Hay palabras que se desgastan de tanto usarlas: resiliencia, agilidad, transformación, sostenibilidad. En los últimos años, las hemos escuchado hasta el hartazgo en conferencias, informes de tendencias y cafés de oficina. Pero hay otras que, aunque hacen menos ruido, encierra un matiz esencial para entender el liderazgo que necesitan hoy las organizaciones. Y una de ellas es adaptación.

Lejos de la idea de un líder que tiene todas las respuestas, el liderazgo adaptativo propone otra cosa: una forma de estar en el mundo —y en la empresa— más flexible, más conectada con la incertidumbre y, sobre todo, más honesta. Es un liderazgo que no se basa tanto en el control como en la capacidad de aprender, de cuestionarse lo que se daba por sentado y de evolucionar en tiempo real junto a su equipo.

¿Qué voy a leer en este artículo?

La importancia de la adaptación al medio

Se dice que el secreto de la supervivencia de las especies reside en su capacidad de adaptarse al medio. Y, si nos ceñimos al contexto en el que operan hoy las organizaciones, esa máxima es más válida que nunca.

Vivimos en un entorno que los teóricos definen como VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), aunque cada vez suena más pertinente la versión BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible). Este nuevo concepto, propuesto en 2020 por el antropólogo estadounidense Jamais Cascio, no trata solo de grandes crisis —una pandemia, una disrupción tecnológica, guerras en este y en el otro lado del mundo—, sino de una concatenación de microcambios constantes que alteran las reglas de juego sin previo aviso.

En este contexto, los líderes adaptativos no se aferran a una hoja de ruta escrita con tinta indeleble. Tienen brújula, sí, pero también están dispuestos a corregir el rumbo. Más que defensores del statu quo, son catalizadores del cambio. Entienden que adaptarse no es rendirse, sino evolucionar con intención. Y que los desafíos complejos no se resuelven con soluciones de manual, sino con experimentación, escucha activa y humildad.

La paradoja de liderar sin certezas

Uno de los principios del liderazgo adaptativo, tal como lo describen Ronald Heifetz y Marty Linsky de la Universidad de Harvard, es distinguir entre los problemas técnicos y los adaptativos. Los primeros son los que pueden resolverse con conocimiento experto. Los segundos, en cambio, no tienen una respuesta clara: requieren aprendizaje, cambios de mentalidad y la implicación de todo el sistema.

Es aquí donde muchos liderazgos tradicionales se tambalean. Porque, ¿cómo guiar a un equipo cuando tú mismo no tienes todas las respuestas? ¿Cómo sostener la autoridad sin caer en la rigidez?

lider hablando al resto de la oficina

La respuesta no está en simular certezas, sino en cultivar confianza. Un líder adaptativo no es infalible, pero sí es transparente. Comparte el diagnóstico, invita a participar en la solución y crea espacios seguros para el ensayo y el error.

Claves para ejercitar el músculo adaptativo

El liderazgo adaptativo, además de aprenderse, también se puede (y se debe ejercitar). A la hora de hacerlo, conviene tener en cuenta estas claves.

Del balcón a la pista de baile (y vuelta)

Para Heifetz y Linsky liderar es como bailar en la pista mientras, al mismo tiempo, subes al balcón para observar el conjunto. En el fragor del día a día, es fácil quedar atrapado en lo urgente, en lo operativo, en la acción sin pausa. Pero los líderes adaptativos se entrenan para hacer zoom in y zoom out: participan, pero también se detienen a mirar el sistema, a identificar patrones, tensiones, resistencias o alianzas invisibles.

Desde el balcón, el líder ve más allá del síntoma y empieza a entender las causas profundas. ¿Por qué este equipo sabotea los cambios? ¿Qué se está jugando realmente en esta decisión? ¿Quién se siente amenazado por esta nueva estrategia? Solo al alternar entre la acción y la observación se puede liderar con intención y no por inercia.

Regular la temperatura del cambio

Todo cambio genera fricción. Y eso no es malo: la tensión bien gestionada es un motor de transformación. El liderazgo adaptativo requiere saber regular esa temperatura: subirla cuando se necesita presión para actuar, bajarla cuando el sistema está al borde del colapso.

Esto implica una sensibilidad fina para leer el clima emocional del equipo. El objetivo es mantener un nivel de estrés productivo que mantenga a las personas comprometidas, sin sobrepasar su capacidad para aprender y adaptarse.

Devolver el trabajo a la gente

En las organizaciones tradicionales, cuando hay un problema, todos miran al capitán del barco. Pero en contextos complejos, eso ya no funciona. No hay salvadores con capa ni soluciones precocinadas. Por eso, los líderes adaptativos hacen algo contraintuitivo: devuelven el problema a quienes lo viven. No se desentienden, pero tampoco lo acaparan.

Facilitan el proceso, plantean las preguntas adecuadas, convocan a los actores clave y crean condiciones para que emerjan nuevas respuestas. Es una forma de liderazgo más horizontal, más distribuida, más participativa. Porque los desafíos adaptativos no se resuelven en soledad: necesitan aprendizaje colectivo. Porque jugar en equipo es jugar para ganar.

Prestar oído a la discrepancia

Toda organización tiene voces disidentes. Personas que cuestionan, que incomodan, que hacen preguntas difíciles. A veces se las margina, se las silencia o se las caricaturiza como negativas. El liderazgo adaptativo, en cambio, las protege. Porque esas voces son esenciales para ver lo que otros no ven.

No se trata de romantizar el conflicto, sino de entender que el desacuerdo es una fuente de progreso. Los líderes adaptativos prestan oído a la discrepancia porque saben que la evolución no nace de la complacencia, sino del contraste, de la fricción, de la tensión creativa. Aquí te contamos cómo convertir las críticas en oportunidades de crecimiento.

El liderazgo adaptativo no promete respuestas fáciles. De hecho, exige soltar muchas de las certezas que durante años se consideraron virtudes del buen líder: tener un plan, dar instrucciones claras, mantener el control. Puede que hoy nadie tenga el camino trazado. Pero los líderes adaptativos saben que, si se camina con conciencia, curiosidad y coraje, se puede avanzar. Aunque sea un paso cada vez. Aunque la brújula baile, a ratos, por el camino.

Fuentes: