Haced la prueba Elegid el informe que prefieran, consultad el año que queráis y mirad los mejores países para vivir o quién encabeza el ranking de los países con mejor calidad de vida de Europa. Dinamarca, Suiza, Suecia, Finlandia… los países escandinavos suelen copar los primeros puestos siendo referentes en el Work Life Balance. A veces los daneses se sitúan por encima de los suecos, o los finlandeses se cuelan entre medias, pero su dominio es abrumador. Y eso que ninguna es una superpotencia económica o militar ni tienen demasiado peso geopolítico. Por el contrario, España, Italia, Portugal o Grecia aparecen varios peldaños por abajo.
Pero si el esquema lleva repitiéndose tantos años, ¿por qué los países del furgón de cola no toman nota y copian lo que tan bien hacen sus vecinos hasta desbancarlos del podio? Ahí está la clave del fracaso. No todo depende de las medidas a aplicar. Ni de compactar la jornada laboral, ni de decidir las bajas maternales o paternales, ni de modificar la fiscalidad.
Obviamente cualquier beneficio en cada uno de estos apartados ayuda a avanzar hacia el equilibrio de la vida personal y laboral, que se ve influenciado por factores como el promedio de horas trabajadas por día, el tiempo dedicado al ocio o el total de días festivos anuales. Pero el quid de la cuestión no está en las leyes que aprueben los Gobiernos, ni en las medidas que tomen las empresas. Sino en uno mismo.
¿Cómo afecta la responsabilidad individual a los mejores países para vivir?
La responsabilidad individual es uno de los sellos identitarios de las sociedades nórdicas y garantiza el desarrollo del Work Life Balance al armonizar la distribución de esfuerzos en base a necesidades y no a caprichos o modas.
No hay que copiar las medidas de un sistema a otro, sino copiar el modelo. Y eso fuera de Escandinavia pasa directamente por cambiar el sistema. Solo en países en los que el nivel de honestidad se mide en función de las carteras extraviadas que sus habitantes devuelven se puede aplicar esa regla no escrita del ‘No diremos qué tiene que hacer quién, sino que cada cual decida’. ¿Y cómo funciona el asunto?