En el corazón de la Gran Pirámide de Guiza, techando la cámara que supuestamente acogió la tumba del faraón Keops, hay una serie de bloques de granito a modo de vigas. Se estima que hay cerca de noventa de ellas. Muchas alcanzan las setenta toneladas de peso. La forma en que aquellos constructores lograron izar esas piezas megalíticas a una altura de hasta sesenta y cinco metros hace cuatro mil quinientos años en ausencia de ruedas y poleas sigue siendo un enigma. Así que no sería exagerado atribuir a los antiguos egipcios el título de padres de la ingeniería civil.
Y esa fue, también, la carrera que eligió Fatma Tarek, cuya infancia transcurrió a los pies de esas mismas pirámides. Su trabajo giraría desde el primer momento en torno a la construcción y no solo eso: un día ella contribuiría a preservar ese incalculable patrimonio histórico. De eso, de su trabajo en ACCIONA Cultura y de la importancia de contar con referentes que nos inspiren va esta entrevista.
Una cairota en Arabia Saudí
Fatma nos atiende desde casa en Riad y se disculpa de antemano por el llanto de su hijo. Un recordatorio de los retos de la conciliación. Al final el pequeño decide centrarse en sus juegos, mucho más interesantes que nosotros. Fatma aprovecha para explicarnos cómo se organiza en su día a día en ACCIONA: “Tuve un gran apoyo durante la baja de maternidad por mi primer hijo”.
“Tuve un gran apoyo durante la baja de maternidad por mi primer hijo”.
Ella y su pareja son egipcios, pero por una carambola profesional han acabado trabajando y viviendo en el reino saudita: “He tenido mucha suerte con mi esposo, ya que él recibió una oferta de trabajo en Arabia Saudí al mismo tiempo que yo. Fui muy afortunada porque hasta entonces toda nuestra relación [había sido] de larga distancia”. Como Fatma, él también es ingeniero civil.
Un referente familiar
La gran presa de Asuán –uno de los mayores embalses del mundo– se completó en 1970. Uno de los trabajadores de aquel megaproyecto fue el abuelo de Fatma. “Mi abuelo era ingeniero y siempre fue un espejo en el que mirarme. Me crie con una madre soltera y él era la única figura paternal que teníamos en casa. Por eso él fue tan importante para mí”, explica en tono agradecido.
Además de inspirar su futura carrera profesional, su abuelo la aconsejó acerca del mundo al que habría de enfrentarse. Así, la protagonista de esta historia recuerda también una conversación familiar cuando se disponía a comenzar su formación como ingeniera civil: “En realidad no era consciente de que hubiese una discriminación de género que pudiese suponer un reto para mí. Hubo un momento, al ingresar en la universidad, en que mantuve una conversación con mi madre y mi abuelo acerca de la igualdad de género; me dijeron que era posible que, al empezar la carrera, la mayoría de los estudiantes fuesen chicos y que quizá no me resultaría tan fácil como en el colegio”. Por suerte, no fue hasta más avanzada su experiencia laboral cuando se enfrentó a algún escollo en ese sentido.

Ladrillos de juguete (y juguetes desarmados)
Muchas de las ingenieras que trabajan con ACCIONA, tal como sucedía en el caso de Elena Navarro, hablan de una vocación temprana en la que edificar estructuras o entender el funcionamiento de las máquinas fue uno de los pilares de su infancia. Fatma no es una excepción.
“Ya en mi infancia me atraían los ladrillos de juguete y era incapaz de dejar un juguete intacto: tenía que desarmarlo entero y luego volver a montarlo. Normalmente, el resultado era un fracaso y luego tenía que apropiarme de otro juguete de mi hermana”, comenta entre risas. “Pero sí, siempre aspiré a ser ingeniera y tener mi propia empresa algún día”.
“Siempre aspiré a ser ingeniera y tener mi propia empresa algún día”.
Aunque al principio barajó la posibilidad de estudiar ingeniería mecánica, optó por la civil, tal como hemos anticipado. Tras cursar su carrera en la Universidad de El Cairo, no tardaría en ingresar en el mercado laboral. Fue allá por 2009. ¿Le afectó la crisis inmobiliaria? Fatma apunta a que su mayor preocupación fue la Primavera Árabe y el posterior golpe de Estado, pero al final pudo dar sus primeros pasos en su carrera profesional sin mayores contratiempos.
