Se dice que Virgilio antes de morir pidió que se quemara su Eneida, la obra en la que había trabajado 11 años. El motivo no era banal, al menos para él: no había encontrado la perfección que buscaba. Emily Dickinson, la poeta estadunidense, también pidió a su hermana que quemase todos sus papeles. Otros grandes de la literatura como Kafka, Nabokov o Lord Byron hicieron encargos similares a personas de su círculo más íntimo.

Por suerte para el mundo, sus confidentes no les hicieron caso, o al menos no del todo. El motivo de estos genios era siempre el mismo: sus obras no eran perfectas a pesar de que han pasado a la historia como cumbres de la literatura. Lo que nos revela una enseñanza: ser perfeccionista en el trabajo puede resultar un obstáculo cuando da lugar a un sentimiento de insatisfacción después de un gran esfuerzo.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Una aproximación al concepto de perfección

Perfeccionar proviene del latín, y su significado original es “volver a pasar por”, “volver a trabajar en algo ya hecho”. La primera entrada en la RAE va precisamente también en esta dirección: “mejorar algo o hacerlo más perfecto”. Por lo tanto, la perfección es volver a algo ya realizado o trabajado para hacerlo mejor. Implica siempre volver, retomar.

 

La perfección es volver a algo ya realizado o trabajado para hacerlo mejor”

 

Nos invita a hacer las cosas de la mejor manera posible, a cuidar los detalles y darnos completamente a aquello que estemos realizando. En este sentido, el psicólogo austriaco Alfred Adler ya indicaba que todos los seres humanos posemos una pulsión interna, el afán de perfeccionismo, que nos impulsa a desarrollar nuestro máximo potencial.

 

Ser o no ser perfeccionista en el trabajo, esa es la cuestión

El lugar de trabajo y las organizaciones son un espacio privilegiado para aplicar el perfeccionismo, ya que es un dominio donde hay retos claros, objetivos escritos, evaluación permanente, monitoreo continuado y recompensa. Es por esto que, en los últimos años, ha emergido un interés por cómo ser perfeccionista en el trabajo.

Algunos autores destacan que no solo se trata de una pulsión interna, el afán de perfeccionismo del que hablaba Adler. También el entorno, especialmente con el aumento de la meritocracia, donde las personas son clasificadas y ordenadas según su talento, invita al perfeccionismo. En este sentido, algunos investigadores también señalan que las organizaciones han aumentado las expectativas sobre sus trabajadores hasta estándares prácticamente imposibles de cumplir.

tres jueces votando con un 10 puntuacion perfecta evaluacion perfeccionismo

Por lo tanto, existe un afán de perfeccionismo interno autoimpuesto por uno mismo, pero también una necesidad de perfeccionismo externa, impuesta por el entorno. Por lo tanto, puede ser una necesidad interna o una prescripción social.

Dentro del ámbito profesional, puede distinguirse entre dos tipos de perfeccionista en el trabajo: positivo y negativo. Ya Adler advertía que el perfeccionismo puede ser disfuncional, ya que uno mismo se compara constantemente con un ideal inalcanzable, generando un potencial sentimiento de inferioridad.

De esta primera dicotomía surgieron otras conceptualizaciones en la literatura como la de “intenciones perfeccionistas” versus “preocupaciones perfeccionistas”:

  • Las intenciones perfeccionistas (perfectionistic strivings) son esfuerzos individuales hacia la perfección, siempre orientado a una mismo y no a los otros, y donde el peso recae en la propia intención.
  • En el caso de las preocupaciones perfeccionistas (perfectionistic concerns), tienen lugar cuando hay una preocupación excesiva por los errores, cuando el perfeccionismo es prescrito socialmente y cuando surgen reacciones negativas a las imperfecciones.

Por lo tanto, en las organizaciones y, de hecho, en cualquier entorno, según este modelo pueden existir tres perfiles: los no perfeccionistas, los perfeccionistas basados en la intención, y los perfeccionistas basados en la preocupación.

Los estudios examinados reportan que los perfeccionistas basados en la preocupación presentan tensión en el trabajo, baja satisfacción laboral, poco compromiso, baja eficacia, alto nivel de fatiga, ansiedad, y estrés. Además, no consiguen los objetivos propuestos.

En el caso de los perfeccionistas basados en intenciones, los resultados son mejores: pensamiento positivo, compromiso con la organización, alto nivel de satisfacción laboral, sentido del logro, o eficacia.

A nivel intrapersonal, donde se mide las implicaciones del perfeccionismo con los otros, los resultados fueron peores también para los perfeccionistas basados en la preocupación que aquellos basados en la intención, con peores niveles de conflicto trabajo y familia, y conflictos con la pareja.

 

Claves para lograr un perfeccionismo positivo en el trabajo

Es necesario seguir investigando, ya que, aunque los resultados son claros, las personas somos frágiles y complejas y el influjo de la cultura actual sobre nuestra  manera de comprendernos moldea nuestros comportamientos. Hay muchas preguntas por resolver. Mientras tanto, estos nuevos estudios dejan algunas implicaciones que puede ser útiles:

* Las organizaciones pueden hacer un esfuerzo, a partir de escalas y test ya validados, para entender el perfil de su plantilla, distinguiendo entre no perfeccionistas, perfeccionistas por intención, y perfeccionistas por preocupación.

* Las organizaciones puedan examinar si su cultura invita al perfeccionismo, y si es un perfeccionismo que suma (intenciones perfeccionistas) o es un perfeccionismo que resta (preocupaciones perfeccionistas).

* Los investigadores, junto a las organizaciones, deberían hacer un esfuerzo para ir más allá de las implicaciones personales del perfeccionismo, y ver las implicaciones del perfeccionismo en el equipo y en la organización.

* Para aquellos perfeccionistas por preocupación, aunque no es trabajo fácil, podrían trabajar para evitar un excesivo focus en decisiones poco importantes solo motivadas por la necesidad de superar constantemente las expectativas de los otros, que a diferencia de lo que podemos pensar, termina siendo un comportamiento enemigo de la productividad.

La intención de ser mejores y de hacer las cosas de la mejor forma posible siempre será valorado como algo positivo. Pero, a la hora de ser perfeccionista en el trabajo, no podemos dejar que ese impulso nos haga sentir insuficientes. Controlarlo será clave para lograr buenos resultados, a nivel organizacional y personal.

 

Fuentes:

  • Curran, T., & Hill, A. P. (2019). Perfectionism is increasing over time: A meta‐analysis of birth cohort differences from 1989 to 2016. Psychological Bulletin, 145(4), 410–423
  • Stoeber, J., & Otto, K. (2006). Positive conceptions of perfectionism: Approaches, evidence, challenges. Personality and Social Psychology Review, 10(4), 295–319.