Lo normal, durante décadas, ha sido que las ofertas de empleo se clasificaran por especialidad, sector u oficio. Así ha sucedido con las tradicionales bolsas de trabajo, las páginas salmón de los periódicos e incluso con las primeras versiones de los portales de empleo de Internet. Pero de un tiempo a esta parte ha aparecido un filtro diferente por el que definir y acotar al demandante: el generacional.
Basta un ligero buceo por InfoJobs o LinkedIn para encontrar paquetes de ofertas destinadas a la Generación X con independencia de la rama tecnológica o la especialidad a la que se circunscriben. Son vacantes profesionales que incluyen incentivos específicos para ese público concreto. Porque, a pesar de la heterogeneidad propia de la también conocida como Generación MTV, destaca como rasgo característico su determinación por buscar una vida activa, equilibrada y feliz.
La generación X, ¿es diferente?
¿Significa eso que las generaciones anteriores o siguientes no buscan lo mismo? Sí que lo persiguen, pero no a través del trabajo, sino a pesar de él. La X iguala las necesidades personales a las profesionales, en aras de la conciliación y el desarrollo de su pasión por el ocio al aire libre y la cultura, entre otras aficiones.
Por ello valoran los compromisos profesionales, sociales o medioambientales de sus empresas por encima del corporativismo tradicional, que ya no sirve de ancla para una generación sin miedo a cambiar de proyecto profesional si ahonda en el desequilibrio del work life balance padecido por sus padres. Esto es así porque “las normas de crianza con las que crecemos nos moldean. Tanto o más que los acontecimientos, las personas y los problemas que encontramos por el camino y que cambian de una generación a otra”, como coinciden en señalar los sociólogos que participaron en el estudio de la Universidad de Michigan sobre la Generación MTV.
Precisamente por ello, y por la grave crisis económica de los 80 que les hizo dar sus primeros pasos profesionales en un mercado estrangulado y sin apenas vacantes que ofrecer, seleccionan muy bien los trabajos. Sin miedo, como decíamos, a cambiar de proyectos si no les satisfacen o no priorizan la conciliación que rige sus impulsos y que es tan simple como poder llevar o recoger a los hijos de la escuela un par de veces por semana o tener espacio para cuidar de sus padres.
De estas responsabilidades familiares se deduce que la jornada laboral flexible y la capacidad de trabajar desde casa de manera opcional sean opciones especialmente atractivas para esta generación.
Una generación dispuesta a demostrar a sus empleadores que se puede priorizar la vida personal sin sacrificar un ápice de la calidad de su trabajo.
Relaciones sociales y laborales desde la x
El cuidado de las relaciones sociales es, por tanto, básico para la Generación MTV al punto de que, en su lista de prioridades, las bondades de prosperar dentro del trabajo como fuera de él están al mismo nivel. Se trata de un concepto de vida ampliamente desarrollado por el sociólogo Robert Putnam en su obra ‘Sólo en la bolera: colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana’, en la que desarrolla la “lucha colectiva por desandar la senda profesional recorrida por sus padres” por la que descuidaron la vida por el trabajo. Abocándoles a un “estilo de vida de aislamiento social”.
La teoría, durante décadas, ha sido la de la cultura del esfuerzo profesional por una simple recompensa económica individual y sin capacidad para retornar beneficio alguno a la empresa. Pero en la práctica, cuando los empleadores se esfuerzan por crear un equilibrio óptimo con pequeñas recompensas, la satisfacción en el trabajo y la productividad de los empleados cambia drásticamente como beneficio directo de las marcas.
Mentalidad y actitud generacional
El despegue de este cambio de mentalidad se está notando cada vez más ahora que la gran mayoría de los miembros de la Generación MTV entra en una etapa de madurez laboral. Porque el ciclo de la vida, y su capacidad para adaptarse a las nuevas tendencias tecnológicas -han vivido el comienzo y el auge de internet- les convierten en la generación que copa en la actualidad los puestos directivos de las empresas. Algo que puede resultar paradójico después de haber crecido a contracorriente con la rebeldía como signo generacional de los años noventa. ¿No?
La clave radica en que, contrariamente a lo que pudiera parecer, la inclusión en los cuadros directivos no ha borrado las inquietudes de la Generación MTV. Sino que las han sabido introducir en la cultura de empresa. Convirtiendo el desafío a las estructuras tradicionales con el que crecieron en los noventa en el impulso de incentivos que favorecen el equilibrio vida-trabajo. Y propiciando la captación y retención del talento a cambio de herramientas y autonomía en materia de crecimiento personal y conciliación que van más allá del sueldo como modelo único de compensación en el mercado laboral.
Fuentes: Forbes, Entrepreneur, Indeed