Dicen que el hogar es donde está el corazón, pero ¿por qué no íbamos a tener el corazón en la oficina? No hablamos de convertir el escritorio en sofá ni de instaurar el viernes de batín y zapatillas. Hablamos de algo más profundo y necesario como transformar el lugar de trabajo en un espacio al que, más allá de las responsabilidades, nos apetezca volver. Un sitio que combine el bienestar emocional, la conexión humana y un verdadero sentido de comunidad. Durante mucho tiempo, hogar y trabajo han sido polos opuestos en nuestra vida cotidiana. Uno representa el descanso, la familia, la identidad personal. El otro, la productividad, el deber, el esfuerzo. Pero hace tiempo que esa dicotomía empieza a cuestionarse, ya que ahora las personas buscan una experiencia laboral que no les obligue a dejar su humanidad en la puerta.
Qué voy a leer en este artículo
- ¿Qué es el tercer lugar y por qué importa en el entorno laboral?
- La conversación como motor del conocimiento
- Los beneficios de estar
- Hacia una cultura corporativa más humana
¿Qué es el “tercer lugar” y por qué importa en el entorno laboral?
El sociólogo Ray Oldenburg acuñó el concepto de «tercer lugar» para referirse a aquellos espacios que no son ni casa ni oficina, pero que cumplen una función vital en nuestra vida social: cafeterías, plazas, librerías, parques. Son entornos de encuentro informal, donde se construyen vínculos, se intercambian ideas y se fortalece el tejido comunitario.
¿Pueden las organizaciones inspirarse en este concepto para reimaginar el lugar de trabajo? Lo cierto es que pueden y lo están haciendo, pues muchas compañías sitúan la conexión humana como una prioridad. Algo fundamental si tenemos en cuenta que «el tercer lugar» con el que reflexionaba Oldenburg está desapareciendo progresivamente de la vida física y trasladándose a la online.
El poder de las buenas conversaciones
La conversación que se genera en torno a la máquina del café, las reuniones que acaban tomando un rumbo inesperado y obligan a sacar la pizarra blanca y el rotulador, los desafíos que se sacan adelante en equipo o la confianza que se deposita en el talento joven y el orgullo que genera cuando estos progresan, son ejemplos de cómo el ámbito laboral es capaz de alumbrar las experiencias más humanas.
“La conversación es el motor del conocimiento. Y también del compromiso.”
Aunque el diseño del espacio físico es un gran factor de influencia en el bienestar de los empleados, lo más efectivo es empezar por generar conversaciones productivas. Al fin y al cabo, ya decía Platón que el diálogo es la herramienta más adecuada para hacer avanzar el conocimiento. Una encuesta de Gallup señala que los empleados que muestran más compromiso con el trabajo tienen un 42% menos de estrés que aquellos que están menos involucrados. Y un aspecto crucial en conseguir ese nivel de motivación tenía que ver con el feedback que recibían de los líderes de la empresa. Gallup señala que las conversaciones profundas y significativas pueden durar entre 15 y 30 minutos si se realizan semanalmente.
Esto, que puede parecer algo sin importancia, es en realidad la base del éxito de las ficciones televisivas que siguen a un equipo de profesionales de cualquier ámbito. Nadie se engancha a Anatomía de Grey para aprender a hacer una operación a corazón abierto. Lo que mantiene los índices de audiencia son las conversaciones mantenidas a toda velocidad por los pasillos del hospital, los discursos motivacionales antes de una intervención difícil y el hombro que se ofrece para llorar tras un fracaso. Porque no es lo mismo ser empleado, que formar parte de algo más grande.

Los beneficios de estar
Puede parecer obvio, pero la manera principal de convertir un espacio en ese «tercer lugar» es acudiendo a él. En el ámbito del trabajo, esto se concreta en que no todo lo que puede ser realizado de manera remota, debe ser realizado de manera remota. «Hemos descubierto que algunas tareas que técnicamente pueden realizarse a distancia es mejor realizarlas en persona. Las negociaciones, las decisiones empresariales críticas, las sesiones de brainstorming, el feedback delicado y la incorporación de nuevos empleados son ejemplos de actividades que pueden perder eficacia si se realizan a distancia», explica un informe de McKinsey sobre el trabajo tras el COVID-19.
“No todo lo que puede ser realizado de manera remota, debe ser realizado de manera remota.”
«Hay ciertos aspectos del trabajo, como la colaboración, el aprendizaje, la socialización, la resolución creativa de problemas y la toma de decisiones complejas, que se optimizan al estar en el mismo espacio con otras personas. Estas experiencias repercuten directamente en el refuerzo de la infraestructura social de un grupo u organización a lo largo del tiempo y aumentan los niveles de solidaridad y cohesión en los equipos, elementos ambos esenciales para el rendimiento del grupo», sostiene Jennifer Magnolfi Astill, investigadora sobre la evolución de los espacios de trabajo y la colaboración entre personas y máquina.
Hacia una cultura corporativa más humana
Apostar por priorizar la utilización del lugar de trabajo para funciones que tengan que ver con la conexión humana y con el capital social es muy beneficioso cuando tienen que ver con la resolución compleja de problemas, con la adquisición de nuevas habilidades o con el intercambio de conocimiento entre generaciones. Un estudio de la Universidad de Cornell analizó las dinámicas en parques de bomberos y revela que los que cocinan y comen juntos muestran niveles más altos de cooperación y desempeño grupal. «La evidencia sugiere que el establecimiento de relaciones, así como las conexiones entre personas de diferente estatus de poder en una comunidad, están asociadas a una mejor salud comunitaria. Lo mismo puede aplicarse a la salud y la fortaleza de una comunidad laboral», asegura Jennifer Magnolfi Astill.
“Convertir la oficina en un lugar al que apetece volver es una decisión cultural.”
En definitiva, conseguir que el trabajo proporcione los beneficios de ese «tercer lugar» propuesto por Oldenburg tiene que ver con apostar por una cultura corporativa consciente. Tal y como afirma Christine Porath, reconocida profesora, investigadora y conferencista especializada en comportamiento organizacional: «He descubierto que las empresas y los líderes pueden construir mejor las comunidades compartiendo información, dando rienda suelta a las personas, creando un entorno respetuoso, practicando la honestidad radical, proporcionando un sentido de significado e impulsando el bienestar de los miembros».
Reimaginar la oficina como un tercer lugar implica rediseñar espacios, pero también fomentar relaciones, presencia consciente y un propósito compartido. El futuro del trabajo no es solo híbrido o remoto. Es humano.