La curiosidad, del latín curiositas, es el deseo de saber. Tiende a ser considerada como una inclinación constitutiva de las personas, también de los animales, que conduce a la exploración, investigación y aprendizaje. Tener curiosidad está ligado durante todas las fases de la vida (infancia, adolescencia, vida adulta, vejez) a una vitalidad interna que conlleva interesantes beneficios, no sólo necesariamente para el individuo, sino también para su entorno.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Una revisión histórica sobre el impacto de la curiosidad en el trabajo

Tal y como indican el investigador Filip Lievens y sus colegas en su trabajo Killing the cat? A review of curiosity at work. Academy of Management Annals, en los últimos años el mundo corporativo se ha dado cuenta de la importancia de contar en sus equipos de personas con altos niveles de curiosidad.

Tanto es así que algunas empresas han incorporado la curiosidad como un valor esencial de su cultura organizacional. Sin embargo, las investigaciones sobre “la curiosidad en el campo de la gestión empresarial” ha sido muy residual, al menos comparada con otras disciplinas como es la psicología. Es, por esto, que el equipo liderado por Lievens decidió hacer una revisión sistemática sobre las investigaciones que estudiaban la curiosidad en las organizaciones.

Para ello, buscaron las publicaciones relativas a esta temática en las mejores revistas académicas de gestión de empresas desde los años 50, obteniendo un primer resultado de más de 3500 publicaciones que, después de ciertos filtros, terminó resultando en 175 artículos.

Estos artículos han sido estudiados en profundidad y son los que permitieron a los autores realizar un repaso histórico de la evolución en la percepción de la curiosidad, diferenciar el concepto de otros similares, distinguir entre curiosidad “internalizada” y “externalizada”, así como entender también posibles disfunciones, la cara B de la curiosidad.

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En este artículo trataremos de resumir sus resultados y contar sus conclusiones.

 

¿Qué distingue a la curiosidad de conceptos como el interés o la motivación?

Los autores de la primera revisión de la curiosidad en el trabajo explican que, aunque esta ha sido siempre una característica examinada por los sabios (en la antigua Grecia como virtud, y en la Edad Media como vicio), el primer científico moderno que estudió la curiosidad fue Daniel Berlyne.

Berlyne distinguió la curiosidad entre la curiosidad epistémica (deseo o preferencia por aprender) de la curiosidad perceptual (deseo de información sensorial novedosa). Aunque para el mundo corporativo la más interesante es la curiosidad epistémica, los autores nos recuerdan que la perceptual puede ser muy importante para determinadas disciplinas profesionales o tareas en las que la intuición o la creatividad sean relevantes (por ejemplo, restaurantes de alta cocina, o profesionales de las artes escénicas).

 

“Berlyne distinguió la curiosidad entre la curiosidad epistémica (deseo o preferencia por aprender) de la curiosidad perceptual (deseo de información sensorial novedosa)”.

 

Lievens y su equipo también ayudan a comprender mejor el concepto de curiosidad, ofreciendo una comparación con conceptos similares, como son la orientación hacia el aprendizaje, el interés, la motivación intrínseca, el compromiso intelectual, la búsqueda de sensaciones o la pasión.

Hay algunas similitudes entre estos conceptos y pueden coexistir en cada persona, pero cada uno aborda una realidad precisa y tiene un propósito distinto. Por ejemplo, mientras la orientación hacia el aprendizaje se refiere a la disposición de aprender de los errores y el deseo de repetir tareas difíciles para ser más competente, la curiosidad no tiene como objetivo ser más competente, sino encontrar una nueva información hasta ahora desconocida.

O bien, mientras la motivación intrínseca se refiere a realizar una acción porque es estimulante, interesante o placentera, la curiosidad es un deseo de explorar libremente (la curiosidad siempre es libre) algo que se desconocía. Como último ejemplo, mientras que el interés se puede definir como la atención en un área o concepto específico, la curiosidad es una disposición hacia el aprecio al aprendizaje.

 

“Podemos entender la curiosidad como una disposición hacia el conocimiento, no limitado a un área, sino al propio aprendizaje, y de modo libre.”

 

Por lo tanto, con la comparación con conceptos análogos, podemos entender la curiosidad como una disposición hacia el conocimiento, no limitado a un área, sino al propio aprendizaje, y de modo libre.

