Es bastante frecuente escuchar adjetivos negativos en la sociedad para describir a mujeres líderes en comparación con sus homólogos masculinos. Demasiado “frías” y “mandonas”, en el caso de Angela Merkel, Hillary Clinton o Margaret Tatcher. Demasiado “buena” y “suave”, en el caso de Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, por su posición en temas de política exterior. ¿Cómo afectan al desarrollo profesional de las mujeres los estereotipos de género en el trabajo?

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Así funcionan los estereotipos de género en el trabajo

Las percepciones erróneas sobre las mujeres en el lugar de trabajo pueden llevar a situaciones complejas y frustrantes. Por un lado, si las mujeres no son lo suficientemente amables, pueden ser vistas como frías o poco colaborativas, lo que podría generar una reacción negativa en sus compañeros o superiores. Por otro lado, si las mujeres son percibidas como “demasiado amables” o “conciliadoras” podrían enfrentar dificultades para ser contratadas para trabajos competitivos.

En ambos casos, estas percepciones están basadas en estereotipos de género en el trabajo desactualizados que no tienen en cuenta las habilidades, el talento y la experiencia de las mujeres.

 

Las personas asumen que las mujeres son más generosas y justas que los hombres

En un interesantísimo estudio reciente, la profesora de Harvard Business School, Christine Exley, examinó esta percepción errónea y sus implicaciones para las mujeres. Descubrió que muchas personas asumen que las mujeres son más generosas y justas que los hombres a la hora de distribuir recursos económicos, lo que puede hacer que los empleadores sean menos propensos a ofrecer salarios más altos a las mujeres.

Exley y sus compañeros de investigación, en primer lugar, reunieron alrededor de 800 participantes para que formaran parte de una serie de juegos clásicos de economía. En uno de estos juegos, los jugadores tenían que decidir cómo dividir los recursos entre ellos y sus compañeros. Después, se les pedía a los participantes que predijeran el porcentaje de hombres y mujeres que elegirían quedarse con más recursos para ellos en lugar de dividirlo en partes iguales con su pareja.

En todos los juegos, no hubo diferencias significativas en cómo los hombres y las mujeres se repartían los recursos. Sin embargo, los participantes pensaron que las mujeres tenían más probabilidades de dividirlos de manera más equitativa. Es decir, los participantes subestimaron cuán generosos serían los hombres y sobreestimaron cuán generosas serían las mujeres.

“En una variedad de contextos, la gente piensa que las mujeres son más generosas y orientadas a la igualdad que los hombres. Me sorprendió hasta qué punto no pudimos encontrar ningún contexto en el que estas diferencias de creencias no desaparecieran”, declara Exley.

una mujer empresaria ejecutiva volando sobre una flecha azul para representar los estereotipos de genero en el liderazgo

La realidad es que, los hombres y las mujeres tienen comportamientos y creencias similares en torno a estos valores.

 

Así afectan los estereotipos de género en la forma de liderar de las mujeres

El problema con los estereotipos es que pueden afectar en la forma en que se percibe a las mujeres en los roles de liderazgo. Cuando se asume que las mujeres son demasiado amables o buenas para liderar, pueden enfrentar una mayor resistencia para ascender en su carrera y ser tomadas en serio en su papel de líderes. Esto puede ser especialmente problemático en los casos en que la cultura empresarial se basa en la idea de que los líderes deben ser duros e implacables.

Las personalidades de hombres y mujeres no tienen apenas diferencias en puestos de liderazgo

Una investigación de la Universidad de Amberes (Bélgica) demuestra que las mujeres y los hombres en puestos de gran responsabilidad tienen muchas más similitudes que diferencias en actitud y personalidad. Ambos tienen el perfil de líderes arquetípicos, con un marcado énfasis en características tales como asertividad, pensamiento estratégico y decisión.

“Lo que podemos deducir de esto es que el ‘perfil de liderazgo’ en muchas organizaciones todavía se interpreta sobre la base de más ‘características masculinas’, que pueden constituir una barrera adicional para muchas mujeres. De hecho, innumerables estudios han demostrado que las mujeres que sobresalen en las características tradicionalmente asociadas con el liderazgo masculino son consideradas por sus empleados como mandonas, arrogantes, ‘chillonas’, lo que pone en riesgo sus posibilidades de promoción”, explica Bart Wille, profesor asistente de Personal y Desarrollo Organizacional en la Universidad de Amberes.

Aunque aún hay mucho por hacer, es importante destacar que las nuevas generaciones muestran signos de cambio. El 39% de las mujeres menores de 40 años estarían más interesadas en ascender a puestos directivos si fueran más flexibles, lo que refleja un cambio en las expectativas y valores en comparación con generaciones anteriores.

La personalidad y las características de liderazgo no están determinadas por el género.  Debemos seguir trabajando juntos para crear entornos laborales más inclusivos y flexibles, donde las personas tengan la oportunidad de avanzar en sus carreras sin afrontar discriminaciones de ninguna índole.