicial de la falta de representación, estuvo “tres meses”. Y aquí llegó el segundo aprendizaje. “Teníamos limitaciones en lo que podíamos hacer. Queríamos salir a ver los equipos y la planta, pero nos decían que no era apropiado, que no era seguro. En lugar de eso nos dijeron que nos quedásemos en la sala de reuniones, que revisáramos documentación y estudiáramos. Sabíamos que era para que estuviésemos protegidas, pero lo que queríamos era tener experiencia práctica”.

Amal Khalid - trabajadora ACCIONA con casco

Y añade que esa sobreprotección no solo se daba en la planta: “También es algo que se da en los hogares; es algo cultural que no es necesariamente malo. No es algo que me disguste, está motivado por un deseo de protección, de no exponernos a situaciones en las que podamos sufrir dificultades”.

Luego, tras completar las prácticas y terminar su tesis sobre el desarrollo de un nanogenerador piezoeléctrico “que convierte la energía mecánica en electricidad, lo que puede utilizarse en dispositivos como los chips que monitorizan las constantes vitales”, se dispuso a buscar su primer empleo, lo que supuso un golpe de realidad.

“Y entonces hablé con mi padre y le dije: ‘Baba, yo quiero trabajar’. Y él me dijo que no me preocupase, que intentaría encontrarme algo. Porque donde vivo no vas imprimiendo copias de tu CV y repartiéndolas por ahí”. Y explica que la forma más habitual de encontrar trabajo en su país es por medio de contactos. “Pero siempre decían lo mismo, que en la industria del petróleo y gas lo que buscaban eran hombres o que hacía falta experiencia”. Y ahí llegó la tercera lección.

Amal Khalid hablando con un compañero en las instalaciones

¿Tienes ganas de aprender?

Amal tomó una determinación: “Voy a hacer lo que sea, no pasa nada, aunque me cueste”. De modo que empezó a trabajar desempeñando funciones de entrada de datos, como administrativa y hasta recepcionista en un hospital. Pero había una pequeña ingeniera dentro de ella que pedía salir a gritos. Un día vio una oferta de trabajo en una empresa del sector que se llamaba ACCIONA. Era para un puesto de entrada de datos, pero quizá esa fuese una puerta por donde entrar.

Recuerda que se tomó el día libre, se preparó y acudió a la entrevista. “Estás sobrecalificada para este puesto, pero guardaremos tu currículum. Si hay alguna oportunidad, te llamaremos”, le dijeron. “Me quedé muy triste”, recuerda. Aunque el revés tuvo su lado positivo: “Me alegra que eso pasara; fue entonces cuando leí acerca de la empresa y me di cuenta de la visión que tenía. Vi todas las plantas de ACCIONA en el país. Leí sobre la energía renovable y todo lo que hacían. Me impresionó la ambición de sus planes para el país y que afirmaran que contribuyen, aproximadamente, al 48 % de la producción de agua de Qatar”. Así que quizá había estado bebiendo agua de ACCIONA sin saberlo, bromeamos. Y ella sonríe al pensar en la idea.

Y un día sonó el teléfono. Al otro lado de la línea una voz le dijo: “Nos ha llegado tu currículum y nos gustaría celebrar una entrevista”. Y Amal explica que le hablaron de la iniciativa 50/50 de igualdad de género y que estaban interesados en su perfil. El entrevistador le planteó diversas preguntas acerca de sus conocimientos sobre membranas de desalación y ósmosis inversa que Amal contestó satisfactoriamente. “Y luego me dijeron que les gustaría entrevistarme en persona en su oficina o su planta. No hay palabras para decir lo mucho que me alegré. Me emocionó”.

“Mi entrevistador me dijo que ACCIONA estaba interesada en contar con personas sin experiencia, pero con ganas de aprender para poder enseñarles”.

Y aquí señala algo que ya hemos adelantado: “Cuando me llamaron, me impactó mucho porque siempre que me presentaba para un puesto me pedían experiencia. Y yo les decía que no la tenía como ingeniera, pero que me encantaría obtenerla”. Estaba vez la respuesta fue distinta: “No te preocupes. Queremos personas sin experiencia, pero que tengan ganas de aprender para que podamos enseñarles. Mientras estés dispuesta a empaparte de conocimiento, no hay ningún problema”.

 

Amal Khalid viendo unos documentos con un compañero

Al poco tiempo Amal ya estaba trabajando como controladora de procesos, su asignatura favorita en la carrera, en la planta de desalación Umm Al Houl de ACCIONA en Qatar.

