«La naturaleza no es un lugar para visitar. Es nuestro hogar», escribe el poeta Gary Snyder, poniendo palabras al anhelo que todos los seres humanos sienten por profundizar en su vínculo con la naturaleza. En realidad, con su reflexión, Snyder no hace más que nombrar lo que se conoce como biofilia, un concepto que hace referencia a la conexión inherente y natural del ser humano con la naturaleza y otros seres vivos y que fue acuñado por el biólogo y naturalista Edward O. Wilson.

La tendencia generalizada de las sociedades modernas ha ido cada vez más en la dirección de cimentar la separación entre el hombre y la naturaleza, entre el espacio urbano y el espacio natural, entre la luz solar y los fluorescentes. Sin embargo, para muchos expertos es el momento de apostar por repensar el diseño de nuestros entornos para satisfacer ese anhelo del que habla Snyder. ¿Y si la naturaleza no fuera un lugar al que escaparse? ¿Y si no tuviera por qué ser un privilegio poder contemplarla de vez en cuando? Es posible recuperar la conexión con la naturaleza e integrarla en nuestro día a día en vez de tener que huir hacia ella, incorporándola en todos nuestros espacios, incluyendo los laborales, y disfrutar de los beneficios.

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El verde en los espacios de trabajo es clave para el bienestar

Ir a trabajar también es sinónimo de abrirse al mundo. Las oficinas pueden ser lugares que inspiren, con espacios de trabajo que se conviertan en escenarios de colaboración y salas de reuniones que sean puntos de encuentro que inviten al diálogo y la creatividad. Al fin y al cabo, el diseño de espacios debe estar al servicio de las necesidades de las personas que los van a ocupar y de las actividades que se vayan a realizar en ellos.

Como explica la arquitecta francesa Anne Lacaton, ganadora del Premio Pritzker de Arquitectura 2021: «La buena arquitectura es abierta, abierta a la vida, abierta para mejorar la libertad de cualquier persona, donde cualquiera puede hacer lo que necesita hacer».

En ese sentido, integrar la naturaleza en los espacios de trabajo se convierte en un pilar fundamental para el bienestar de quienes la conforman. Diversos estudios respaldan la afirmación de que la presencia de elementos naturales en el entorno laboral mejora la concentración, reduce el estrés y aumenta la satisfacción de los empleados.

oficina con mucha naturaleza

Por ejemplo, el informe The Global Impact of Biophilic Design in the Workplace, dirigido por el profesor de psicología Sir Cary Cooper e Interface, concluye que introducir elementos biofílicos en el espacio laboral aumenta en un 15% el bienestar de los trabajadores, un 15% su nivel de creatividad y un 6% su productividad. «En el trabajo, cuando centramos nuestra atención en una tarea exigente, los factores de nuestro entorno que nos perturban pueden provocar fatiga mental. Sin embargo, los espacios de trabajo que incorporan la naturaleza ofrecen entornos más tranquilos que permiten una atención sin esfuerzo, menos agotadora mentalmente y que, de hecho, puede restaurar, en lugar de agotar, nuestra capacidad mental» afirma el estudio.

 

Luz y vegetación, los elementos esenciales

En 2014, un estudio realizado por investigadores de las universidades de Exeter, Cardiff, Groningen y Queensland, fue el primero en evaluar los efectos de las plantas en oficinas reales a lo largo del tiempo. Los investigadores compararon oficinas «espartanas» (sin decoración) con oficinas «verdes» (con plantas) en empresas del Reino Unido y los Países Bajos, afirmando que la presencia de plantas aumentaba la productividad en un 15%, además de mejorar la satisfacción laboral, la concentración y la percepción de la calidad del aire.

Pero, llegados a este punto ¿cómo se podría mejorar el rendimiento y el bienestar en el trabajo? Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, en colaboración con la Universidad de Keio (Japón), ha demostrado que el diseño biofílico no solo mejora la percepción del entorno, sino que incrementa el rendimiento en tareas creativas, reduce la somnolencia y eleva la sensación de confort térmico. La investigación comparó un espacio de trabajo convencional con otro adaptado según principios biofílicos y los resultados hablan por sí solos: los participantes en el entorno con vegetación y luz natural obtuvieron casi cinco puntos más en creatividad, mostraron menor fatiga y reportaron un 8 % más de satisfacción con la temperatura, aunque esta fuera exactamente la misma. El estudio sugiere, además, que tanto la vegetación como la luz natural desempeñan un papel importante en la salud y la función cognitiva de las personas, y que sus efectos pueden medirse de forma objetiva a través de parámetros fisiológicos y psicológicos. Es decir, no se trata de percepciones pues hay una base biológica real detrás del bienestar que sentimos cuando trabajamos rodeados de naturaleza.

En definitiva, se trata de repensar los espacios desde la raíz, evaluando cómo afecta la luz, el silencio o el aire que respiramos y cómo se traduce el entorno en energía, atención y creatividad. Una única planta no transforma una oficina, pero integrada en un entorno que cuida del cuerpo y de la mente, puede ser el primer signo de una transformación más ambiciosa: la de entender que trabajar bien empieza por sentirse bien.

 

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