“Uno de mis temores al mudarme a Australia fue la existencia de algún tipo de racismo debido a mi origen asiático”, nos explica Buena Amor durante nuestra conversación. “Mi nuevo jefe, que por aquel era el ingeniero principal, se me acercó y resulta que era iraní. Me mostró la oficina y me pareció de lo más cercano. Me dijo que no me preocupase, que en ACCIONA hay personas de muchas nacionalidades. Así que mis temores se esfumaron y pude comprobar que todas esas personas me entendían porque también ellos eran inmigrantes”. Y concluye: “Ese trasfondo multicultural fue una de las razones por las que realmente quise trabajar en ACCIONA”.
Durante la entrevista irán surgiendo aspectos como el racismo o el choque cultural de vivir en un nuevo país, así como la conquista de metas académicas y profesionales en circunstancias difíciles, pero sobre todo ello planeará una cuestión más abstracta: la importancia de encontrar un lugar en el mundo. Tras iniciar su andadura en 2022, cuando se trasladó desde su Filipinas natal hasta Melbourne para trabajar con ACCIONA como ingeniera de sistemas eléctricos, Buena Amor asegura que lo ha encontrado. En este artículo te contaremos el camino que siguió para lograrlo y alguna otra faceta que ha podido explorar gracias a esa nueva vida, tal como su incipiente carrera como influencer.
Aprender a amar lo que haces
Cada persona tiene un camino vital propio modelado en función de su personalidad, su educación, su trasfondo vital y una dosis considerable de azar. En entrevistas con otros miembros de ACCIONA hemos visto el poder de una vocación a la hora de configurar la carrera profesional, tal como era el caso de Elena Navarro y sus sueños de construir cosas en su infancia, pero también del poder de las necesidades familiares como nos contaba Michael Henning hace un tiempo. ¿Por qué estudió Buena Amor una ingeniería eléctrica?
Nuestra protagonista pasó su infancia y primera juventud en un pueblo de la región de Batangas, en Filipinas. “Quería probarlo todo. No me pongo límites al probar cosas. Si veo que algo me interesa, lo intento”. Y nos resume su lema: “Si otros pueden hacerlo, ¿por qué no yo también?”.
Sociable y abierta, pensó en estudiar alguna carrera como enfermería o medicina, pero sus padres no querían que se marchase muy lejos de casa. “Mis padres me dieron que, si quería estudiar, lo mejor es que cursase una ingeniería porque las mejores universidades de ingeniería de Filipinas están en Batangas”.
Barajó así la posibilidad de estudiar telecomunicaciones y electrónica, pero una nueva limitación volvió a condicionarla, ya que no había plazas disponibles: “Y entonces en el departamento de energía eléctrica estaban animando a la gente a que se matriculase porque no había muchas personas que estuviese haciendo esa carrera”. Y así, un buen día se vio estudiando una de las ingenierías más exigentes.
El reto de una ingeniería eléctrica
Tal como nos explica, no se arredró ante las dificultades que entrañaba la licenciatura. A fuerza de disciplina fue aprobando todas sus asignaturas. También, gracias a un profesor que la inspiró en los primeros años, aprendió a amar la física. “En los primeros años no era mi asignatura predilecta. Sin embargo, luego sí que lo fue porque tuve un profesor que tenía la costumbre de plantear acertijos o anécdotas sobre cada tema, del tipo de ‘¿sabías que el arcoíris es un círculo?’. Eran cosas sorprendentes y al final me acabé interesando en todos los temas que enseñaba. Pensé que la física no estaba mal del todo porque también tiene que ver con la computación”.
“Así que me examiné y aprobé. Recuerdo que me puse a llorar porque no pensaba que fuese a lograrlo”
A pesar de adaptarse a las exigencias de la carrera e incluso de disfrutar de algunas asignaturas, Buena Amor recuerda la vez que se topó con un muro aparentemente insalvable: “Iba aprobando todas las asignaturas, pero en quinto de carrera hubo como veintinueve estudiantes de un total de treinta que suspendieron una de ellas. Terminamos la licenciatura a tiempo, pero tuvimos que solicitar créditos adicionales de estudio por la dificultad de la asignatura”. ¿Cuál era la asignatura? “Era sistemas eléctricos, precisamente a lo que me dedico ahora en mi trabajo”, explica riendo. Por fin, logró terminar una carrera que no había elegido en primera instancia y aprobar la asignatura más difícil de todas para convertirla en el eje de su futura carrera profesional. Eso sí, aún le esperaba un reto más difícil si cabe.
Un revés inesperado
En Filipinas, tras completar la carrera, en la que hizo una tesis sobre el diseño de una instalación eléctrica para una iglesia, llegó el momento de afrontar el examen de colegiatura. Se trata de una prueba que determina quién podrá acceder a los puestos más codiciados en las empresas públicas y en el sector privado. Justo entonces la ingresaron para una grave operación. “Me pasaba los días en cama. Me dijeron que no leyese en tres meses y que después de eso ya podría viajar. Así que, cuando llegó el examen de colegiatura, no me sentía cómoda del todo porque no había tenido tiempo para repasar y era bastante difícil”.
