En su novela ‘Valle Inquietante’, Anna Wiener nos narra, en primera persona, las luces y las sombras de Silicon Valley. Esta extrabajadora del epicentro de las empresas de tecnología cuenta cómo fue testigo de una cultura corporativa sexista en la que a las mujeres se les faltaba al respeto y se las intimidaba.
Como solución, muchas empresas instauraron políticas con la intención de transformar su cultura organizacional. Pero, como pasa con todo lo que importa, la intención no es lo único que cuenta. Según una reciente investigación de la consultora Mckinsey & Company, son tres las piezas clave que dan forma a una oficina inclusiva: las políticas de la organización, el comportamiento de los líderes y las relaciones entre compañeros de equipo.
¿Qué voy a leer en este artículo?
Oficinas inclusivas: más allá de las políticas
Las políticas y prácticas que instauran las empresas para crear una cultura organizacional abierta y libre de discriminación funcionan como el tablero y las normas de un juego de mesa. Sin embargo, cómo se desarrolle la partida – el nivel de competitividad, la agresividad, el trabajo en equipo, etc, – dependerá de cómo jueguen los participantes.
Las medidas que pretenden crear una oficina inclusiva ayudan a establecer decisiones justas para los empleados y a garantizar el acceso equitativo a los recursos. También fomentan un sentido de otros artículos, son herramientas necesarias para que los empleados puedan disfrutar del equilibrio entre trabajo y vida personal.
Es decir, las políticas de inclusión son el mínimo indispensable que una empresa debe tener para tratar de construir un entorno de no discriminación donde todos tengan los mismos derechos y oportunidades. Pero para lograr que una oficina sea inclusiva, las organizaciones deben impulsar un liderazgo ejemplar y un compañerismo real entre los empleados.
“Para lograr que una oficina sea inclusiva, las organizaciones deben impulsar un liderazgo ejemplar y un compañerismo real entre los empleados”.
La inclusión se basa en las relaciones interpersonales
Imagínate trabajar en una empresa que cuenta con todo tipo de políticas inclusivas, pero donde las microagresiones son frecuentes y nadie para los pies a los agresores. Un lugar donde, pese a que sobre el papel se llame al respeto mutuo, el ambiente está cargado de hostilidad y competitividad.