En 1921, Thomas Edison estaba convencido de que los títulos académicos no eran suficientes para evaluar a un candidato. Para filtrar a los aspirantes que querían trabajar en su compañía, diseñó una prueba de ciento cuarenta y seis preguntas que hoy resultaría, cuanto menos, desconcertante. Entre cuestiones de física y matemáticas, incluía preguntas como: “¿Dónde se encuentra Bizancio?” o “¿cuál es la velocidad del sonido?”. Su idea era medir el pensamiento crítico, la cultura general y la capacidad de resolver problemas de forma poco convencional. Curiosamente, la mayoría de los candidatos, incluidos ingenieros graduados de Harvard y MIT, por no hablar del mismísimo Albert Einstein, fallaron en el test.
La prueba de Edison es una de las primeras documentadas en las que un empleador diseñó un sistema específico para seleccionar a sus trabajadores, uno de los puntos de partida de la historia de la entrevista de trabajo.
¿Qué voy a leer en este artículo?
La prehistoria de la entrevista de trabajo
Antes de la Revolución Industrial, el concepto de “entrevista de trabajo” era casi inexistente. La mayoría de los oficios se aprendían por herencia familiar o por un sistema de gremios donde los aprendices trabajaban junto a un maestro artesano durante años antes de ser considerados aptos para ejercer por su cuenta.