Una reciente exposición en la Royal Academy de Londres muestra los dibujos que Victor Hugo hacía en los márgenes de sus cuartillas, “con lo que quedaba de tinta” en su pluma mientras daba forma a obras inmortales como Los miserables. Sorprende la maestría con que dominaba el trazo y lo arriesgado de las composiciones. De hecho, los entendidos afirman que, de haberse dedicado a la pintura, habría sido uno de los grandes.
Por desgracia, la vida suele exigir que tomemos bifurcaciones y raramente desarrollamos todo nuestro potencial en todas nuestras facetas. Christian Balic, a su manera, podía haber sido muchas cosas, desde pianista a jugador de baloncesto, pero eligió ser ingeniero de caminos.
Además, quiso ejercer su profesión lejos de su lugar de origen, movido por el deseo de ensanchar su espíritu y crecer como persona en otros países. Y es lo que ha conseguido por medio de su trabajo en ACCIONA, que al poco de acabar la carrera le ofreció la posibilidad de instalarse en Filipinas. No lo dudó y esta entrevista nos mostrará por qué lo hizo y algunas de las lecciones aprendidas en la bifurcación vital que ha escogido.
La “oveja negra” de la familia
A veces los padres desaconsejan seguir una carrera artística ante la incertidumbre laboral y económica que entraña. En el caso de Christian, sin embargo, sucedió más bien lo contrario: su hermana es actriz, su madre solista de violonchelo y su padre profesor de clarinete y saxo, mientras que su tío es solista de violín en la filarmónica de Baltimore y su tía es una pianista de renombre. Lo lógico, casi lo inevitable, hubiera sido que siguiese los pasos del clan de los Balic Stefanovic. Sin embargo, a pesar de haber estudiado piano durante diez años, lo tuvo claro: “Yo soy el único que a los trece o catorce años le dije a mis padres: oye, la música se me da bien, pero no es lo que quiero hacer”. Y añade entre risas: “Soy la oveja negra de mi familia”.
Su objetivo era otro: intentar emular a leyendas del baloncesto yugoslavas como Drazen Petrovic o Vlade Divac. Porque no lo hemos dicho, pero la madre de Christian es croata y su padre, serbio. La joven pareja decidió unir su destino mientras su país se desintegraba en la guerra de los Balcanes. Fue cuando hicieron las maletas para escapar a España, allá por 1989.
“Yo soy el único que a los trece o catorce años le dije a mis padres: oye, la música se me da bien, pero no es lo que quiero hacer”
Volviendo a Christian, el joven estudiante optó por marcharse a Estados Unidos en el último año del instituto. Allí buscaba conseguir una beca con el objetivo de pasar después al baloncesto universitario. “En España no podía seguir jugando a deporte de alto nivel y estudiar bien, era una cosa u otra”. Christian jugaba de alero hasta que, a los pocos meses de llegar a EE. UU. ese sueño se quebró. Concretamente el ligamento cruzado anterior de la rodilla. Tocaba volver a España.
La ingeniería de lo visible
Pero aún quedaba hacer la Selectividad en EE. UU., que le tocó en Nueva York. Cuando llegó el momento de los exámenes se alojó en casa del hijo de un amigo de su madre. Y ahí se decidió también la carrera que iba a cursar. Pero no por los resultados de la Selectividad, sino por aquel amigo de la familia que le enseñó algo de lo que hacía en su trabajo: infraestructuras. “Me gustó y dije: voy a hacer Caminos, porque lo que hacemos es muy visible. En Aeroespaciales al final puede que hagas un cohete o lo que sea, pero una vez que lo lanzas, ya no lo ves”, reflexiona con pragmatismo.