El salto a la sostenibilidad

Cuenta Amal que, incluso cuando trabajaba en aquella primera empresa de aditivos petroquímicos, pensaba en los peligros para la atmósfera y el medio ambiente. “Con ACCIONA era distinto. Había nuevas tecnologías. Hasta que llegó ACCIONA, todas las plantas operaban con gas natural como combustible. Sin embargo, pidieron a ACCIONA que planteara un proyecto basado en energía renovable, con la idea de que hace falta en centrarse en cosas que sean menos dañinas para el planeta, que hace falta protegerlo”.

Nuestra entrevistada hace una pausa y dice: “No es que lo diga yo. Me encargué de una ponencia en un evento de ACCIONA. Habían invitado a la directiva de nuestra planta y al CEO de RAF3. Tras la presentación, celebraron un debate y esos veteranos de la industria afirmaron que ACCIONA había marcado la diferencia en nuestro país”.

Trabajo de campo (y sesiones educativas)

Y sus padres estaban satisfechos, ¿no? “Estaban contentos, sí… pero había un problema”. ¿Y eso? “Cuando conseguí el trabajo, el entrevistador me dijo que no habría distinciones entre hombres y mujeres en mi puesto”. Y eso abarcaba todo: desde el trabajo en la planta hasta los turnos de noche. “¿Cómo vamos a dejarte sola en la planta?”, preguntaron sus progenitores. A lo que ella les respondió: “Ya soy una adulta. ¿Cuántos años llevo intentando encontrar un trabajo en el que haga esto? Dejadme que lo intente. Si hay algún problema, estoy dispuesta dejarlo de inmediato”.

“Una de las cosas que te enseñan en ACCIONA es que tienes que salir en busca del conocimiento. Aquí lo tienes, ven. No esperas a que te lo den como si fuera una papilla. No, tienes que preguntar; y siempre habrá alguien que te responda”

Y así Amal comenzó su primer día como ingeniera en la planta de Umm Al Houl. Aunque había otras mujeres en administración y seguridad, recuerda que el primer día era la única mujer en la sala de control de procesos, lo que se conoce como LCR. Uno de los directivos de ACCIONA visitó la empresa y habló con los trabajadores para anunciar la política de contratación de mujeres y la necesidad de mostrar respeto en todo momento. “Esa charla me hizo sentir segura y, al volver a casa, le dije a mis padres que ACCIONA no se limitaba a meter a mujeres en un ambiente masculino, sino que se preocupan por ti y educan a los compañeros de trabajo”.

“Al principio me costó, pero en lo que se refiere al trabajo propiamente dicho, yo sabía que podía hacerlo. Yo creía en mí misma, pero también recibí mucho apoyo”. Y añade: “Una de las cosas que te enseñan en ACCIONA es que tienes que salir en busca del conocimiento. Aquí lo tienes, ven. No esperas a que te lo den como si fuera una papilla. No, tienes que preguntar; y siempre habrá alguien que te responda”.

Y así Amal comenzó su primer día como ingeniera en la planta de Umm Al Houl. Aunque había otras mujeres en administración y seguridad, recuerda que el primer día era la única mujer en la sala de control de procesos, lo que se conoce como LCR. Uno de los directivos de ACCIONA visitó la empresa y habló con los trabajadores para anunciar la política de contratación de mujeres y la necesidad de mostrar respeto en todo momento. “Esa charla me hizo sentir segura y, al volver a casa, le dije a mis padres que ACCIONA no se limitaba a meter a mujeres en un ambiente masculino, sino que se preocupan por ti y educan a los compañeros de trabajo”. “Al principio me costó, pero en lo que se refiere al trabajo propiamente dicho, yo sabía que podía hacerlo. Yo creía en mí misma, pero también recibí mucho apoyo”. Y añade: “Una de las cosas que te enseñan en ACCIONA es que tienes que salir en busca del conocimiento. Aquí lo tienes, ven. No esperas a que te lo den como si fuera una papilla. No, tienes que preguntar; y siempre habrá alguien que te responda”.

Había logrado el puesto a pesar de su inexperiencia, ahora le faltaba ajustar cuentas con otro aspecto de su vida laboral: tocar y sentir las máquinas con sus manos, hacer trabajo de campo. “Estuve dos meses haciendo ese trabajo y pude verlo todo. Examiné las tuberías e identifiqué componentes clave como las bombas, los filtros y los aparatos de ósmosis inversa a presión. Recorrí a pie todos los edificios, desde la zona de entrada y pretratamiento del agua hasta el edificio de procesos químicos, y preguntaba todo el rato: ‘¿Qué es esto? ¿Para qué sirve?’”.

