De acuerdo con Hofstede, los países con elevada distancia en el poder son típicamente más violentos. Una puntuación baja refleja la perspectiva de que las personas se ven los unos a los otros como iguales. Las naciones latinoamericanas y árabes están catalogadas como las más altas en esta categoría; las escandinavas y germánicas en las más bajas.
En términos de diversidad cultural en el trabajo, la distancia de poder mide cómo las personas que tienen menos poder afrontan y se relacionan con las que poseen mayor poder o tienen un estatus por encima del suyo, como sucede entre un empleado y su jefe, por ejemplo.
Individualismo vs. colectivismo
¿Eres más de ir por tu cuenta o de participar en un grupo? En culturas individualistas, te identificas primero contigo mismo, mientras que en el colectivismo las personas tienen un sentimiento de pertenencia a grupos, organizaciones o familias donde los individuos se cuidan entre ellos y se deben lealtad.
En una organización con una cultura que tiende más al colectivismo, prefieren contratar a personas que ya conocen, como familiares o amigos. Consideran para nombramientos importantes a gente de confianza dentro de su grupo. En cambio, en una cultura más individualista, se evalúa a quienes se postulan a un puesto en base a su formación y experiencia.
En cuanto a las relaciones de trabajo, en una organización más colectivista se trabaja para que haya vínculos reales entre los empleados, tanto entre iguales como entre líderes y subordinados. En este tipo de cultura, los empleados se sienten más implicados y valorados en la organización y se reduce la rotación de plantilla.
En cambio, en las organizaciones más individualistas, las relaciones entre empleado y empleador es meramente la que exija el negocio. Si no se obtienen los resultados esperados, es posible que la relación laboral termine y se proceda al despido. En este tipo de empresa, los trabajadores cambian más rápido de trabajo y se guían solo por mejores salarios o condiciones.
Masculinidad vs. feminidad
En este punto, Hofstede acude a algunos de los rasgos arquetípicos que se suelen aplicar a la cuestión de género para intentar desarrollarlo. Por ello, según el psicólogo y antropólogo holandés, en esta dimensión de la diversidad cultural en el trabajo, el lado masculino representa una orientación hacia los logros, el heroísmo, la asertividad y la recompensa material por el éxito. La sociedad en general es más competitiva. Su opuesto, la feminidad, prefiere la cooperación, la modestia, preocuparse por los débiles y la calidad de vida. La sociedad en general está más orientada a llegar a consensos.
Una cultura organizacional masculina se caracteriza por la búsqueda constante de reconocimiento, ascensos, más ingresos y desafíos. Mientras que una cultura organizacional femenina destaca por la búsqueda de un ambiente agradable, buenas relaciones entre todos, sin importar la jerarquía, colaboración entre compañeros y estabilidad laboral.