Todo lo que hay en juego en una entrevista profesional de trabajo puede llevar al entrevistado a caer presa de los nervios y a desaprovechar la oportunidad. Hablando demasiado, sin llegar a concretar las respuestas, e incluso pecando de cauto en sus réplicas. Y en el caso del entrevistador, puede incurrir en el error de no presentar con detalle las necesidades del puesto o de no exponer con profusión las políticas de empresa. Se sorprenderían de la cantidad de ocasiones en las que el candidato regresa a su casa sin saber muy bien las condiciones, los horarios o los incentivos para la conciliación familiar. Esa falta de concreción puede privar a ambas partes de formalizar una futura, y provechosa, alianza.

Toda organización que se precie de poner a su equipo en primer lugar comprenderá a sus empleados y trabajará para colmar sus necesidades y deseos de la vida laboral en función de sus personalidades y expectativas del trabajo. Aunque las empresas por sí solas no pueden proporcionar un equilibrio del 100% entre la vida laboral y personal de sus empleados (y estos deben asumir cierta responsabilidad para cambiar sus actitudes hacia el trabajo y la vida familiar), hay muchas cuestiones que pueden implementar para ayudar a los trabajadores a encontrar y mantener un equilibrio adecuado para ellos.

Entonces, siendo ya una prioridad consensuada, ¿por qué no se instaura un apartado específico para el Work Life Balance en las entrevistas de trabajo como sí ocurre con el sueldo o las vacaciones? Una suerte de preguntas bidireccionales para romper el hielo.

Desde el lado del entrevistador, la propia filosofía y los procesos de la empresa deberían ofrecer mecanismos para abordar el proceso de manera natural. Sin que el entrevistado sea quien saque el tema ya que, por vergüenza o temor a ser penalizado por proponerlo, puede quedar en el tintero.

Por ello es importante que las empresas tomen conciencia de las ventajas de implementar una política de conciliación laboral. Aunque hacerlo implique abordar un cambio cultural dentro de la organización empresarial que, en los casos más extremos, obligue, incluso, a transformar sus valores organizacionales.

El recorrido más natural es de dentro hacia afuera, inculcando una correcta cultura organizacional de forma que las entrevistas para abordar contrataciones futuras sean una mera prolongación de la gestión interna. Y no una actitud impostada fácilmente desmontable. Los expertos de Escuela de negocios y dirección dividen esa cultura en tres niveles y sobran las palabras para identificar cuál es la adecuada:

Cultura M: del miedo. Aquella en la que no existe comunicación y cada individuo permanece aislado. Genera mediocridad y da lugar a manipulación. Lo más importante es el estatus y el poder.

Cultura I: intermedia. Se trata de una estructura muy jerarquizada, en la que la información fluye, pero es insuficiente. Como consecuencia, el empleado puede llegar a sentirse impotente ya que no termina de involucrarse en los procesos.

Cultura C: de confianza. Existe una relación de comunicación y confianza entre el líder y los empleados. Invita al desarrollo y la competencia. Lo más importante es la persona. Los colaboradores asumen responsabilidades y contribuyen a los procesos.

 

Cómo sortear los riesgos de una entrevista de trabajo fallida

Y desde el lado del entrevistado, basta con abordar el tema tabú con decoro. Trabajar puntualmente hasta tarde, acudir a la oficina en fin de semana o ir más allá de la mera descripción del empleo pueden aceptarse dentro de una circunstancia puntual o extraordinaria. Pero todos merecemos trabajar para una empresa que valora la vida personal y comprende la flexibilidad.

El equilibrio pasa por mostrar tus inquietudes subrayando al mismo tiempo el compromiso y la responsabilidad en tu desempeño. De esta manera se abre un proceso bidireccional que no da margen a malentendidos acerca de falsas excusas para salir temprano de la oficina.

 

El punto de partida, por tanto, debe ser el de definir lo que significa para cada cual el equilibrio entre vida y trabajo.  Si bien para algunos departamentos el teletrabajo es una opción real, para otros no. Pero, a cambio, permiten una mayor flexibilidad para desarrollar la jornada semanal.

Y lo mismo para los empleados. Mientras en algunos casos el work life balance puede significar estar en casa para cenar en familia todas las noches, en otros puede tratarse simplemente de poder dedicar un tiempo extra cada día a la hora de comer para acercarse hasta un gimnasio. Cuanto antes se planteen las necesidades, más rápido se resolverán. Por eso lo que debe reinar en el proceso es el respeto y la naturalidad.

Pero del mismo modo que el entrevistado debe estar preparado para plantear sus inquietudes, también debe de estarlo para resolver las que le plantee el entrevistador. Incluso si en un primer momento las visiones no encajen provocando cierta fricción.

Estas situaciones no son habituales, pero no hay que descartarlas. Algunos planteamientos pueden parecer desacertados para una toma de contacto inicial. Pero antes de dejarse llevar por el primer impulso, conviene ponerse en la piel del otro. No hay que olvidar que hay una razón muy concreta detrás de cada pregunta que hace un entrevistador. Aceptando esta manera de proceder, todo resultará más sencillo, y las preguntas bidireccionales favorecerán nuestro equilibrio entre trabajo y vida.

Identificar qué elementos son absolutamente decisivos y con cuáles podría comprometerse ambas partes puede ahorrar muchos quebraderos de cabeza posteriores. Porque cada vez son más los profesionales, especialmente los de perfiles senior, que condicionan su decisión entre una organización que le informe acerca de la política de conciliación a otra que no lo haga. Para ello conviene abordar la cultura empresarial desde la primera toma de contacto.

Los profesionales valoran muy positivamente aquellas compañías que los empoderan para administrar su propio tiempo en función de las necesidades personales y laborales al saber que cuentan con la confianza absoluta de que independientemente de cómo se organicen su equilibrio entre vida y trabajo, cumplirán a tiempo con sus tareas. Y cuanto mejor definidas tengan ambas partes sus respectivas necesidades, mejor irá el proceso.

 

Fuentes:

Más familia

Escuela de negocios y dirección

Jody Michael Associates

The Cut