La curiosidad no se puede imponer, pero sí estimular. Lo saben bien los padres y los centros que ofrecen entornos estimulantes (con espacios de exploración), que lanzan preguntas abiertas, investigan conjuntamente, ofrecen tiempo no estructurado, leen historias, y refuerzan siempre en positivo el proceso de aprendizaje.

 

Efectos positivos y negativos de la curiosidad en el trabajo  

Una de las novedades de la revisión sistemática de Lievens sobre la curiosidad en el trabajo es que distingue entre la curiosidad “internalizada” como propiedad interna de un individuo, de la curiosidad “externalizada” que facilita la acción organizacional.

En su análisis de la curiosidad internalizada, los investigadores distinguen o categorizan los resultados en tres ámbitos:

  • La curiosidad como catalizador de la acción intrapersonal.
  • Los efectos funcionales y disfuncionales de la curiosidad.
  • La curiosidad como catalizador de la acción interpersonal.

Vamos uno a uno.

El análisis de los estudios revela que aquellas personas con alta curiosidad tienden a adaptarse mejor a nuevas rutinas y a entornos globales. Su curiosidad está ligada con su adaptabilidad y su sociabilidad. De hecho, está demostrado que la curiosidad lleva a la socialización por el propio proceso de querer comprender también mejor al otro. Por lo tanto, la curiosidad es un catalizador de la acción intrapersonal, ya que facilita la adaptabilidad y la sociabilidad.

En segundo lugar, la curiosidad tiene efectos “funcionales” importantes para la organización como la innovación.

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La curiosidad es un buen predictor de la creatividad, de vincular ideas y de conectar puntos. A su vez, la curiosidad puede tener efectos “disfuncionales” como la distracción. Por esto es importante saber “conducir” la curiosidad.

Por último, el estudio de revisión revela que la curiosidad es un catalizador de la acción interpersonal, ya que los empleados con alta curiosidad tienden a fomentar la colaboración, y una comunicación fluida con los colegas, al ser más receptivos, abiertos al otro.

 

Reflexiones y buenas prácticas sobre cómo fomentar la curiosidad en el trabajo

Por otro lado, el estudio examina cómo la curiosidad puede ser un catalizador para la acción empresarial, es lo que denominan curiosidad “externalizada”. Los diferentes estudios examinados revelan que hay una conexión significativa entre curiosidad y liderazgo. Las personas curiosas atraen a los otros debido a un “comportamiento de apertura” y a lo que los investigadores llaman “curiosidad compasiva”, ya que en su forma de relacionarse habitualmente son personas abiertas que practican la escucha a los demás con atención, emoción y honestidad.

A su vez, también se ha estudiado que cuando la curiosidad se convierte en una norma compartida entre compañeros, facilita la innovación organizativa y el avance científico. Son muchos los ejemplos donde han unido personas con alta curiosidad ante un mismo reto (por ejemplo, el desarrollo de internet o de la tecnología LED).

Por lo tanto, la curiosidad es eminentemente positiva y al igual que con los más jóvenes, siempre se puede estimular. Para las empresas que lo deseen se puede:

  • Fomentar una cultura abierta, donde los empleados se sientan libres de compartir sus ideas, proyectos, sin miedo a ser juzgados.
  • Facilitar una cultura de apoyo, donde se dé una filosofía organizacional de impulsar aquellas iniciativas que hayan surgido libremente de los propios empleados.
  • Ofrecer espacios físicos y temporales para la generación de ideas y proyectos. Puede ser tan simple como facilitar un espacio de media hora periódico para compartir ideas y proyectos.
  • Identificar a las personas con alta curiosidad en la organización y estudiar las implicaciones.

 

Fuentes:

  • Lievens, F., Harrison, S. H., Mussel, P., & Litman, J. A. (2022). Killing the cat? A review of curiosity at work. Academy of Management Annals, 16(1), 179-216.
  • Berlyne, D. E. (1954). A theory of human curiosity. British Journal of Psychology, 45: 180–191.
  • Harrison, S. H., Sluss, D. M., & Ashforth, B. E. (2011). Curiosity adapted the cat: The role of trait curiosity in newcomer adaptation. Journal of Applied Psychology, 96(1), 211.