La carrera la cursó en la Universidad Politécnica de Madrid, aunque la rehabilitación de la rodilla lo penalizó. “El primer año prácticamente lo perdí, pero bueno, ya al segundo año me puse las pilas”. Le atraían las infraestructuras hidráulicas, ya fueran puertos o presas. Y eso le llevó a elegir como proyecto de fin de carrera el estudio de la erosión de la línea costera de Costa Rica debido a la subida del nivel del mar en el parque nacional Corcovado, una región donde se acumula “el 2,4 % de la biodiversidad del planeta”. ¿Por qué Costa Rica? “Fue con una beca de la Fundación Entrecanales, aunque por aquel entonces no sabía que iba a acabar trabajando para ACCIONA”.
“Dije, voy a hacer Caminos, porque lo que hacemos es muy visible. En Aeroespaciales al final puede que hagas un cohete o lo que sea, pero una vez que lo lanzas, ya no lo ves.”
En paralelo, hizo labores de voluntariado. Bajo el paraguas de una asociación fundada en la escuela llamada Caminossinplástico. “En el Parque Nacional de Corcovado no hay población, ni tiene ríos que desemboquen desde el interior de Costa Rica, pero la playa está absolutamente repleta de plásticos”, nos cuenta. “Ese plástico a lo mejor lleva ahí quince o veinte años y es porque en el Pacífico hay una gran isla de plástico que arrastran corrientes desde el sudeste asiático”. Un mundo globalizado en el que un envoltorio desechado en Tailandia acaba en una playa costarricense.
Christian también ostentaba varios títulos de submarinismo, así que se lanzó a investigar el efecto de los plásticos y microplásticos en los corales del parque nacional donde también estaba estudiando la erosión de la línea costera. Ambos proyectos —el de voluntariado y el de fin de carrera— orbitaban en torno a la protección medioambiental. El primero para analizar los efectos de la contaminación oceánica y el segundo al objeto de diseñar estructuras capaces de salvaguardar las casetas de los guardaparques de los embates del mar sin interferir en el medio ambiente. Aún quedaba el máster que acometió a su vuelta a Madrid. ¿El tema? El desarrollo de un parque eólico marino en Asturias. Infraestructuras y energía renovable. Como se puede apreciar, las bases para el salto a ACCIONA ya estaban sentadas.
ACCIONA como vocación
En el segundo año del máster, tras la beca con la Fundación Entrecanales, Christian estrechó los lazos con su actual empresa. “Prácticamente desde mi segundo año de carrera ya sabía que quería trabajar en ACCIONA porque combinaba esa parte de construcción y de energía renovable que me llamaba la atención; es una de las constructoras más enfocadas al medio ambiente y con esa sensibilidad. Yo lo tenía claro, y, de hecho, fue la primera a la que apliqué”.

“ACCIONA es una de las constructoras más enfocadas al medio ambiente y con esa sensibilidad. Yo lo tenía claro, y, de hecho, fue la primera a la que apliqué”.
Así que, antes de concluir el máster, Christian ya estaba trabajando en ACCIONA, “en la parte de desarrollo de negocio en Madrid”. “Yo tenía claro que quería salir de España y empezar por construcción, trabajando en obra”, añade. “Cuando estaba acabando el máster me ofrecieron la opción de Filipinas o México. A mí me interesaba tanto Filipinas en sí como la tipología del proyecto”. Corría el año 2021 cuando nuestro entrevistado hizo por fin las maletas.

Acercar un aeropuerto a Manila
Nos pone en contexto: “A unos 90 km de Manila hay una ciudad que se llama Clark, que es la antigua base militar americana y tiene un aeropuerto internacional. El aeropuerto de Manila, que fundamentalmente tiene dos pistas de aterrizaje, no se puede ampliar por las casas que hay alrededor”. La solución al reto correría por cuenta de ACCIONA.
“Nuestro proyecto consiste en una línea ferroviaria para acortar el trayecto desde el aeropuerto internacional de Clark hasta Manila”.
“La idea es conectar el aeropuerto internacional de Clark con Manila, para que la gente pueda llegar al aeropuerto internacional de Clark, coger un tren y volver a su casa de Manila en cuarenta y cinco minutos. Ahora mismo el trayecto oscila entre dos horas y media y cinco horas, dependiendo del tráfico”. El proyecto, en definitiva, era la construcción de una línea ferroviaria.
Christian nos hace un cursillo acelerado de equipos de construcción: “En nuestro proyecto tenemos un equipo que se encarga de las tierras, de básicamente prepara el terreno para que posteriormente entre el equipo de pilotes, subestructura y finalmente superestructura. Yo empecé en obra siendo parte del equipo de tierras y posteriormente pase a ser parte del equipo de pilotes y subestructura”.
“En cuatro años pasé de la nada a llevar una parte considerable del presupuesto del proyecto”.
Pero lo acelerado no es solo la explicación, sino también su ascenso profesional. “Al año y medio pasé a tener un pie en obra y otro en la oficina porque ya cogí algo más de responsabilidad”. Aunque eso solo fue el principio: “En estos últimos tres años y medio he acabado responsabilizándome de tierras, pilotes y subestructura. En cuatro años pasé de la nada a llevar una parte considerable del presupuesto del proyecto”.
¿Y a qué responde esta progresión profesional? “Hay mucha gente que se cansa de vivir en el extranjero, sobre todo en países en vías de desarrollo, y se marcha del país, por lo que quedan posiciones libres. Lo positivo es que gente con poca experiencia puede crecer mucho dentro de la empresa”.
También nos cuenta algo acerca de sus motivaciones en el día a día: “Me gusta lo que hago porque me gusta trabajar en equipo, con gente, ver movimiento. No me motiva estar todo el día delante del ordenador solamente con una actividad”. Y matiza: “También a la vez es complicado porque no llegas a todo, pero me parece mucho más dinámico”.
“Lo positivo es que gente con poca experiencia puede crecer mucho dentro de la empresa.”
Dentro de ese movimiento y dinamismo cotidiano, resalta el factor multicultural: “Por este proyecto hemos pasado españoles, italianos, polacos, coreanos y todos los que son los empleados locales, los filipinos”. ¿Y cómo es la relación entre expatriados y empleados locales? “Ahora mismo estamos trabajando en que el Talento Local tome puestos de responsabilidad ya que tienen la capacidad de hacerlo y debemos aprovechar ese talento local como empresa si queremos seguir como empresa líder en el país”.
“La idea es que ACCIONA en Filipinas se acabe sustentando con talento local que ocupen puestos de responsabilidad”.

