“El lenguaje es la casa de la verdad del ser”, decía el filósofo alemán Martin Heidegger. Nos construimos y construimos el mundo que habitamos a través de las conversaciones que mantenemos, del lenguaje y de las palabras que empleamos. Por eso, es de una importancia crucial tomar conciencia del uso que hacemos de ellas en cada momento y escogerlas de la manera más apropiada. Sobre todo, cuando hablamos de lenguaje inclusivo y discapacidad.  

Y es que la forma en la que describimos el mundo a través del lenguaje, en ocasiones, deja fuera a muchas personas que también forman parte de nuestra misma realidad.

¿De qué vamos a hablar en este artículo?

 

La importancia del lenguaje inclusivo

El lenguaje es poderoso, dinámico y define la forma que tenemos de ver el mundo. Las palabras que utilizamos para comunicarnos son las bases para nuestra conexión con otros, con nuestro entorno, y con nuestra propia identidad. Identificarnos en nuestros propios términos y ser reconocidos con palabras inclusivas forma parte de la democratización del lenguaje y de subrayar quiénes somos realmente.

En este sentido, el lenguaje inclusivo busca integrar a todos los colectivos en la manera en la que hablamos y en la que escribimos. Es la forma que tenemos de reconocer la diversidad que compone nuestra sociedad y de nombrar adecuadamente las distintas realidades con las que convivimos.

mujer en silla de ruedas empujada por otra persona

 

“El lenguaje inclusivo busca integrar a todos los colectivos en la manera en la que hablamos y en la que escribimos”

 

Las personas con discapacidad se enfrentan a múltiples barreras externas que dificultan que puedan desarrollar una vida autónoma y autosuficiente. Y las barreras actitudinales son una parte importante de ellas. Se trata de aquellas conductas, palabras, sentimientos, prejuicios y estigmas, que impiden u obstaculizan la igualdad entre las personas y que fomentan el desarrollo de otras barreras. Vincular el lenguaje inclusivo y la discapacidad nos ayuda a derribarlas. Te enseñamos cómo.

 

Errores del lenguaje cuando hablamos de discapacidad

Según la Convención Internacional de Personas con Discapacidad, “La discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con discapacidades y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.

Para empezar, es importante resaltar que no se puede hablar de “sector” de personas con discapacidad con características similares, pues la población es muy heterogénea. Sin embargo, hay un nexo común que comparten todas las personas con discapacidad: la existencia de una variedad de barreras y obstáculos en los diferentes entornos en los que desarrollamos nuestra vida. Además, la discapacidad es una característica de una persona. Una parte que no debe reflejar la totalidad de su ser.

 

“La discapacidad es una característica de una persona. Una parte que no debe reflejar la totalidad de su ser”

 

Partiendo de este punto, debemos tener clara una idea: hay que poner a la persona por delante de su discapacidad. Por eso debemos hablar de “persona con una discapacidad” en lugar de “discapacitado” o “discapacitada”. En el caso de discapacidades concretas, se puede decir, por ejemplo, “una persona con síndrome de Usher” o “una persona con parálisis cerebral”. Aun así, cada persona tiene sus preferencias, por lo que, si no tenemos seguridad acerca de qué palabras utilizar, lo mejor es preguntar.

Por otro lado, debemos evitar la utilización de términos anticuados como “minusválidos” o “lisiados” o usar términos negativos o catastrofistas como “confinado/a a una silla de ruedas” o “limitado/a a una silla de ruedas” y debemos evitar también el empleo de expresiones negativas que condicionan el pensamiento como “víctima” o “persona que padece”. En resumen, no hay un lenguaje obligatorio, pero sí que conlleve el respeto y la comprensión de la situación de la otra persona.

Relacionarnos con personas con discapacidad gracias al lenguaje inclusivo

A la hora de relacionarnos con una persona con alguna discapacidad, tendremos en cuenta los siguientes aspectos fundamentales:

  • Antes de prestar nuestra ayuda a una persona con discapacidad, siempre debemos preguntar si la necesita.
  • Si la persona con discapacidad nos solicita directamente la ayuda, tratar de ser amable y positivo, preguntando cómo podemos atenderle de una manera correcta y segura.
  • Algunas personas con discapacidad necesitan que las ayudemos en ciertos momentos. Otras no lo necesitan en absoluto, o no desean que se les ayude.
  • A la hora de comunicarnos, hablaremos directamente a la persona con discapacidad, no a su acompañante, guía o intérprete.
  • No debemos tener miedo a preguntar o tratar a la persona. Cuando no sepamos cómo tratar a una persona con una discapacidad determinada, lo mejor es preguntárselo.
  • Actuaremos siempre con naturalidad tratando a la persona de la forma más parecida posible a cualquier otra persona, evitando preguntas sobre su condición.
  • Sustituir la idea de “ayuda” o “protección” por la de apoyo para evitar el proteccionismo excesivo o el paternalismo.
  • Mantener siempre una actitud carente de prejuicios, actuando sin premisas infundadas y respetando siempre a la persona y sus posibles necesidades.

Construir un mundo más igualitario, en el que las barreras entre las personas sean cada vez menores, es un trabajo de todos. Hacerlo a través del lenguaje inclusivo nos ayuda a lograr este objetivo.

 

Fuentes: