En 1921, Thomas Edison estaba convencido de que los títulos académicos no eran suficientes para evaluar a un candidato. Para filtrar a los aspirantes que querían trabajar en su compañía, diseñó una prueba de ciento cuarenta y seis preguntas que hoy resultaría, cuanto menos, desconcertante. Entre cuestiones de física y matemáticas, incluía preguntas como: “¿Dónde se encuentra Bizancio?” o “¿cuál es la velocidad del sonido?”. Su idea era medir el pensamiento crítico, la cultura general y la capacidad de resolver problemas de forma poco convencional. Curiosamente, la mayoría de los candidatos, incluidos ingenieros graduados de Harvard y MIT, por no hablar del mismísimo Albert Einstein, fallaron en el test.
La prueba de Edison es una de las primeras documentadas en las que un empleador diseñó un sistema específico para seleccionar a sus trabajadores, uno de los puntos de partida de la historia de la entrevista de trabajo.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- La prehistoria de la entrevista de trabajo
- El nacimiento de la entrevista moderna
- Lo que permanece y lo que ha cambiado
La prehistoria de la entrevista de trabajo
Antes de la Revolución Industrial, el concepto de “entrevista de trabajo” era casi inexistente. La mayoría de los oficios se aprendían por herencia familiar o por un sistema de gremios donde los aprendices trabajaban junto a un maestro artesano durante años antes de ser considerados aptos para ejercer por su cuenta.
Con la llegada de la industrialización en el siglo XIX, las fábricas comenzaron a contratar trabajadores en masa. Aquí, el proceso era simple: si un trabajador podía realizar la tarea física requerida, era contratado. Pero a medida que la economía se diversificó y aparecieron nuevos sectores profesionales, nació la necesidad de evaluar habilidades de manera más estructurada.
Además, se produjo un incremento en las personas con educación universitaria en la fuerza laboral, lo que llevó a una mayor competencia por mano de obra calificada y, por lo tanto, a más solicitantes para que los empleadores pudieran elegir.

Este fue un punto crucial en la historia de la entrevista de trabajo, ya que obligó a establecer procesos de selección más refinados.
El nacimiento de la entrevista moderna
El concepto de la entrevista de trabajo, tal como la conocemos hoy, tomó forma en la década de 1920 cuando Thomas Edison realizó su famoso test. Sin embargo, en 1921, The New York Times publicó el examen y generó un gran debate: ¿eran estas preguntas una medida justa del talento? La controversia no impidió que la idea de Edison se extendiera y sirvió de inspiración para nuevas metodologías de selección.
Las grandes empresas comenzaron a estructurar procesos de selección más formales, inspirados en parte por la creciente influencia de la psicología industrial. En 1929, Harvard Business School comenzó a estudiar técnicas de entrevistas como herramienta clave en la identificación de talento y potencial de liderazgo. Este fue otro hito en las entrevistas de trabajo, ya que marcó el inicio de un enfoque más analítico y estructurado en la selección de personal.
En la década de 1930, el psicólogo industrial Scott Myers introdujo técnicas de evaluación de personalidad en las entrevistas, iniciando la tendencia de analizar no solo los conocimientos técnicos, sino también la actitud y la forma de pensar de los candidatos. En paralelo, las entrevistas comenzaron a incorporar dinámicas más estructuradas, con preguntas diseñadas para evaluar habilidades específicas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos y las grandes empresas perfeccionaron estos métodos para seleccionar a personal militar y administrativo, dando lugar a las primeras pruebas psicométricas aplicados a la selección de candidatos. Tras la guerra, muchas de estas técnicas se trasladaron al sector privado, lo que nos lleva al nacimiento de la entrevista de trabajo moderna tal como la conocemos hoy.
Lo que permanece y lo que ha cambiado
Hoy en día, las entrevistas han evolucionado, pero el espíritu del test de Edison sigue vivo. Los reclutadores ya no preguntan por Bizancio, pero buscan evaluar cómo una persona piensa, cómo resuelve problemas o cómo reacciona ante lo inesperado. No es casualidad que muchas entrevistas incluyan preguntas como: “¿Cuál ha sido el mayor desafío que has afrontado y cómo lo resolviste?” o “si tuvieras que reducir costes en un 20% sin afectar la calidad, ¿qué harías?”.

Otro cambio significativo es el creciente énfasis en la inteligencia emocional y la capacidad de adaptación. Las empresas ya no buscan únicamente habilidades técnicas o experiencia, sino personas que puedan trabajar en equipo, gestionar la incertidumbre y aprender rápidamente en un mundo en constante evolución. En este sentido, las entrevistas han pasado de ser un mero trámite para verificar conocimientos a un proceso estratégico que mide el potencial de crecimiento y la compatibilidad con la cultura organizacional.
Si algo nos deja la historia de la entrevista de trabajo es que, aunque los procesos de selección han cambiado, la esencia sigue siendo la misma: una entrevista no solo trata de verificar conocimientos, sino de entender cómo una persona se enfrenta al mundo. Quizás la próxima vez que pases por una entrevista, te preguntes: “¿Qué opinaría Edison de mis respuestas?”.
Fuentes: