*La aceleración del ritmo de vida. Este es seguramente el aspecto que nos afecta más directamente a nuestra vida diaria, ya que se observa un incremento del número de episodios de acción por día.
Es decir, en un día se realizan cada vez más acciones distintas, con sus transiciones correspondientes de una tarea a la otra, que nos hacer percibir hambre de tiempo. Es decir, la sensación de no llegar a cumplir todas las responsabilidades laborales, sociales, personales, la llamada relojización. Cada vez realizamos más acciones y se percibe el tiempo como un recurso escaso dividido entre la multitud de tareas a realizar.
“En un día se realizan cada vez más acciones distintas que nos hacer percibir hambre de tiempo”.
Estas tres formas de aceleración (tecnológica, cambios sociales y ritmo de la vida), junto con una creciente sensación de competencia, se entrelazan entre sí, generando un ciclo de aceleración difícil de frenar y con consecuencias serias no solo para las propias personas y sus familias, sino también para las propias organizaciones.
¿Cómo afecta la aceleración social a las organizaciones?
La velocidad y la aceleración de nuestra vida afecta a nuestra salud física y psíquica, y también a la deshumanización de nuestras relaciones. La velocidad disminuye la calidad de la relación con los otros y, como decíamos, las organizaciones no son una excepción.
El síndrome de la prisa, provocado por el ciclo de la aceleración presentado anteriormente, tiene obviamente algunos beneficios, ya que nos empuja a realizar más tareas, finalizar más proyectos, pero a la vez, hay muchas consecuencias invisibles para las organizaciones (falta de creatividad, reflexión, deshumanización) que requieren de cierta reflexión.
Es por esto que cada vez son más las personas que buscan oasis de desaceleración (resorts, monasterios, clases de mindfulness, viajes al desierto). Rosa también destaca que la propia aceleración puede llegar a una disfunción y convertirse sin quererlo en desaceleración. Lo observamos en el tráfico con los embotellamientos provocados por muchas personas que quieren moverse con rapidez, o en algunas personas que desafortunadamente pasan de un alto nivel de actividad o velocidad o un nivel muy bajo provocados por ansiedad, depresión o enfermedades cardiovasculares que impiden seguir con niveles de velocidad anteriores.
Por lo tanto, ante esta nueva situación seria interesante reflexionar sobre los siguientes puntos:
* A nivel individual sería positivo hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los beneficios de mi aceleración? ¿Cuáles son las consecuencias negativas de mi aceleración? ¿Perjudica a la calidad de mi trabajo? ¿Perjudica a la calidad de relaciones con las personas que tengo alrededor?
* A nivel individual, si la persona lo considera importante, buscar momentos de desaceleración, ya sea a lo largo del año (vacaciones), o lo largo del día (pausas regenerativas al empezar el día, the morning miracle, al mediodía, o antes e ir a dormir)
* A nivel corporativo también sería interesante hacerse las siguientes preguntas ¿Cuáles son los beneficios de la aceleración? ¿Cuáles son las consecuencias negativas de esta aceleración? ¿La velocidad hace perder a la organización capacidad creativa? ¿La velocidad afecta negativamente a la innovación? ¿En qué otros aspectos nos afectan la aceleración social, positiva y negativamente?
* A nivel corporativo también se podría fomentar momentos de desaceleración para los empleados ya sea a partir de programas de formación, o bien de reforzar la importancia del descanso y los momentos de desaceleración.
La excelencia a veces requiere de la velocidad, pero muchos otros momentos pueden generar una valiosa riqueza para la persona y para su grupo de trabajo si se llenan de reflexión, serenidad y disfrute de los pequeños detalles.
Referencias:
- Duch, Lluís (2018) Vida cotidiana y velocidad. Herder, Barcelona.
- Rosa, Harmut (2016). Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la modernidad tardía. Katz Editores, Madrid.