Almacén, oficina, taller; y volver a empezar
Allí, en su primer trabajo, tuvo la oportunidad de contemplar todo el proceso de construcción de múltiples edificios “desde la fase de licitación hasta completarlos”. A Fatma le impulsaba una profunda curiosidad que ese empleo le permitió colmar hasta cierto punto: “Me permitió recorrer todas las fases del proyecto sin entrar en demasiados detalles… Me ofreció un conocimiento de primera mano de la planificación y los presupuestos”.
También tuvo la oportunidad de viajar a diversos países para asistir a la ejecución sobre el terreno: “Mi empresa estaba acometiendo proyectos en todo el mundo. Construía almacenes, edificios de oficinas y talleres por toda África. También llevamos a cabo algunos proyectos en Europa. Por ejemplo, hice varios viajes de empresa a Kenia y Tanzania”.
“Para mí fue el punto de inflexión en el que quise trabajar a pie de obra, no en una oficina. Porque ves todo sobre el papel y no comprendes que eso se va a convertir en una estructura física hasta que lo ves con tus propios ojos”
Ver los resultados tangibles de esos proyectos marcaría su rumbo: “Para mí fue el punto de inflexión en el que quise trabajar a pie de obra, no en una oficina. Porque ves todo sobre el papel, todos los números y los diagramas, y no comprendes que eso se va a convertir en una estructura física hasta que lo ves con tus propios ojos, y eso te reporta una satisfacción inmensa…”.
Sin embargo, aquel trabajo pronto le quedó pequeño: “Llegado a cierto punto, todos los proyectos empezaron a parecerse… Completábamos el almacén con una oficina adosada y un taller, o una de las tres cosas. Así que se hacía un poco repetitivo, y por eso lo dejé”.
Fatma Tarek “Todo”
Llegaba el turno ahora de uno de los proyectos arquitectónicos y culturales más importantes de Egipto en las últimas décadas, un proyecto donde ACCIONA Cultura también desempeñaría un importante papel: el Gran Museo Egipcio.
Tras abandonar su primer empleo y conseguir una certificación adicional, llegó el siguiente salto laboral: “Acabé en el trabajo que quería, como coordinadora técnica en el Gran Museo Egipcio, pero en el área de la consultoría de gestión de proyectos. Era como una especie de joint venture. Y por aquel entonces [el museo] no era más que un solar de tierra amarilla”.
Allí, volvió a cubrir todas las áreas del proyecto durante cinco años, aunque con una mayor responsabilidad. Su versatilidad al cubrir todos esos frentes le granjeó un nuevo apodo en el organigrama: “De hecho, en el organigrama me pusieron el apodo de Fatma Tarek “All” [Fatma Tarek “Todo”] porque trabajaba en todos los departamentos. Era una especie de coordinadora de todas las tareas entre los departamentos, entre nosotros y el contratista, y entre nosotros y el cliente. Así que era una broma recurrente, sí. No sabían dónde colocarme exactamente, así que andaba por toda la organización”.
De un solar de tierra amarilla a icono cultural
Tras completar su ciclo en ese trabajo e implicarse durante un año en la construcción de un hospital, sintió el deseo de volver al Gran Museo Egipcio, aunque esta vez como contratista. Y ahí es donde surgió la oportunidad de ACCIONA Cultura. Acudió a una entrevista y consiguió el empleo. Ahora el proyecto del museo dejaba de ser un pedazo de tierra amarilla para convertirse en un ambicioso edificio de quinientos mil metros cuadrados y un coste de mil millones de euros. “Me impulsaba el hecho de ser quien participaba en la construcción del edificio, en ser la persona que está ahí, colocando esos elementos directamente. No sabría explicarlo, pero es un sentimiento de lo más gratificante”.

Aquí la carrera de Fatma terminó de despegar definitivamente: “Comencé como una ingeniera de planificación, pero más adelante me ascendieron a gestora de proyectos. En esa época conseguí mucha experiencia en las obras de construcción, en los trabajos a pie de obra y en toda la logística. Presenciar el desarrollo de todo el proceso, desde ese solar de tierra amarillenta sin ninguna estructura a colaborar en dar forma al edificio que lo ocupaba, fue algo tremendo para mí. Lo considero la cima de mi carrera”.
Además, en su trabajo con ACCIONA Cultura tuvo la oportunidad de codearse con grandes talentos de múltiples nacionalidades: “Tuve el privilegio de trabajar con algunos de los pesos pesados de la compañía, con un gran equipo allí en El Cairo por aquel entonces. Fue muy enriquecedor intercambiar realidades culturales y costumbres de distintas naciones. Me abrió los ojos en muchos sentidos”.
