En el ajetreo vibrante de Nueva Deli, Erin Meyer, experta en comunicación y diversidad cultural aprendió una valiosa lección que la ayudaría a desarrollar su carrera. Su intento de encontrar un restaurante para cenar, guiada por las instrucciones del recepcionista de su hotel, se transformó en un recorrido laberíntico que ilustró de manera clara una de las tesis centrales de su libro “El mapa cultural“.
Esta obra, ya considerada un clásico en la literatura del liderazgo global, destaca cómo las diferencias culturales son mucho más profundas que simples sesgos personales: son un reflejo de las formas de vida y de las relaciones en cada rincón del mundo.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- Una odisea comunicativa en Nueva Deli
- El valor de los equipos diversos y multiculturales
- Las 8 escalas culturales de Erin Meyer
- La dimensión de la comunicación
- La dimensión de la toma de decisiones
- Comunicar con empatía y la mente abierta
¿Dónde está el restaurante Swagat? Una odisea comunicativa en Nueva Deli
En su relato, Meyer describe cómo llega a un hotel en Nueva Deli, lista para dar clases a un grupo de ejecutivos durante una semana. Sin embargo, tras un largo viaje, lo que más apremia es encontrar un lugar para comer. El recepcionista del hotel le sugiere un restaurante llamado Swagat, supuestamente fácil de ubicar, justo a la izquierda del hotel.
Al salir, Meyer se enfrenta a una vibrante y caótica escena callejera, repleta de colores, olores y un bullicio constante, pero no logra encontrar el restaurante. Confundida, regresa al hotel, donde el recepcionista, sorprendido por su dificultad para encontrar un lugar “tan obvio”, decide acompañarla. Juntos cruzan calles, sortean el tráfico y dejan atrás la multitud hasta que, finalmente, divisan el discreto cartel de Swagat en la segunda planta de un edificio amarillo, encima de una frutería.
Esta odisea urbana no solo resalta las diferencias en las habilidades de orientación, sino también en la comunicación entre culturas. En las culturas anglosajonas, como la estadounidense, esta es clara y explícita; el emisor asume la responsabilidad de ser comprensible y directo. Contrariamente, en muchas culturas asiáticas, incluida la india, es más implícita y depende de la capacidad del oyente para interpretar las pistas y leer entre líneas.
Esta anécdota subraya que, mientras el recepcionista indio proporcionó las instrucciones adecuadas desde su perspectiva cultural, la profesional, acostumbrada a una comunicación más directa, encontró el proceso frustrante. Un contraste que enfatiza que la eficacia en la conversación no solo depende de la claridad del emisor, sino también de la habilidad del receptor para contextualizar y comprender el subtexto cultural. Al fin y al cabo, la comunicación es un acto compartido.
“La eficacia en la conversación no solo depende de la claridad del emisor, sino también de la habilidad del receptor para contextualizar y comprender el subtexto cultural”.
El valor de los equipos diversos y multiculturales
La globalización ha transformado el panorama empresarial, haciendo de los equipos diversos y multiculturales un activo estratégico invaluable. Estos grupos no solo aportan una riqueza de perspectivas que impulsa la innovación, sino que también permiten a las organizaciones operar de manera más efectiva en distintos mercados. Sin embargo, para que estos equipos funcionen de manera óptima, es crucial entender las particularidades personales y culturales de cada miembro.
Trabajar con personas de diferentes culturas, puede presentar desafíos únicos relacionados con la comunicación y la toma de decisiones. Estas diferencias enriquecedoras, pueden generar malentendidos si no se comprenden las realidades culturales.
< id=”las-es”>Por eso, darle a la diversidad cultural en las organizaciones la importancia que tiene y proponer iniciativas para gestionarla puede transformar un desafío en una ventaja competitiva. Al cultivar una atmósfera de respeto y comprensión, las organizaciones pueden maximizar el potencial de sus equipos multiculturales, logrando un equilibrio donde la diversidad se convierte en un motor de éxito organizacional.