Y sintetiza la filosofía de su nueva empresa casi como una frase de Confucio: “Obrarás y obtendrás experiencia. Preguntarás y se te responderá”.

“Quisiera destacar que ACCIONA es una de las primeras empresas en poner ingenieras en trabajos de campo en Qatar”.

Poco a poco fueron llegando más mujeres. “Me alegraba cada vez que pasaba. Estaba encantada cada vez que venía una chica nueva. Ahora hay dos operadoras de campo, dos en mantenimiento y dos en la LCR, así que seis en total”. A lo que añade: “También creo que es importante destacar que ACCIONA fue una de las primeras empresas en el sector del agua en Qatar en poner a ingenieras en trabajos de campo. Ver cómo han sido pioneros en dar oportunidades a mujeres en el campo de la ingeniería es verdaderamente inspirador”.

En el cerebro de una desaladora

Amal nos explica su día a día. Fundamentalmente, la desalación consiste en dos fases: la captación y preparación del agua, por un lado, y su posterior desalación y mineralización por el otro. “Controlamos todo lo que sucede en la planta desde que entra el agua del mar, la forma en que se obtiene y los parámetros del agua que se produce, hasta que llega a las membranas de ósmosis y llegamos al resultado final”.

La desalación por ósmosis inversa es un proceso complejo, nos dice. “Tras obtener el agua del mar, pasa por diversas fases de pretratamiento para garantizar su calidad antes de llegar al sistema de ósmosis inversa. Empezamos por la flotación por aire disuelto (DAF, por sus siglas en inglés), luego la filtración de disco (DF) y luego la ultrafiltración (UF), lo que supone el último paso en la purificación”.

Y prosigue: “Las membranas de UF son fundamentales para eliminar las partículas en suspensión restantes. Esas membranas requieren una limpieza periódica, tanto con agua como por medio de algunos componentes químicos, para garantizar su rendimiento y prolongar su vida útil”.

Amal khalid en las instalaciones con un compañero

“(En mi puesto) hay que estar alerta todo el tiempo, nunca te aburres”.

Habla de cada válvula, de cada indicador, como un organismo vivo que conoce, en gran parte, gracias a ese trabajo de campo inicial. “Anticipar posibles averías de los equipos es una gran responsabilidad, sí, pero todo eso sucede en la LCR porque ahí se puede ver todo. Estás rodeada de pantallas, pero lo ves todo. Necesitas estar alerta todo el tiempo”. No se aburre, ¿verdad? “No, siempre hay acción”, dice riendo. Por suerte, la planta también está empezando a apostar por tecnologías de inteligencia artificial para llevar a cabo un mantenimiento predictivo.

Un lugar donde ser escuchada (y crecer)

Antes de concluir, nos explica alguna de las cosas que más le satisfacen de su trabajo en ACCIONA. “Siempre tienes la oportunidad de dar tu opinión y proponer mejoras, algo que no es habitual en muchas empresas. Me alegra haber encontrado esas cosas en ACCIONA. No es un entorno en el que te limites a seguir órdenes. Puedes hablar de las distintas soluciones y encontrar la mejor. Eso me gusta mucho”.

Al final de la conversación nos explica algo que, además de una importancia real, tiene un valor simbólico incalculable: “Conseguí mi certificación como ingeniera trabajando aquí. Aprobé mi UPDA, que es una certificación oficial con la que se reconoce legalmente a los ingenieros y se les permite trabajar en Qatar”.

“Aquí siempre tienes la oportunidad de desarrollarte o aprender más. Y quiero crecer de maneras que sean beneficiosas para mí, pero también para la empresa”.

Aparte de esa certificación, ha participado en un programa para licenciados en el que se enseña gestión de proyectos, estrategia y finanzas. “Si quieres crecer en tu carrera, también tienes que centrarte en aprender la parte de negocio y de gestión de proyectos. Es algo que animo a todo el mundo a hacer; aprendí muchísimo”. Y concluye: “Aquí siempre tienes la oportunidad de desarrollarte o aprender más. Y quiero crecer de maneras que sean beneficiosas para mí, pero también para la empresa”.

Podemos decir que la carrera profesional de Amal ha sido una carrera de obstáculos hasta alcanzar sus metas: tuvo que superar los miedos de sus padres, la falta de oportunidades por su inexperiencia y los recelos de sus empleadores para contar con ella en el trabajo de campo. Por suerte, encontró un lugar donde conseguir todo lo que se proponía.