Cultura M: del miedo. Aquella en la que no existe comunicación y cada individuo permanece aislado. Genera mediocridad y da lugar a manipulación. Lo más importante es el estatus y el poder.
Cultura I: intermedia. Se trata de una estructura muy jerarquizada, en la que la información fluye, pero es insuficiente. Como consecuencia, el empleado puede llegar a sentirse impotente ya que no termina de involucrarse en los procesos.
Cultura C: de confianza. Existe una relación de comunicación y confianza entre el líder y los empleados. Invita al desarrollo y la competencia. Lo más importante es la persona. Los colaboradores asumen responsabilidades y contribuyen a los procesos.
Cómo sortear los riesgos de una entrevista de trabajo fallida
Y desde el lado del entrevistado, basta con abordar el tema tabú con decoro. Trabajar puntualmente hasta tarde, acudir a la oficina en fin de semana o ir más allá de la mera descripción del empleo pueden aceptarse dentro de una circunstancia puntual o extraordinaria. Pero todos merecemos trabajar para una empresa que valora la vida personal y comprende la flexibilidad.
El equilibrio pasa por mostrar tus inquietudes subrayando al mismo tiempo el compromiso y la responsabilidad en tu desempeño. De esta manera se abre un proceso bidireccional que no da margen a malentendidos acerca de falsas excusas para salir temprano de la oficina.
El punto de partida, por tanto, debe ser el de definir lo que significa para cada cual el equilibrio entre vida y trabajo. Si bien para algunos departamentos el teletrabajo es una opción real, para otros no. Pero, a cambio, permiten una mayor flexibilidad para desarrollar la jornada semanal.
Y lo mismo para los empleados. Mientras en algunos casos el work life balance puede significar estar en casa para cenar en familia todas las noches, en otros puede tratarse simplemente de poder dedicar un tiempo extra cada día a la hora de comer para acercarse hasta un gimnasio. Cuanto antes se planteen las necesidades, más rápido se resolverán. Por eso lo que debe reinar en el proceso es el respeto y la naturalidad.
Pero del mismo modo que el entrevistado debe estar preparado para plantear sus inquietudes, también debe de estarlo para resolver las que le plantee el entrevistador. Incluso si en un primer momento las visiones no encajen provocando cierta fricción.
Estas situaciones no son habituales, pero no hay que descartarlas. Algunos planteamientos pueden parecer desacertados para una toma de contacto inicial. Pero antes de dejarse llevar por el primer impulso, conviene ponerse en la piel del otro. No hay que olvidar que hay una razón muy concreta detrás de cada pregunta que hace un entrevistador. Aceptando esta manera de proceder, todo resultará más sencillo, y las preguntas bidireccionales favorecerán nuestro equilibrio entre trabajo y vida.
Identificar qué elementos son absolutamente decisivos y con cuáles podría comprometerse ambas partes puede ahorrar muchos quebraderos de cabeza posteriores. Porque cada vez son más los profesionales, especialmente los de perfiles senior, que condicionan su decisión entre una organización que le informe acerca de la política de conciliación a otra que no lo haga. Para ello conviene abordar la cultura empresarial desde la primera toma de contacto.
Los profesionales valoran muy positivamente aquellas compañías que los empoderan para administrar su propio tiempo en función de las necesidades personales y laborales al saber que cuentan con la confianza absoluta de que independientemente de cómo se organicen su equilibrio entre vida y trabajo, cumplirán a tiempo con sus tareas. Y cuanto mejor definidas tengan ambas partes sus respectivas necesidades, mejor irá el proceso.
Fuentes:
Más familia
Escuela de negocios y dirección
Jody Michael Associates
The Cut