Las 8 escalas culturales que propone El Mapa Cultural de Erin Meyer
Como decíamos, uno de los grandes retos de las organizaciones con presencia internacional es la comunicación entre culturas. Disponer de las pautas necesarias para facilitar la comprensión puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Sin embargo, la mayoría de las personas que hacen negocios a escala internacional o tienen que relacionarse en su trabajo con personas de países que no son el suyo no saben bien hasta qué punto la cultura influye en su trabajo. Ya no vale solo con una lengua franca como el inglés, para entenderse hay que saber interpretar los contextos de la conversación.
En “El Mapa Cultural“, Erin Meyer identifica ocho escalas culturales que sirven para mapear las diferencias entre distintas culturas, proporcionando así una guía práctica para los empleados que buscan mejorar la comunicación y colaboración internacional.
“Ya no vale solo con hablar inglés (o un idioma común), para entenderse hay que saber interpretar los contextos de la comunicación cultural”.
Entre estas escalas culturales, se incluyen dimensiones como:
- La comunicación
- La evaluación
- La persuasión
- El liderazgo
- La toma de decisiones
- La confianza
- La confrontación
- La gestión del tiempo
La dimensión de la comunicación y la importancia de leer entre líneas
En la escala de comunicación está la diferencia entre culturas de bajo contexto, donde la información se comunica de manera directa y explícita, y las culturas de alto contexto, donde se espera que los interlocutores lean entre líneas y capten los matices implícitos.
Los idiomas reflejan los estilos de comunicación de las culturas que los hablan. Por ejemplo, el japonés y el hindi (que se habla en Nueva Deli) son idiomas de contexto alto, en los que un porcentaje relativamente elevado de palabras se puede interpretar de formas distintas según cómo y cuándo se usen. En japonés, por ejemplo, la palabra ashi significa ‘pierna’ y ‘pie’ según el contexto.
Lo mismo ocurre si comparamos el inglés, que cuenta con unas quinientas mil palabras, con el francés, que tiene unas setenta mil. Un dato que sugiere que esta última depende de las pistas contextuales para resolver las ambigüedades semánticas mucho más que el inglés.
Jerarquías y toma de decisiones
En el modelo de Erin Meyer esta dimensión destaca las diferencias culturales a la hora de decidir en el seno de las organizaciones. Por ejemplo, en culturas como la japonesa, la toma de decisiones tiende a ser consensuada. En Japón, el proceso conocido como nemawashi implica consultar a todos los niveles del equipo antes de tomar una decisión final. Este enfoque asegura que todos los implicados se sientan parte del proceso y comprometidos con la implementación de la decisión.
Por otro lado, en culturas más jerárquicas, como la francesa o la estadounidense, las decisiones suelen ser tomadas por la alta dirección y luego comunicadas al resto del equipo. Este método puede ser más eficiente en términos de tiempo, pero puede provocar resistencia si los empleados sienten que no fueron incluidos en el proceso.
Comunicar con empatía y la mente abierta
Este modelo no solo ayuda a identificar las diferencias culturales, sino que también proporciona estrategias para adaptarse a ellas. La clave del liderazgo global, según Meyer, radica en la adaptabilidad y la empatía.
Los líderes deben ser capaces de ajustar su estilo de comunicación y gestión para alinearse con las expectativas culturales de sus equipos globales. Esto no solo implica comprender las diferencias culturales, sino también cultivar una mentalidad abierta y ser capaz de ver el mundo desde la perspectiva de otros.
En un mundo cada vez más interconectado, la habilidad para navegar estas diferencias culturales puede determinar el éxito de las organizaciones en el escenario global. “El Mapa Cultural” no solo es una herramienta esencial para los las personas que desempeñan su trabajo en contextos de multiculturalidad, sino también una llamada a la acción para desarrollar una mayor sensibilidad cultural y fomentar una colaboración más efectiva en nuestras economías globalizadas.