La belleza es una cualidad que nos atrae y deleita nuestros sentidos. Ya sea en un paisaje deslumbrante, el rostro expresivo de una persona o la delicada forma de un plato de cerámica, la belleza se manifiesta en múltiples formas. Proveniente del griego “Kalia” (bello), el concepto de belleza implica un orden interno que resulta placentero para quien lo percibe. Este orden intrínseco, que hace que un objeto sea considerado bello, se nutre de su propia coherencia y armonía.

Aristóteles, uno de los grandes filósofos de la antigüedad, sostenía que el propósito del arte es revelar la esencia secreta de las cosas. En las organizaciones, esta búsqueda de belleza puede traducirse en la creación de entornos armónicos y agradables, donde cada elemento contribuye al bienestar y la productividad. La estética organizativa no solo embellece el entorno físico, sino que también puede inspirar y motivar a quienes forman parte de la organización, reflejando así la esencia de sus valores y objetivos.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

En qué consiste la estética organizativa

La estética es la ciencia que estudia lo bello y es una de las ramas de la filosofía, aunque también se estudia en la psicología social, la sociología o la historia. En los últimos años, la estética también ha irrumpido en los estudios del campo de la gestión de empresas. Es lo que se conoce como estética organizativa. Tal y como señalan Giada Baldessarelli, profesora en la “House of Innovation” de la Universidad de Estocolmo y sus compañeros en “La dimensión estética de la organización: una agenda de revisión e investigación”, comprende una manera de entender la vida organizacional basada en diferentes reacciones sensoriales inmediatas (vista, oído, olfato y tacto) relativas a los componentes materiales de la organización (productos, entornos físicos y prácticas materiales).

 

“La estética organizativa no solo embellece el entorno físico, sino que también puede inspirar y motivar”

 

Los autores nos invitan a pensar en la estética como un punto esencial en la gestión de empresas. Hay cada vez más interés en ofrecer oficinas y espacios de trabajo, abiertos e innovadores que parecen mejorar la creatividad y la productividad, aunque son una de las múltiples opciones que tienen las organizaciones para gestionar lo bello.

 

La estética en las empresas

Las empresas pueden trabajar su propia estética organizativa a través de los entornos físicos. Es bien sabido que contar con espacios donde se respire calma y paz genera bienestar en los empleados que los disfrutan. Por ello, la arquitectura biofílica, que busca la simbiosis de los edificios con la naturaleza y el diseño interior pensado para conseguir el bienestar de quienes lo habitan, están ganando cada vez más peso en las decisiones corporativas, proyectando nuevos edificios y creando ambientes internos que fomenten la reflexión, el diálogo y el trabajo colaborativo. Esta tendencia es quizás la forma más común de gestionar lo bello en el entorno laboral.

Otra manera de cuidar lo bello en la empresa es con la identidad visual de la organización. Esta identidad visual se concentra en cierta manera en el logo, con su tipografía, colores y nivel de pulcritud, pero también con todo tipo de materiales identitarios que genera la empresa. Por lo tanto, se puede gestionar la belleza en la propia imagen corporativa.

Si la organización se dedica a ofrecer productos al público, allí hay gestión de lo bello. Incorporar especialistas es necesario para generar productos bellos.

diseño de oficina

De hecho, para algunas organizaciones es esencial ofrecer productos bellos, podríamos pensar en algunas marcas de coche, de electrodomésticos menores, o de teléfonos móviles.

También se puede gestionar lo bello en los servicios, ya sea cuidando el entorno físico donde se ofrece tales servicios, pero también, por ejemplo, con el tono en que se ofrece el servicio.

Según los expertos, la estética puede estar también presente en la propia cultura organizativa, que puede ir de la pulcritud en las comunicaciones internas, así como de todos los informes y presentaciones que se generan.

También se puede gestionar lo bello en todos los eventos públicos y privados que organiza la empresa. Por lo tanto, hay una gestión de lo bello que impregna la cultura, y a la vez la propia cultura conlleva una estética.

 

Las tres grandes líneas de investigación en el campo de la estética organizativa

La investigación de la estética organizativa está en una fase incipiente. Baldessarelli y sus colegas decidieron hace relativamente poco revisar todo lo publicado en este campo y sintetizar los resultados. Para ello, revisaron los artículos relativos a la estética en el campo de las organizaciones publicados entre 1980 y 2021.

Con una selección final de 177 artículos publicados en las mejores revistas de gestión de organizaciones (management) y capítulos de libros, llegaron a la conclusión de que los estudios de estética organizativa se han dividido en tres grandes temas, que se podrían resumir en:

 

La estética como estímulo

En esta área de investigación se ha estudiado todo aquello relativo a la estética como desencadenante de nuevos comportamientos individuales o colectivos. Un clásico ejemplo relativo a los empleados es cómo una nueva disposición de las oficinas modifica su bienestar.

Un ejemplo relativo a los compradores es cómo asocian a mayor calidad aquellos objetos percibidos como más armónicos, basado en un estudio real con cámaras digitales y hervidores eléctricos. Aquellos productos calificados como más armónicos por los participantes eran a la vez los percibidos de mayor calidad.

 

La estética como herramienta de conocimiento

En esta área de investigación se examina la estética en las organizaciones como un saber. Hay organizaciones que contratan a diseñadores (por ejemplo, empresas de perfumes) para lograr poner sus conocimientos estéticos en una forma material nueva (frasco). Este segundo campo de investigación pretende entender cómo la estética es una herramienta de conocimiento que las organizaciones no deben obviar.

 

La estética como resultado abierto

Esta última área de investigación en estética organizativa es donde hay menos estudios.

da vinci dibujo hombre

Examina las experiencias estéticas subjetivas (agradables o desagradables) cuando los individuos interaccionan con un entorno organizativo. Los estudios en esta área examinan por ejemplo como las percepciones subjetivas de un académico que visita los baños públicos de una universidad a la que visita pueden modificar la percepción que tienen de la universidad.

En este campo, se habla de mudez estética, ya que todos experimentamos percepciones sensoriales en nuestra interacción con el entorno, pero tenemos dificultades para expresar verbalmente tales percepciones. Nos pasa cuando vemos una pintura que nos gusta. En definitiva, este último campo de investigación examina cómo la dimensión estética de una organización genera respuestas emocionales y cognitivas inmediatas con las personas que interaccionan con la organización.

Por lo tanto, con las distintas áreas en las que la organización puede gestionar lo bello (entorno físico, imagen corporativa, productos y servicios, cultura organizativa y campañas y redes sociales), así como las tres grandes líneas de investigación en el campo de la estética organizativa (la estética como estímulo, como herramienta de conocimiento y como resultado abierto), las organizaciones disponen de distintos caminos para integrar la estética en su estrategia pero también en su día a día, para no solo fortalecer su propia imagen de marca, sino para mejorar el bienestar de los empleados, enriquecer la experiencia de los clientes, y en definitiva, para contribuir a la sociedad gestionando y facilitando aquello que nos es agradable a todos.

Fuentes: