¿Qué ha permitido a los humanos desarrollar sus capacidades de adaptación a lo largo de la evolución? ¿La inteligencia o el hecho de ser animales sociales? Nos hacemos esta pregunta porque hace unos años Nature publicaba un estudio pionero que señalaba la sorprendente conexión entre la domesticación y la inteligencia en los zorros plateados y sus conclusiones bien pueden servirnos para hablar de cuál puede haber sido una de las claves del éxito de la humanidad

El estudio de los zorros plateados que explicamos un poco más abajo en este artículo nos sirve para preguntarnos, ¿podría ser este proceso de convertirnos en seres más sociales lo que impulsó, como en su caso, el desarrollo de la inteligencia del ser humano? Desde los albores de nuestra existencia, los humanos hemos vivido o cazado en gruposy creado sociedades complejas. La cooperación y la comunicación han sido elementos cruciales para nuestra supervivencia y éxito. Hoy, nos adentraremos en la intersección entre la sociabilidad y la inteligencia, y cómo esta relación puede definir el éxito de una cultura organizacional.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

El experimento de los zorros domesticados: inteligencia y docilidad animal

El estudio, iniciado a mediados del siglo XX en Siberia por el genetista ruso Dmitri Belyaev, comenzó seleccionando para su reproducción a los zorros que de forma natural parecían más dóciles. Es decir, los zorros que mostraban menos miedo y agresividad hacia los humanos. Según las observaciones del experimento de los zorros domesticados con cada generación, los animales se volvían cada vez más afables. Tras 50 generaciones, más del 85 % de los nuevos zorros eran mansos.

Sin embargo, lo más sorprendente del estudio no es solo este cambio de comportamiento. Los investigadores descubrieron que los zorros más dóciles también eran los más inteligentes.

Lo que sugiere que el proceso de domesticación puede tener un impacto significativo en la inteligencia de los animales. “Con la domesticación el hombre empezó a controlar los recursos alimentarios, su localización, abundancia, tipo… ya no hacía falta ir a buscar el alimento, sino que este estaba donde nuestros antepasados querían“, comenta el experto en genética evolutiva, Carles Vilà en este artículo de El País sobre la investigación rusa. “Ha sido un elemento central para permitir el cambio en el modo de vida humano, pasando de ser cazadores-recolectores a ser agricultores-ganaderos“.

 

zorros plateados domesticos

“Con la domesticación el hombre empezó a controlar los recursos alimentarios, su localización, abundancia, tipo… ya no hacía falta ir a buscar el alimento, sino que este estaba donde nuestros antepasados querían”.

 

El “cerebro colectivo”, la clave del éxito evolutivo humano

Los hallazgos del experimento de los zorros domesticados recuerdan a las teorías de Joseph Henrich, un destacado profesor de biología evolutiva humana en la Universidad de Harvard, reconocido por su trabajo en psicología, toma de decisiones y cultura desde una perspectiva evolutiva.

Henrich sostiene que el secreto del éxito del ser humano no reside en nuestra inteligencia innata, sino en nuestro “cerebro colectivo”, la capacidad de los grupos humanos para interconectarse socialmente.

Según el investigador, aunque los neandertales tenían cerebros más grandes y también cocinaban y usaban herramientas, los Homo sapiens teníamos una ventaja crucial: éramos más sociables y, por lo tanto, podíamos aprender unos de otros de manera más efectiva.

Esta habilidad para el aprendizaje cultural nos permitió desarrollar y perfeccionar nuestras habilidades y tecnologías a un ritmo mucho más rápido que otras especies. Y, de acuerdo con Henrich, esto es lo que explica tanto nuestra evolución genética como nuestra extraordinaria trayectoria como especie.

 

“Los Homo sapiens teníamos una ventaja crucial: éramos más sociables y, por lo tanto, podíamos aprender unos de otros de manera más efectiva”.

 

Innovación y adaptación a través de la diversidad

La teoría de Henrich también demuestra que la mejor manera de generar innovación y adaptación es reunir a personas con diversas áreas de conocimiento, experiencia y formas de abordar los problemas. En este sentido, Garett Jones, economista y profesor de economía en la Universidad George Mason, apunta que existe un vínculo entre la riqueza de un país y la inteligencia de sus ciudadanos.

Lejos de defender el progreso y el triunfo gracias a un reducido grupo de genios, Jones señala que el coeficiente intelectual promedio de una nación importa mucho más que el de cualquier persona individual.

Este economista identificó cuatro “efectos secundarios positivos” de vivir en un país “inteligente”: la relación entre el coeficiente intelectual, la paciencia, la cooperación, el desempeño del equipo y la productividad de quienes lo integran, factores que pueden aumentar los ingresos promedio.

persona con paraguas bajo lluvia

En términos de cultura organizativa, estos elementos pueden traducirse de las siguientes maneras:

* Diversidad: las organizaciones que valoran la diversidad tienden a reunir a personas con diferentes áreas de conocimiento y experiencias, lo que puede fomentar la innovación y la adaptación, ya que diferentes perspectivas y enfoques pueden generar soluciones más creativas y efectivas a los problemas.

* Cooperación: según Jones, vivir en un país “inteligente” fomenta la cooperación. En un entorno organizativo, la cooperación es crucial para el trabajo en equipo eficaz y la productividad. Una cultura organizativa que promueva la cooperación puede, por lo tanto, aumentar la productividad y los ingresos.

* Paciencia: la paciencia es otro factor que Jones identifica como un “efecto secundario positivo” de vivir en un país “inteligente”. Una cualidad que puede ser particularmente valiosa en la gestión del cambio y en la adaptación a nuevas circunstancias o desafíos.

* Inteligencia: finalmente, la inteligencia promedio de una organización puede tener un impacto significativo en su éxito, al igual que la inteligencia promedio de una nación puede impactar en su riqueza, según Jones.

En definitiva, como hemos visto con el experimento de los zorros domesticados, la dicotomía entre inteligencia y sociabilidad en nuestra especie no es más que dos caras de la misma moneda. Ambas características han trabajado de forma sinérgica a lo largo de nuestra evolución, permitiéndonos adaptarnos, innovar y prosperar en un mundo siempre cambiante. Al final del día, somos una especie que aprende y crece unida.

 

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