En un mundo cada vez más diverso y globalizado, las organizaciones requieren de líderes capaces de abarcar una perspectiva amplia y comprensiva. El liderazgo inclusivo se ha convertido en una figura clave para las empresas que buscan prosperar en este entorno cambiante. Pero ¿cómo puede una persona prepararse para liderar un equipo al mismo tiempo que desafía su zona de confort acercándose a territorios desconocidos?
Hoy hablamos de cómo la incomodidad es parte del proceso del desarrollo profesional y que aprender a reconocerla y afrontarla puede ser la clave para desbloquear un liderazgo verdaderamente inclusivo y efectivo.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- Cómo abordar las diferencias con los demás
- Cultura de la franqueza: qué es y por qué ayuda a la inclusión
- 3 lecciones sobre el liderazgo inclusivo
Cómo abordar las diferencias con los demás desde el liderazgo inclusivo
“No son nuestras diferencias las que nos dividen. Es nuestra incapacidad para reconocer, aceptar y celebrar esas diferencias”, afirmó la escritora y activista afroamericana Audre Lorde.
Esta frase encapsula una verdad fundamental sobre el liderazgo inclusivo y, en general, sobre cómo interactuamos en nuestras sociedades diversas. En su esencia, la afirmación de Lorde sugiere que las diferencias entre nosotros -ya sean de género, raza, religión, orientación sexual, capacidad física, antecedentes socioeconómicos, etc.- no son inherentemente divisivas. En lugar de eso, es nuestra respuesta a estas diferencias lo que puede crear divisiones.
Con una representación cada vez más diversa en la fuerza laboral, los empleados aportan una amplia gama de experiencias de vida, normas culturales, perspectivas y opiniones, lo que es muy positivo para las organizaciones. La inclusión fomenta un mejor ambiente de trabajo, como ya hablamos en este artículo. Al valorar y aceptar las diferencias de cada miembro del equipo, se crea una cultura de respeto y consideración mutua que puede mejorar la moral y la satisfacción laboral. Además, la inclusión promueve la diversidad de pensamiento y termina con los peligros del pensamiento grupal.
Cuando todos en un equipo se sienten valorados e incluidos, están más dispuestos a compartir sus ideas y perspectivas únicas. Esto puede llevar a soluciones más creativas e innovadoras a los desafíos empresariales, impulsando el éxito y el crecimiento.
Pero, tal como menciona Lorde, si no se aborda adecuadamente, la diversidad puede presentar retos en forma de tensiones y posibles conflictos. Al colaborar con individuos que difieren significativamente de nosotros, existe el riesgo de incurrir en microagresiones, ofender o traspasar líneas rojas. Y eso puede hacernos sentir incómodos y que nos acerquemos a los demás con pies de plomo por miedo a no actuar correctamente.
“La diversidad puede presentar retos en forma de tensiones y posibles conflictos”.
Cultura de la franqueza: la transparencia y la empatía claves para enfrentar la incomodidad
Muchas organizaciones se han dado cuenta de que cuando se trata de diversidad, no vale con formar equipos de personas con diferentes capacidades, orígenes o características. La representación por sí sola fracasa sin una verdadera inclusión.
Las empresas que experimentan los beneficios de la diversidad son las que fomentan la diversidad de pensamiento y la libertad de opiniones divergentes. Esto requiere, tal y como señalan en este artículo de Forbes, de una “cultura de la franqueza” donde las personas puedan hablar, preguntar o manifestar sus dudas con transparencia y empatía.
Sarah Neville, directora de Open Line, una empresa que ayuda a las personas a superar las diferencias a través del poder de la comunicación inclusiva, es la autora de este artículo. En el texto defiende el hecho de que una conversación pueda resultar desagradable sin tener que ser peligrosa. “En realidad, la incomodidad es algo bueno, señala Neville, es una señal de que estamos creciendo, probando algo nuevo, desarrollando una forma más segura de acercarnos a lo que no conocemos”.
A medida que nos animamos a participar en estas conversaciones difíciles, nos damos cuenta de que la experiencia no nos ha dañado a nivel profesional o personal. Todo lo contrario. Lo que sucede es que cada vez nos sentimos más cómodos estando incómodos.
“La incomodidad es algo bueno. Es una señal de que estamos creciendo, probando algo nuevo, desarrollando una forma más segura de acercarnos a lo que no conocemos”.
3 lecciones sobre el liderazgo inclusivo y el poder de la improvisación
La diferencia es incómoda, desconocida y, a veces, incluso insegura. Ya sea una opinión contraria a la nuestra o una forma de trabajar a la que no estamos acostumbrados, lo cierto es que lo que nos separa a veces puede causar malestar.
Para aprender a gestionar esto, los profesores de la asignatura de Liderazgo Inclusivo del MBA de la Escuela de Negocios de Harvard hicieron un pequeño experimento. Trajeron a su clase a un grupo de artistas de Second City, una compañía de improvisación de Chicago, y viéndolos actuar y trabajar, obtuvieron tres lecciones útiles para cualquier persona interesada en convertirse en un líder más inclusivo:
1. El no saber genera aprendizaje
Los artistas de improvisación comercian con la moneda de la imprevisibilidad. No saben qué dirán a continuación sus compañeros, cómo reaccionarán los demás o incluso cuándo terminará una escena. Incluso puede pasar que otros actores empiecen a hablar de temas de los que el intérprete no sabe nada.
Funcionan un poco como una partida de ping-pong donde se debe reaccionar en una fracción de segundo a la bola que te envía tu oponente. Puedes intentar anticiparte a su movimiento, pero lo mejor es concentrarte en la trayectoria de la pelota en ese momento justo. Lo mismo ocurre con la improvisación: no puedes “hacer pong” hasta que el otro jugador haya hecho “ping”.
¿Qué lección sacaron los profesores sobre esto? Pues que cuando otros piensan como nosotros o se parecen a nosotros, es probable que seamos capaces de predecir sus movimientos y perspectivas. Pero cuando no es así, debemos estar abiertos a aprender sobre ellos.
2. Reservarnos el juicio nos abre a la curiosidad
En el estudio de animación Pixar, cuando los escritores y directores trabajan en una historia, los líderes del grupo alientan el “plussing”, una estrategia para mejorar ideas sin utilizar un lenguaje crítico. En lugar de criticar un boceto, el director podría hacer un “plus” diciendo: “Me gustan los ojos de este personaje, ¿y si…?” Alguien más podría intervenir y agregar su propio plus. Las personas escuchan, respetan las ideas de los demás y aportan las suyas. La disidencia es bienvenida, pero sólo cuando existe un respeto compartido y todos sienten que están en el mismo equipo.
3. Apoyarse unos a otros conduce a lo que de otro modo sería imposible
Hay dos fundamentos clave de la improvisación: confiar en nuestra voz interior y apoyar a los demás incondicionalmente. Estas ideas permiten a los artistas crear escenas divertidas y memorables. Es mucho más fácil trabajar con otros (especialmente a través de diferencias) para dar forma al futuro (de una escena, una decisión o una colaboración) cuando partimos de un lugar de confianza, sabiendo que, pase lo que pase, los demás nos brindarán su apoyo.
En resumen, abrazar la incomodidad es una parte esencial del liderazgo inclusivo. Nos ayuda a ser más empáticos, comprensivos y efectivos en nuestro papel. No siempre será fácil, pero las recompensas de un entorno más diverso superan con creces cualquier malestar temporal. Así que cuando te encuentres en una situación incómoda, recuerda: estás en el camino correcto. Estás creciendo, aprendiendo y abriendo camino para que otros hagan lo mismo. Y eso es lo que realmente importa en el liderazgo inclusivo.