¿Es posible disfrutar de algo que nos ocupa un tercio del día y que hacemos por necesidad? Es decir: ¿es posible ser feliz en el trabajo? Parece que sí, más adelante hablamos de ello.

Lo contrario, la infidelidad laboral provoca que las personas rindan menos, se cansen más y estén más abiertas a cambiar de empresa. Para abordar esta cuestión, algunas organizaciones han creado la figura del ‘Chief Happiness Officer’ o jefe de Felicidad. ¿Su objetivo? Promover un entorno en el que los trabajadores se sientan valorados y motivados consiguiendo así mejorar la calidad de vida de las personas, apuntalar la cultura organizacional y optimizar la eficiencia en los resultados.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Causas y consecuencias de la infelicidad laboral

¿Recuerdas la película “Tiempos Modernos” de Charlie Chaplin? A través de su personaje, el Trabajador, Chaplin presenta una visión aguda y agridulce de la experiencia laboral en la sociedad industrializada.

Esta obra del cine mudo destaca la deshumanización que puede venir con el trabajo mecanizado. El Trabajador se convierte en una extensión de la maquinaria, un engranaje más en la rueda gigante del progreso industrial. Una situación que comparten muchos trabajadores hoy en día, quienes a menudo pueden sentirse como pequeñas piezas insignificantes en una máquina corporativa más grande, sin sentido ni propósito en su trabajo.

 

 

La infelicidad laboral puede tener consecuencias significativas, tanto para el individuo como para el lugar de trabajo en general. La última encuesta global de satisfacción laboral de Gallup revela que un 59 % de los empleados no están comprometidos con su organización. Según indica su análisis, estas personas se dedican a ocupar un asiento y a observar cómo pasan las horas por el reloj. Es lo que llaman “renuncia silenciosa”. Hacen el mínimo esfuerzo y están psicológicamente desconectados de la empresa. Además, es más probable que se estresen y se agoten que los trabajadores comprometidos porque no se sienten implicados y valorados en su lugar de trabajo.

 

“Un 59 % de los empleados no están satisfechos ni comprometidos con su organización”.

 

Gallup estima que el bajo compromiso le cuesta a la economía global 8,8 billones de dólares y representa el 9 % del PIB mundial. Pero, más allá de los resultados organizacionales, estas cifras nos señalan que millones de personas no disfrutan de la actividad que se lleva gran parte de las mejores horas de su semana.

El liderazgo y la gestión influyen directamente en el compromiso en el lugar de trabajo, y es mucho lo que las organizaciones pueden hacer para ayudar a sus empleados a desarrollarse profesionalmente y para velar, en última instancia, por el propio rendimiento de la compañía, ya que un estudio realizado en 2021 por la Universidad de Warwick concluyó que los trabajadores felices son un 12 % más productivos.

 

El papel transformador del Chief Happiness Officer en el entorno laboral

Las personas desmotivadas suelen buscar una razón para salir de ese estado de infelicidad laboral al que se han visto abocadas. Tal y como cuenta el informe, no desean permanecer apáticas, sino que quieren sentirse inspiradas y motivadas. Y está en mano de los líderes conseguirlo.

El ‘Chief Happiness Officer’ (CHO) o Jefe de Felicidad es una figura relativamente nueva en el mundo corporativo. Su misión es mitigar la infelicidad laboral creando un entorno de trabajo positivo. Este rol va más allá de las funciones tradicionales de los recursos humanos, centrando su atención en la felicidad y la satisfacción de los empleados.

El CHO puede planificar actividades de team building e implementar políticas de bienestar, pero realmente abarca mucho más. Tal y como señalan en este artículo de El País, puede:

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  • Organizar formaciones y campañas de sensibilización sobre nutrición, descanso, deporte o gestión emocional que generen hábitos saludables entre los empleados.
  • Implementar carteras de beneficios sociales y financieros (seguros médicos, planes de pensiones, políticas parentales en el momento de la maternidad o paternidad)
  • Desarrollar acuerdos para la desconexión digital.
  • Proporcionar servicios de acompañamiento personal y psicológico para trabajadores y familias.
  • Crear equipos deportivos o asociaciones que contribuyan a una interacción social más saludable en el espacio de trabajo.

Para Andrés Pascual, autor del libro “Líder de bienestar. 10 habilidades, el rasgo imprescindible de un Chief Happiness Officer es la escucha: estar atento a las necesidades de los empleados y conocer sus deseos. La clave está, entonces, en establecer un procedimiento que logre transformar sensaciones y emociones en datos medibles que nos ayuden a poner en marcha las medidas oportunas para mitigar la infelicidad laboral.

Happyforce, empresa especializada en la comunicación interna de las empresas, convierte esas sensaciones en datos mediante encuestas confidenciales a los empleados que miden el Happiness index y eNPS. El primero convierte en una cifra el estado anímico de cada persona que escoge a diario entre cuatro emoticonos distintos cuando la app instalada en su móvil le pregunta “Hola, ¿cómo estás?”. El segundo indicador nos habla del grado de satisfacción y compromiso de los empleados con la compañía a partir de una única pregunta: “¿Recomendarías a un amigo o familiar trabajar en esta empresa?”.

Las empresas están apostando por este rol para mejorar la felicidad y el compromiso de los empleados, viendo esto como una inversión valiosa que puede aumentar la productividad y la retención de empleado y saludable. Sin embargo, también hay críticos que sostienen que la felicidad de los empleados no debería recaer en una sola persona, sino que debería ser una responsabilidad compartida por todos los líderes dentro de una organización.

En conclusión, es evidente que mitigar la infelicidad laboral no sólo es posible, sino que es esencial para el rendimiento y el compromiso de los empleados. La felicidad en el trabajo no debería ser una aspiración, sino una realidad. Las empresas que entiendan esto no sólo verán mejoras en la productividad, sino también en la retención del talento, en la satisfacción del cliente y, en última instancia, en sus resultados finales.

 

Fuentes: