Toda revolución industrial ha traído consigo tres escenarios que han afectado de manera diferente a los trabajadores: la extinción de determinadas profesiones, la transformación de las supervivientes y la aparición de otras nuevas. Con la cuarta revolución industrial, que está experimentando el mundo en la actualidad por el impacto del progreso incesante de las nuevas tecnologías relacionadas con el universo digital, ocurrirá lo mismo y uno de los grandes retos que plantea, tanto para las empresas como para el capital humano es lograr una adaptación exitosa, esto es, que el cómputo de los empleos generados y transformados sea superior al de los que se extingan.Lo cierto es que hay motivos para ser optimistas. Según se desprende del estudio AI, Robotics, and the Future of Jobs elaborado por el Centro de Investigaciones Pew, de los casi 2.000 expertos encuestados, más de la mitad (52%) considera que, si bien muchos de los trabajos actualmente realizados por personas serán asumidos por robots o agentes digitales para 2025, se crearán más puestos de los que desplace la tecnología.
El motivo es que la robótica y la inteligencia artificial van a impregnar en la próxima década amplios segmentos de la vida cotidiana en multitud de industrias, generando nuevas oportunidades laborales. El reparto de estas últimas dependerá, precisamente de la adaptación. Una labor que no sólo dependerá del papel que desempeñen los propios profesionales, sino también de las nuevas estrategias que pongan en marcha los departamentos de Recursos Humanos en las empresas.
Desde el punto de vista de los profesionales, la convicción general es que las que salgan más reforzadas de esta cuarta revolución industrial serán aquellas personas que sean capaces de identificar las habilidades demandadas y cómo obtenerlas.
Por un lado, encontramos las habilidades socioemocionales que, según José Manuel Salazar Xirinacs, director de la oficina regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tendrían que ser “la creatividad, el trabajo en equipo y el liderazgo”. Precisamente, uno de los retos de los sistemas educativos será lograr que los empleados del futuro las desarrollen.
En cuanto a las habilidades técnicas, la formación es meridianamente clave y la actitud imperante el 65% de los trabajadores en Europa está dispuesto a reciclarse para adaptarse a las nuevas tecnologías, según el estudio La oficina del mañana que, de la mano de la multinacional Epson, entrevistó a más de 7.000 profesionales de distintos sectores.
Saber dónde y cómo formarse en estas habilidades será parte del éxito que pueda tener el profesional en su proceso de adaptación: en algunos casos, bastará con recurrir a la educación superior tradicional. En otros no, pues más allá de los campus universitarios, los responsables de Recursos Humanos de las compañías que han decidido dar el salto digital se están fijando también en otros ámbitos donde encontrar a los empleados adecuados, como, por ejemplo, las plataformas de trabajo online o los centros de coworking, ámbitos que destacan por el constante intercambio de conocimientos entre sus participantes.
¿Y qué papel pueden jugar las empresas en este proceso de adaptación? La palabra mágica es “mentorización”, un proceso de acompañamiento, ayuda y asesoramiento que pasa por hacer comprender al empleado que el cambio es necesario; motivarle para que venza las barreras del desconocimiento y de la inseguridad; facilitarle el tiempo necesario para el reciclaje; fomentar el apoyo de otros compañeros de la compañía en la adaptación; y proporcionarle un apoyo continuo para que sean conscientes de que no está solo en este proceso, a veces complicado.
En definitiva, una correcta estrategia de Recursos Humanos también es clave para facilitar la adaptación a los cambios tecnológicos.
Fuentes: Organización Internacional del Trabajo, Centro de Investigaciones Pew, USNews y Epson