Sin apenas haber estudiado, Buena Amor pensó en tirar la toalla, pero su madre le hizo cambiar de opinión: “Mi madre me dijo que lo intentara porque, si era para mí, lo conseguiría. Eso era lo que iba a pasar y, si no sucedía, siempre podía examinarme de nuevo al año siguiente, pero que no permitiese que la situación me impidiese ser ingeniera”. En apenas dos semanas revisó todos los materiales a los que sus compañeros habían dedicado meses. “Así que me examiné y aprobé. Recuerdo que me puse a llorar porque no pensaba que fuese a lograrlo porque todos mis compañeros llevaban repasando seis meses. Algunos de ellos no aprobaron, mientras que yo sí, así que me sentí profundamente agradecida”.
“Temía no conseguir un trabajo al salir al mercado laboral porque era una mujer en el campo de la ingeniería eléctrica, que tiene una gran presencia masculina”
A pesar del éxito, la recién licenciada tuvo otra preocupación. Ya en la carrera había sido “la única mujer en el turno de mañana”. Así es como evoca su estado de ánimo por aquel entonces: “Temía no conseguir un trabajo al salir al mercado laboral porque era una mujer en el campo de la ingeniería eléctrica, que tiene una gran presencia masculina. Así que pensé que no podría conseguir un puesto de trabajo técnico de inmediato”. Aquella preocupación le hizo aceptar un puesto como profesora en la universidad, a pesar de que la enseñanza no le apasionaba.
Una carrera fulgurante en Filipinas
Por suerte, las preocupaciones de Buena Amor se demostraron infundadas. Tras un semestre de dedicación a la docencia en la universidad estatal de Batangas, una de las principales empresas energéticas de Filipinas llamó a su puerta con un reto algo más cercano a lo que buscaba. Se trataba de Meralco, la Manila Electrical Company. “Lo acepté porque, a pesar de que me pagaban mucho menos que como profesora, iba a ser un puesto de naturaleza técnica”. Allí tuvo la oportunidad de tratar con el equipo directivo, aunque en realidad su tarea no era tan técnica como ansiaba, sino que estaba más cerca de garantizar el cumplimiento de estándares de diseño de sistemas eléctricos que de diseñarlos en sí.
A los tres años dio otro pequeño gran salto. Su trabajo en Meralco llegó a oídos de la joya de la corona del sistema eléctrico filipino: la National Grid Corporation (la corporación nacional de red eléctrica).
Esta empresa pública le hizo una oferta que le permitió aplicar por fin el conocimiento acumulado en la carrera en aquella asignatura de una dificultad casi mítica, esto es, sistemas de transmisión. Allí comenzó a utilizar un software llamado PSS®E, que permitía calcular las cargas de electricidad del sistema, y contribuyó a proyectos de gran envergadura como la interconexión Cebu Bohol.
Esta es una oportunidad inmejorable para preguntarle por el contenido concreto de su trabajo. “Los sistemas eléctricos consisten en los procesos de la red eléctrica. Por un lado, tienes la generación, luego la transmisión, la distribución y el entorno residencial, que son los clientes finales. Así que, fundamentalmente, consiste en la forma en que se genera y se transmite la energía y qué capacidad tiene la línea, desde la generación a la transmisión”.
La llamada de Australia
A medida que conocemos a Buena Amor en nuestra conversación, comenzamos a ver una constante: su rechazo a conformarse y su búsqueda de nuevos horizontes. Y no solo profesionales. “Tenía muchas ganas de trabajar en el extranjero porque hay mejores salarios y por aquel entonces tenía un problema personal y sentía un intenso deseo de encontrar un nuevo lugar, un nuevo entorno. Quería empezar de cero”.
Había recibido una oferta de trabajo de una consultora en la ciudad australiana de Brisbane cuando la pandemia global truncó sus planes. De modo que la visa de trabajo se canceló antes siquiera de que pudiese volar a Australia, pero la chispa de un trabajo en el extranjero ya estaba prendida.
Una empresa con una visión ambiciosa
“Recibí un mensaje por LinkedIn y me preguntaron si me interesaba presentarme como candidata para un trabajo en ACCIONA. Mantuve tres entrevistas con los responsables y me dijeron que contaban conmigo”. Y explica que el fuerte despegue de la energía renovable en Australia había disparado la demanda de ingenieros y, además, ella ya tenía experiencia en el campo de las energías limpias. Esta era su ansiada oportunidad de empezar de nuevo.
“Fue por aquel entonces cuando comprendí que el objetivo de ACCIONA en Australia era impulsar proyectos de gran impacto, aun cuando eso requiera inversiones más elevadas”
Pronto se sorprendió de la visión que caracterizaba a su nueva empresa. Estaba acostumbrada a calcular el máximo de energía que podía soportar una infraestructura dada, así que presentó su estimación en un proyecto, pero le pidieron que volviese a la mesa de diseño. “Fue por aquel entonces cuando comprendí que el objetivo de ACCIONA en Australia era impulsar proyectos de gran impacto, aun cuando eso requiera inversiones más elevadas, ya que además de llevar a cabo la conexión estamos aumentando la capacidad de la red”. En efecto, no se trataba solo de suministrar energía, sino de reforzar los sistemas de transmisión, aunque eso exigiese inversiones adicionales.