“Tuve el privilegio de trabajar con algunos de los pesos pesados de la compañía, con un gran equipo allí en El Cairo durante mi participación en el proyecto del Gran Museo Egipcio”.

Innovación y sostenibilidad como cultura corporativa
Volviendo al proyecto del GEM propiamente dicho, el trabajo de ACCIONA Cultura ha permitido aunar ciclópeas esculturas históricas como la de Ramsés II, que recibe a los visitantes en el vestíbulo de entrada, con las últimas tecnologías e innovaciones en el campo de la accesibilidad. “Tenemos una cultura de sostenibilidad e innovación que no he visto en ninguna otra parte. De hecho, contamos con un departamento de Innovación con el que he trabajado en muchas ocasiones. Por ejemplo, tuvimos que reproducir algunas de las estatuas en miniatura con impresión 3D para las personas con problemas de visión, incluyendo un trono de Tutankamón, para que pudiesen tocar las piezas con las manos”.
También apunta a la responsabilidad de proveedores y contratistas a la hora de fomentar una mentalidad sostenible entre los clientes. “Nuestro enfoque es presentar la cuestión [de la sostenibilidad] a nuestros clientes, aun cuando en ocasiones no se lo hayan planteado. Así que es algo positivo. A veces, al trabajar con algunos clientes, lo aplicamos como una exigencia”.
“Tenemos una cultura de sostenibilidad e innovación que no he visto en ninguna otra parte.”
La sostenibilidad es algo que abarca desde los procesos constructivos hasta los menores detalles: “Incluso en la creación de contenidos y a la hora de elegir los materiales para la exposición y todo lo demás, siempre teníamos la sostenibilidad presente”.

El poder de la historia
¿Qué más cree Fatma que aporta ACCIONA Cultura al mundo? Se toma su tiempo para responder: “Va de conocer tu propia historia. Si una persona o la comunidad de forma colectiva conoce su historia, se pueden mejorar muchas cosas, o se pueden evitar muchos prejuicios, y te dará una perspectiva acerca de lo que quieres ser en el presente y en el futuro”.
“Si una persona o la comunidad de forma colectiva conoce su historia, se pueden mejorar muchas cosas, o se pueden evitar muchos prejuicios”.
Y echa un vistazo atrás, a quienes dieron su grandeza a Egipto hace tantos miles de años. A aquellos grandes gobernantes que marcaron el devenir de su país y que hoy habitan, a través de su legado, el Gran Museo Egipcio: “Siempre he creído que el poder saca lo mejor y lo peor de las personas. El poder ilimitado no es la mejor dinámica para guiar a una civilización. Creo que ese es el caso cuando se trata de las dinastías. Por eso tenemos esas dinastías en nuestro pasado, porque cada vez que un faraón decía: ‘Soy vuestro dios y todo para vosotros’, fracasaba y venía otro para sustituirlo, hasta que [el mismo ciclo] volvía a repetirse”.
¿Y cuál diría que es su faraón favorito? “¡Tutankamón, por supuesto!”, exclama sin vacilar. “Hubo un momento de niña en que estaba obsesionada con la maldición que sufrieron quienes abrieron su tumba”, dice entre risas.
Cerrar el círculo
Tras concluir el proyecto del GEM, llegó una nueva oportunidad con ACCIONA Cultura en un proyecto de digitalización en Arabia Saudí. Para Fatma, cuyo motor ha sido siempre la curiosidad y la sed de nuevas experiencias, su proyecto actual ha supuesto un impulso renovado: “Siempre estás aprendiendo algo. Mi nuevo proyecto es radicalmente distinto del Gran Museo Egipcio”.
Dicho esto, el proyecto que ocupa un lugar especial en el corazón de Fatma es el Gran Museo Egipcio. Ha sido el gran telón de fondo de su carrera profesional, a medida que iba construyendo también su propia vida, “El Gran Museo Egipcio es quizá lo que tiene el mayor valor sentimental para mí. No había llegado al final de la veintena cuando empecé. Y en 2023 atendí a la inauguración junto con mi marido y mi hijo. Fue fantástico verlo terminado por fin”. Al fin y al cabo, pocas satisfacciones mayores pueden caberle a un ser humano que convertir en algo tangible esa huidiza materia de la que están hechos los sueños.
