Actualmente estamos en el prólogo de la cuarta revolución industrial, que avanza a un ritmo vertiginoso por la confluencia de la inteligencia artificial, el impacto de las redes sociales en la actividad económica, la tecnología móvil, la ciencia de los datos y el ‘internet de las cosas’. Todo ello producirá un nuevo cambio de paradigma respecto a las competencias profesionales. Y éste no es nada lejano: se calcula que el 35% de las habilidades demandadas por los empleadores cambiarán en el año 2020.
Es decir, seguirán estando vigentes habilidades básicas como el liderazgo, la comunicación, la colaboración y la gestión del tiempo, pero las empresas van a dar valor a otras de carácter técnico, como la programación, o de carácter no técnico, como la capacidad y disposición de los empleados para seguir aprendiendo (“velocidad de aprendizaje”).
Entre quienes se han arriesgado a precisar y a poner nombre a estas futuras e inminentes nuevas competencias profesionales destaca la Universidad de Phoenix, cuyo Instituto para el Futuro ha elaborado un decálogo de las que demandará el mercado laborar a partir de la próxima década:
- Sense-making: La habilidad para dar el sentido correcto a aquellos inputs de información que uno recibe.
- Inteligencia Social: La capacidad de conectarse con otros miembros de la organización de una manera directa y profunda para detectar y estimular interacciones deseadas.
- Pensamiento novedoso y adaptativo: la habilidad de saltarse las rutinas o las reglas formalmente establecidas para pensar y encontrar soluciones.
- Competencia intercultural: La habilidad para trabajar en diferentes entornos culturales, más allá del conocimiento de la lengua del país en el que se ubica el puesto de trabajo.
- Pensamiento computacional: La capacidad de reducir a conceptos abstractos grandes cantidades de datos y comprender el razonamiento basado en estos últimos.
- Dominio de innovadores medios de comunicación que usan las empresas, por ejemplo el vídeo, para la comunicación persuasiva.
- Transdisciplinaridad: dominio y/o habilidad para entender conceptos de distintas disciplinas.
- Mentalidad de diseño: La habilidad de representar y llevar a cabo procesos orientados a los objetivos. Esta competencia exige reconocer el tipo de mentalidad que requiere cada tarea.
- Gestión de la carga cognitiva: La capacidad de filtrar la información en función de su importancia y para saber cómo maximizar las funciones cognitivas mediante la utilización de distintas herramientas y técnicas.
- Colaboración virtual: La capacidad para integrarse en un equipo virtual de la manera más productiva posible.
Fuentes: Linkedin Blog Oficial; Foro Económico Mundial; CEREM; David C.McClelland y Universidad de Phoenix.