“Cuando mi jefe me dijo que ACCIONA tenía la vocación de construir proyectos de impacto en el campo de la energía renovable, y luego cuando ves que los demás miembros del equipo comparten esa visión, comprendes que estás marcando la diferencia, aunque no seas más que una simple persona”, reflexiona. Uno de esos proyectos destinados a marcar la diferencia en los que tuvo la oportunidad de implicarse fue el parque eólico Tall Tree, un parque eólico con una potencia de 342 MW en Central West Victoria.
¿Y en qué se diferencia trabajar en los sistemas de transmisión de energías fósiles y renovables en términos técnicos? “A diferencia de las centrales eléctricas convencionales, la energía eólica y solar pueden ser intermitentes y dependen del tiempo y los ciclos diurnos. Hay que tener esa variabilidad en cuenta para gestionar las fluctuaciones en el suministro”, nos cuenta.
El secreto está en los equipos humanos
Ya hemos hablado de que Buena Amor se sorprendió ante el clima multicultural que se respiraba en ACCIONA, pero no fue lo único que le llamó la atención. Si en su anterior empleo solo había dos mujeres en su departamento, ahora hay prácticamente hay un 50 %.
Y eso, además de ser una muestra de igualdad en los entornos de trabajo, tiene también repercusiones prácticas en el día a día: “Ahora mismo somos cuatro mujeres en el departamento. Creo que me siento más cómoda al saber que no soy la única mujer del grupo y también puedo relacionarme con las otras ingenieras”.
“Cuando llegué aquí por primera vez, estaba trabajando pasadas las 6:00 de la tarde y mi jefe me escribió para decirme que apagase el ordenador y que qué estaba haciendo ahí después de las 5:00”
La representación de la mujer fue un aspecto en el que Buena Amor se sintió muy cómoda desde el comienzo, pero hubo alguna otra cuestión que le costó asimilar. “Cuando llegué aquí por primera vez, estaba trabajando pasadas las 6:00 de la tarde y mi jefe me mensajeó directamente para decirme que apagase el ordenador y que qué estaba haciendo ahí después de las 5:00”.
Por suerte, poco a poco, fue interiorizando su nueva realidad profesional. “Mis amigos también me dijeron que me adaptase […], que aquí las cosas son distintas y que el equilibrio entre vida laboral y personal es muy importante, al igual que la salud mental de las personas”.
Al encuentro de la libertad
Gran parte de esta entrevista se ha dedicado al desarrollo profesional de Buena Amor, así como los retos de su nueva vida en Australia. Pero ¿qué hay de sus aficiones? ¿De qué manera ha cambiado su ocio junto con su transición laboral? Su situación actual está muy ligada a ese nuevo equilibrio entre vida laboral y personal que ha encontrado en Australia. Tener más tiempo libre la ha ayudado a conocerse mejor. “Trabajar con una empresa que valora el equilibrio entre vida laboral y personal también me hizo consciente de lo que realmente quiero en la vida”, explica.
Hoy disfruta haciendo largas caminatas y descubriendo los paisajes de Australia. Y no solo a pie. “Creo que aún estoy en proceso de descubrir nuevas cosas. Hace poco pude hacer paracaidismo”. También se han producido cambios más sutiles, relacionados con su percepción de su papel como mujer. “También hice mi primera ruta de bares en Australia. Fue la primera porque en Filipinas no es normal que una mujer vaya a un bar si no es muy rica”. Y añade: “Paso mucho tiempo con amigos en el karaoke. Ah, y ahora estoy aprendiendo a tocar la guitarra”.
“También hice mi primera ruta de bares en Australia. Fue la primera porque en Filipinas no es normal que una mujer vaya a un bar si no es muy rica”
Algunas de esas actividades y bailes se reflejan en otra afición de la que habla con orgullo. “Soy muy activa en redes sociales, tengo como seis mil seguidores en Facebook. ¡Mis amigos me dicen que soy una influencer! En realidad, solo me decidí a hacerlo porque al principio estaba un poco aburrida en Australia. Pero ahora, cuando me paso un tiempo sin subir un vídeo, la gente me pregunta si estoy bien y cuándo voy a subir el siguiente. Ahora mismo hago escenas cómicas, bailo y canto”.
Concluye reflexionando acerca del cambio que se ha obrado en ella en estos años: “Siempre he sido así por naturaleza, pero en Filipinas era más reservada. No hacía un vídeo, ni cantaba ni bailaba en él porque, ya se sabe, eres una profesional que no hace ese tipo de cosas. Esto estaba mal visto, pero aquí todo el mundo es igual y tengo la libertad de hacer lo que me apetece”. Afirma que, quizá en un futuro, utilice sus vídeos para contar algo de su viaje de descubrimiento. Esa aventura que la llevó a Australia para encontrar un trabajo y un entorno donde pudiese ser ella misma, es decir, su lugar en el mundo.