Cinco dedos de una mano no parecen una amenaza demasiado seria, pero cuando se cierran sobre sí mismos para formar un puño perfectamente apretado y compacto la percepción que proyectan es muy distinta. Lo mismo podría decirse del poder del trabajo en equipo: «El puño» es, de hecho, la metáfora a la que recurre el mítico entrenador de baloncesto Mike Krzyzewski (también conocido por su nickname Coach K) en su no menos conocido libro Leading with the Heart: Coach K’s Successful Strategies for Basketball, Business, and Life (2000) para hablar de las fortalezas del trabajo en equipo sobre cualquier desempeño individual por brillante que este sea.
Los deportes de equipo son la quintaesencia de la colaboración dirigida a la consecución de un objetivo común. En ellos se dan, en un ámbito reducido, prácticamente todos los elementos que son determinantes en una situación organizacional en la que intervengan diferentes actores. Hay líderes (el entrenador, el capitán del equipo…), hay roles (las posiciones de los jugadores: el portero, el delantero, el base, el pívot…) y hay diferencias significativas entre los miembros del grupo. Diferencias de talento (la estrella, el especialista, los titulares, los suplentes), de responsabilidad (la que asume el mejor jugador respecto a la del que casi nunca juega o a la de la joven promesa) o de grado de influencia sobre sus compañeros y el grupo en su conjunto (la del veterano en contraste con la del fichaje recién llegado o la del chaval de la cantera).
El deporte es una gran escuela
También en los deportes colectivos se reproducen muchas de las circunstancias que acompañan las dinámicas empresariales: la capacidad de resiliencia o para rendir bajo presión, las tensiones internas, el sacrificio, el compromiso, el orgullo de pertenencia o el compañerismo. Por esta razón, las enseñanzas de este universo son muy valiosas en prácticamente cualquier contexto empresarial. Ya se trate de una startup tecnológica, una multinacional o una cocina profesional (en diferentes episodios de la serie de Disney + The Bear, ambientada en un restaurante de la ciudad de Chicago que aspira a ganar una estrella Michelin, vemos a uno de sus personajes leer compulsivamente el libro de Coach K), el deporte es una gran escuela para aprender a trabajar en equipo.
¿Y cuáles son esas enseñanzas? Krzyzewski, por ejemplo, profundiza en la metáfora del puño describiendo a ese «quinteto» que formaría el dream team del trabajo colaborativo. Para el tres veces medalla de oro olímpica con la selección de basket de Estados Unidos, esos ingredientes son:
1) Comunicación: abierta y permanente para asegurar que todos los miembros del equipo están alineados hacia el mismo objetivo.
2) Confianza: con la transparencia y la honestidad como bases para que los componentes se apoyen unos a otros.

3) Responsabilidad colectiva: tanto en los éxitos como en los fracasos, evitando las culpas individuales y favoreciendo la cohesión del grupo.
4) Cuidado: mostrando un interés genuino por el bienestar de cada persona del colectivo.
5) Orgullo: de pertenencia al grupo y por el buen trabajo realizado para mantener altos los niveles de esfuerzo y calidad.
Los éxitos se fraguan en la dificultad
La resiliencia y el sacrificio para superar las dificultades son otras grandes enseñanzas que se pueden extraer de los deportes de equipo. En 2014 la inglesa de origen Jill Ellis asumió el cargo de seleccionadora nacional de fútbol femenino de Estados Unidos. Faltaba un año para su siguiente gran cita internacional: el mundial de Brasil de 2015. En aquel momento, el combinado norteamericano era el vigente campeón olímpico, pero llevaba 16 años sin alzarse con el torneo cumbre del fútbol mundial, y Ellis intuía que necesitarían dar mucho más de lo que venían ofreciendo para romper esa racha. En su primera reunión con las jugadoras les dijo: «Una parte de mi trabajo consistirá en haceros el viaje incómodo, porque la adversidad es la mejor maestra». Sabía que sin exigencia no hay reto, y que sin reto ningún grupo humano está preparado para ofrecer su mejor versión. Estados Unidos ganó aquel mundial.
La psicología y la exigencia son dos de las cualidades que suelen acompañar a los líderes de los equipos más exitosos. Y es que hace falta mucha psicología para saber encajar en un grupo los egos de grandes talentos individuales como Messi, Cristiano Ronaldo, Michael Jordan o Kobe Bryant. Y se necesita exigencia para que, una vez integradas, estas figuras den lo mejor de sí mismas… gracias a la ayuda de sus compañeros. Una dificultad que adquiere niveles superlativos cuando tu equipo, deportivo o empresarial, está formado no por una sino por una constelación de estrellas. Carlo Ancelotti y Zinedine Zidane (Real Madrid), Pep Guardiola (FC. Barcelona y Manchester City) o Phil Jackson (Chicago Bulls y Los Ángeles Lakers) pueden dar fe de ello.
El mejor equipo funciona como una familia
El alemán Jürgen Klopp, ex entrenador de equipos como el Borussia de Dortmund o Liverpool, es otro de los profesionales del deporte del que se puede aprender muchas lecciones aplicables al mundo de la empresa. Es considerado como uno de los mejores entrenadores en la historia del fútbol, ya que el trabajo duro, la pasión y el juego en equipo son las señas de identidad de un mister capaz de inspirar dentro y fuera del fútbol.
Una de sus máximas es construir grupos muy cohesionados en los que los jugadores formen una auténtica familia con valores y objetivos compartidos. Suele decir, por ejemplo, que el éxito de un equipo radica un 30% en la táctica y un 70% en la unidad. Sus vestuarios están presididos por un cartel en el que pueden leerse las siguientes máximas: compromiso total; obsesión feroz; determinación, independientemente del curso del juego; apoyar a todos; permitir que otros te ayuden; todos usan el 100 % de sus cualidades (habilidad y destreza) en beneficio del equipo; todos asumen la responsabilidad.
Un antiguo programa infantil de TV solía animar a los niños a colaborar entre sí con la frase: «Solo no puedes; con amigos, sí». Es una recomendación que lleva décadas funcionando también en el mundo del deporte, y que, sin duda, también lo hace en el de la empresa.