Christian anticipa que el objetivo es consolidar esa tendencia: “ACCIONA en Filipinas se ve con mucho futuro y la idea es que al final se sustente con talentos locales que ocupen posiciones de responsabilidad. El país tiene mucho potencial y ACCIONA es la empresa española mejor posicionada para hacer proyectos de infraestructuras aquí”.
En cuanto a los posibles choques culturales, comenta: “Los filipinos son muy sentidos y hay que tratarlos con mucho tacto. En España discutes con alguien y subes un poco la voz, pero no pasa nada. Somos más bruscos. A veces nos preguntan si ha ocurrido algo y les decimos que no se preocupen, que es nuestra forma de discutir las cosas. Hay un estudio llamado Geert Hofstede’s Cultural Dimensions Theory que explica las diferencias de las distintas culturas a la hora de comunicarse que ayuda a entender que dependiendo de donde estemos debemos de dirigirnos a las personas de una u otra forma”.
“Lo interesante de ACCIONA son las oportunidades que tienes en proyectos alrededor de alrededor del mundo.
Conectar lugares… y personas
Al hablar del impacto de ACCIONA en el país, Christian también hace referencia a proyectos paralelos como la remodelación de la zona de servicios y el patio de un colegio en la ruta de la nueva línea ferroviaria para impulsar la mejora de las infraestructuras educativas de la zona. “Y ahora estamos haciendo lo mismo con otro”, apunta. Y nos habla de otras formas en las que el propio proyecto, a medida que avanza, beneficia a los lugareños: “También hay una zona en la que estamos trabajando que se suele inundar todos los años e intentamos ayudar con el drenaje. Aparte, los locales nos piden el material excavado y se lo damos para que puedan asentar el terreno de sus casas”.
“Participé en el programa de voluntariado Luz en casa de la fundación de ACCIONA que instaló placas solares en ciento sesenta casas de una zona remota del norte de Filipinas”.
Por otro lado, el voluntariado no quedó como una veleidad universitaria. Si en sus tiempos costarricenses Christian colaboró con el programa Caminos sin plástico, ahora ha tenido la oportunidad de sumarse al programa Luz en casa, esta vez impulsado por acciona.org.

“Yo fui en 2023. Se trata de un proyecto para dotar de instalaciones fotovoltaicas a zonas remotas en el norte del país que puedan darles servicios básicos como luz, conectar la radio, un ventilador o neveras pequeñas. La primera instalación se hizo en ciento treinta casas en 2022 y yo fui para hacer encuestas seis meses después, para que la gente nos diera feedback sobre cómo había ido todo”. Y concluye: “Es una iniciativa muy, muy bonita”.
Una cuestión de impacto
Antes de terminar la entrevista, Christian reflexiona sobre la filosofía de ACCIONA. “Esto no lo digo porque trabaje aquí o por hacer la pelota, pero creo que es una empresa de la que te puedes sentir orgulloso por el impacto que está dejando en el mundo. En ACCIONA siempre se hace bastante hincapié en que los proyectos de infraestructura dejen un impacto positivo en el planeta. Es de las constructoras que más busca reducir la huella de carbono. Y creo que el negocio de las energías renovables, aunque yo esté en infraestructuras, es primordial”.
“Creo que ACCIONA es una empresa de la que te puedes sentir orgulloso por el impacto que está dejando en el mundo”
Christian ya tiene la vista puesta en su próximo destino: “Me gustaría que fuese Australia aunque no descarto otros destinos e incluso alargar mi estancia en Filipinas”. Y concluye: “Lo interesante de ACCIONA son las oportunidades que tienes en proyectos alrededor de alrededor del mundo. Y toda esa gente que está en proyectos internacionales ha pasado por muchísimos otros países. Oír esas historias de los que han estado ya en tres o cuatro países viviendo, formando familia y demás es muy enriquecedor. Poca gente tiene esa oportunidad. Para mí son historias que voy a poder contar a mis hijos o a mis nietos”. Parece que no iba muy desencaminado con aquel sueño que tuvo de trabajar en ACCIONA desde los comienzos de su carrera universitaria.